El río Mao se encaja en el valle lejos aún de
su desembocadura en el Sil, y justo después de que un gran meandro le dirija
hacia el norte, se encuentra Montederramo con su monasterio medieval. Al sur,
la sierra de San Mamede, que inicia el quebrado relieve de la provincia orensana hacia
el este. El paisaje combina la vegetación con los prados, los sotos y las
veredas hacia el río Mao, que llega a helarse en invierno.
El monasterio de Montederramo, al norte de la
provincia de Ourense, se fundó en 1124 por otorgamiento de Teresa de Portugal,
hija de Alfonso VI, aunque según Souza Soares este documento es falso[1].
Con el tiempo, el priorato de Xunqueira de Espadañedo pasaría a depender de
Montederramo, y fueron absorbidos por este los monasterios de Ribas de Sil,
Piñeira, San Adrián, San Juan Viejo y el de Castro de Rey. Montederramo llevó a
cabo una política muy actual: apropiarse de tierras que, teóricamente, no eran
de nadie, llegando a dominar territorios localizados en Portugal.
Recibió donaciones de Alfonso VII, de Fernando
II y de Alfonso IX, así como ciertos privilegios por parte del rey portugués
Don Dionís. Unidades agrarias llamadas granjas estaban alejadas del monasterio,
pero la administración se centralizaba en el mismo por “cellarii” y
“subcellarii”, los maestros de granja y el contable[2].
La economía del cenobio se completaba con la cría de ganado para el laboreo y
la producción de leche. Así, hasta que pasaron a depender de Montederramo los
prioratos de Queixa y Verín.
Las formas de explotación de la tierra solían
ser indirectas, sobre todo mediante cesión, arrendamiento, aparcería y foros.
En este último caso la renta era pequeña: un cerdo y doce reales anualmente;
pero el monasterio se quedaba con las propiedades de los que recibían la
cesión. Los arrendamientos se daban cuando el monasterio adquiría tierras que
estaban siendo ya trabajadas por familias campesinas. La aparcería era a largo
plazo, verbal, y la renta, fija. Este tipo de relaciones implicaba, en
ocasiones, el reconocimiento del señorío monástico.
El foro podía llevar aparejado el vasallaje y
la prestación de trabajos, y en la Edad
Moderna se fue estableciendo el plazo largo. El mecanismo más
importante de ampliación del dominio fueron las compras, siendo el centro de
comercialización de los productos la villa de Castro Caldelas.
Montederramo pasó, en 1590, a ser colegio de
artes, dejando entonces de ser casa matriz, y adquirió el rango de abadía.
Recibió a lo largo de su historia cartas de coto, concesiones reales para que
en un territorio ejerciese la jurisdicción, asumiendo el monasterio
competencias judiciales mediante el nombramiento de jueces, cobro de
contribuciones, exigencia de prestaciones personales y autoridad
administrativa, apareciendo los abades comendatarios en el siglo XIV; pero el
conflicto irmandiño del siglo siguiente no afectó a Montederrano, al tiempo que
los monasterios cistercienses, uno de los cuales era aquel, vieron una cierta
relajación de sus reglas.
Durante el reinado de los Reyes Católicos casi
todos los monasterios gallegos estaban empobrecidos en cuanto al estado de sus
fábricas y por las intromisiones de la nobleza laica. Las reformas de los Reyes
Católicos, entre otras, consistieron en obligar a los monasterios a invertir sus rentas en la
reparación de sus fábricas, desaparecieron los abades vitalicios, se volvió a
la primitiva observancia del císter y se impuso en puestos clave a monjes
españoles (antes franceses).
En el siglo XVI hubo, por término medio,
treinta y dos monjes en Montederramo, por lo que era una de las mayores abadías
de Galicia, y en 1590 se elaboró allí el primer plan de estudios de un colegio
de artes y filosofía que perdurará hasta 1835.
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