miércoles, 27 de septiembre de 2017

Montederramo




El río Mao se encaja en el valle lejos aún de su desembocadura en el Sil, y justo después de que un gran meandro le dirija hacia el norte, se encuentra Montederramo con su monasterio medieval. Al sur, la sierra de San Mamede, que inicia el quebrado relieve de la provincia orensana hacia el este. El paisaje combina la vegetación con los prados, los sotos y las veredas hacia el río Mao, que llega a helarse en invierno.

El monasterio de Montederramo, al norte de la provincia de Ourense, se fundó en 1124 por otorgamiento de Teresa de Portugal, hija de Alfonso VI, aunque según Souza Soares este documento es falso[1]. Con el tiempo, el priorato de Xunqueira de Espadañedo pasaría a depender de Montederramo, y fueron absorbidos por este los monasterios de Ribas de Sil, Piñeira, San Adrián, San Juan Viejo y el de Castro de Rey. Montederramo llevó a cabo una política muy actual: apropiarse de tierras que, teóricamente, no eran de nadie, llegando a dominar territorios localizados en Portugal.

Recibió donaciones de Alfonso VII, de Fernando II y de Alfonso IX, así como ciertos privilegios por parte del rey portugués Don Dionís. Unidades agrarias llamadas granjas estaban alejadas del monasterio, pero la administración se centralizaba en el mismo por “cellarii” y “subcellarii”, los maestros de granja y el contable[2]. La economía del cenobio se completaba con la cría de ganado para el laboreo y la producción de leche. Así, hasta que pasaron a depender de Montederramo los prioratos de Queixa y Verín.

Las formas de explotación de la tierra solían ser indirectas, sobre todo mediante cesión, arrendamiento, aparcería y foros. En este último caso la renta era pequeña: un cerdo y doce reales anualmente; pero el monasterio se quedaba con las propiedades de los que recibían la cesión. Los arrendamientos se daban cuando el monasterio adquiría tierras que estaban siendo ya trabajadas por familias campesinas. La aparcería era a largo plazo, verbal, y la renta, fija. Este tipo de relaciones implicaba, en ocasiones, el reconocimiento del señorío monástico.

El foro podía llevar aparejado el vasallaje y la prestación de trabajos, y en la Edad Moderna se fue estableciendo el plazo largo. El mecanismo más importante de ampliación del dominio fueron las compras, siendo el centro de comercialización de los productos la villa de Castro Caldelas.

Montederramo pasó, en 1590, a ser colegio de artes, dejando entonces de ser casa matriz, y adquirió el rango de abadía. Recibió a lo largo de su historia cartas de coto, concesiones reales para que en un territorio ejerciese la jurisdicción, asumiendo el monasterio competencias judiciales mediante el nombramiento de jueces, cobro de contribuciones, exigencia de prestaciones personales y autoridad administrativa, apareciendo los abades comendatarios en el siglo XIV; pero el conflicto irmandiño del siglo siguiente no afectó a Montederrano, al tiempo que los monasterios cistercienses, uno de los cuales era aquel, vieron una cierta relajación de sus reglas.

Durante el reinado de los Reyes Católicos casi todos los monasterios gallegos estaban empobrecidos en cuanto al estado de sus fábricas y por las intromisiones de la nobleza laica. Las reformas de los Reyes Católicos, entre otras, consistieron en obligar a los monasterios a invertir sus rentas en la reparación de sus fábricas, desaparecieron los abades vitalicios, se volvió a la primitiva observancia del císter y se impuso en puestos clave a monjes españoles (antes franceses).

En el siglo XVI hubo, por término medio, treinta y dos monjes en Montederramo, por lo que era una de las mayores abadías de Galicia, y en 1590 se elaboró allí el primer plan de estudios de un colegio de artes y filosofía que perdurará hasta 1835.


[1] Revista Portuguesa de Historia, vol. I, 1941.
[2] “Montederramo, el poder monacal a orillas del Mao”, Alberto Cacharrón Mojón, Ourense, 1988.

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