José Antonio Cantón, en una extensa obra, ha
estudiado el comercio del opio en relación con el colonialismo europeo en Asia[1],
dedicando un capítulo a la expansión colonial portuguesa en India.
El opio fue objeto de mercado tempranamente,
por más de que en China había sido una medicina muy utilizada, pero durante el
siglo XVI la demanda del mismo aumentó y su producción se extendió a escala
mundial. Además existió un comercio intraasiático, en el cual los colonos
europeos jugaron un papel. Estos no tardaron en ver en él una herramienta que
podía servir a sus objetivos y desde la llegada de los primeros exploradores
lusos a India, a inicios del siglo XVI, uno una voluntad expresa de establecer
un control privativo sobre el mercado de esta droga, aunque los portugueses,
según el autor, no consiguieron llevar esta idea a buen puerto.
La dimensión de los cambios que conllevó la
llegada de los europeos a las redes comerciales del Índico ha sido muy
discutida, habiéndose considerado, junto con el descubrimiento de América, el
comienzo de la historia global, si bien esta conclusión tiene un marcado poso
eurocéntrico. En primer lugar hay historiadores que no aceptan que en el siglo
XVI Europa tuviese la supremacía sobre el mundo, pero el viaje de Vasco de Gama
fue el punto culminante de una prolongada política de expediciones por la costa
occidental del continente africano. Tras la conquista de Ceuta por los
portugueses en 1415, se sucedieron muchos viajes no solo por portugueses, sino
por súbditos de las demás monarquías ibéricas. Estas empresas se han
interpretado como un intento de buscar una ruta alternativa a la mediterránea
para llegar a Asia, pero hay algunos historiadores que ponen el acento en las
necesidades económicas de la población europea para atender la demanda del
aumento de la misma. Particularmente parece que está demostrado el mayor
consumo de trigo, azúcar y pescado.
No se han de despreciar –dice el autor- otros
aspectos como la cuestión militar y el espíritu de cruzada del reciente estado
portugués, que impulsará el ataque a plazas de “infieles” en territorio
africano. Hubo también factores religiosos, como la búsqueda del mítico Preste
Juan en las motivaciones particulares de algún rey portugués. Por otra parte se
habían producido avances importantes en la náutica provenientes de Asia, como
la llamada vela “latina”.
Conforme los portugueses accedieron a las
costas de África, el comercio de esclavos y oro se convirtió en prioridad,
unida a la explotación agraria en las islas de Cabo Verde para la producción de
azúcar. En paralelo se configuró una red portuaria y de enclaves en esta ruta
del oeste de África durante la segunda mitad del siglo XV a través del sistema
de encomiendas de monopolio mercantil. El rey Joâo II fue el que dio impulso
definitivo a esta política de expansión naviera, siendo el primero el
establecer el propósito de alcanzar la
India (o alguno de sus colaboradores). Son varias las
expediciones en este proceso, como la de Diogo Câo, pero Bartolomeu Días fue el
primero en llegar a las aguas del Índico (la actual ciudad de Mossel Bay[2])
en 1488. Así se conoció la desembocadura del río Congo y Agonla, donde se creó
uno de los enclaves de mayor importancia para Portugal.
Estas expediciones sirvieron de preludio a los
viajes de Vasco de Gama, que hizo el recorrido desde Lisboa hasta la costa
sudoccidental de India. Los cuatro buques de la expedición salieron de la
península en 1497 haciendo cabotaje hasta Sierra Leona y después internarse en
el océano aprovechando las corrientes marinas, haciendo escala en El Cabo. Por
el Índico siguió la costa de Mozambique hasta llegar a Malindi[3],
en Kenia. Desde aquí la expedición no se vio capaz de alcanzar la costa malabar
(suroeste de India) hasta pasados varios meses y sortear los monzones. Llegaron
a India en 1408 y el regreso se hizo varios meses más tarde.
A partir de este momento el desarrollo de los
dominios portugueses aumentó exponencialmente (reinados de Manuel I y Joâo
III), con múltiples enclaves en África, el Índico y los territorios de Brasil.
El rey Manuel I (o alguno de sus colaboradores) planteó la idea de
legitimación, de fuerte inspiración de cruzada, mientras el poder otomano
estaba en su cénit en el Mediterráneo. Así se materializó lo que se dio en
llamar Estado da India, nombrándose
virreyes y gobernadores en muchos puntos.
Si las expediciones de Pedro Álvares Cabral y
la de Vasco da Gama tuvieron un afán exploratorio, con la llegada de los
portugueses a la India
se inicia el modelo de creación de feitorías,
que comenzará con la adhesión de Calicut[4]
y Cochín[5],
la primera después de haber sido bombardeada. Tras el virreinato de Francisco
de Almeida, el Estado da India
experimentó su mayor crecimiento con la llegada del virrey Alfonso de
Alburquerque (principios del siglo XVI), expandiéndose los dominios portugueses
y adquiriendo importancia Goa, al norte de Calcuta, donde se centralizó la
presencia portuguesa en Asia, a la que siguió Malaca en 1511, que canalizó el
comercio con los archipiélagos de Indonesia y las rutas hacia China y Japón.
Este virrey prestó también importancia a los enclaves musulmanes que
controlaban el comercio desde el Índico hasta Persia y Egipto: Ormuz y Adén;
pudo conquistar la primera pero no la segunda.
Durante la primera mitad del siglo XVI, pues,
se configuró el Estado da India como
un rosario de ciudades donde la práctica del saqueo y el pillaje fueron casi la
única forma de mantener la hegemonía portuguesa. Es más, aquellos fueron el
incentivo para los comerciantes, ya que las ciudades en islas y enclaves
costeros no contaban con un hinterland
y dependían en gran parte de la llegada de provisiones por mar. La práctica del
corso, pues, fue común.
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