domingo, 10 de septiembre de 2017

"Naciones" y herejías en la Edad Media

Basílica de Agliate (Brianza, Milán)
Emilio Mitre señala que las herejías medievales tuvieron frecuentemente implicaciones nacionales, siendo dichas herejías, en ocasiones, instrumentalizadas políticamente. El arrianismo de los pueblos bárbaros se enfrentó a la fe romana nacida del concilio de Nicea del año 325; el pelagianismo, el donatismo y el priscilianismo tuvieron especial arraigo en ciertas regiones: Britania, norte de África y Galicia respectivamente; El adopcionismo fue un “síntoma hispano”; en los siglos centrales de la Edad Media, ciertas liturgias locales, como la mozárabe, fueron tachadas de superstición toledana; Milán fue la “fovea hereticorum”[1], y el catarismo se identificó con el Languedoc; entre los siglos XIV y XV tenemos el wiclifismo inglés y el husismo centroeuropeo; el luteranismo también fue una reacción contra los gravámenes que sufría Germania por parte de Roma.

Pero lo anterior debe de ser matizado, pues lo que entendemos por “naciones” en la Edad Media no eran más que tribus, pues los bordeleses, gascones, vascos, navarros, castellanos, leoneses o gallegos se sentían más esto que franceses o españoles. Los ideólogos el Imperio Carolingio presentaron a los francos como una especie de nuevo Israel; unos siglos más tarde las cruzadas serán presentadas como la obra de Dios por los francos. Antes, con el emperador Teodosio, la ortodoxia nicena quedó convertida en religión oficial del Imperio contra las herejías, el arrianismo a la cabeza.

Ambrosio de Milán[2] distinguía entre enemigos internos y externos de la sociedad de su época. Salviano de Marsella[3], por su parte, distingue entre los bárbaros herejes y paganos. El arrianismo, por ejemplo, fue el elemento de cohesión ideológica de una minoría social que se erigió en dirigente militar de la parte occidental del Imperio. En el III Concilio de Toledo se recordó la identificación del pueblo godo con el arrianismo, más allá de que se aceptase, quizá por conveniencia política, el catolicismo. Gregorio de Tours, en el siglo VI, puso de relieve el catolicismo de los francos tras su conversión frente a la persistencia de los arrianos burgundios. Poco antes el rey franco Clodoveo, proclamó en su Ley Sálica que los francos eran “la raza convertida a la fe católica y libre de toda herejía”.

El pelagianismo inglés destacó por las diferencias litúrgicas, pero también en la convicción de que el ser humano no necesita la gracia de Dios (Pelagio), mientras que la resistencia a abandonar determinadas doctrinas ha llevado a considerarlas como identitarias de ciertas “naciones” o tribus. El donatismo fue rigorista en el norte de África y tuvo concomitancias con la revuelta de los circuncelliones, o trabajadores agrícolas que iban de un lugar a otro en busca de trabajo, por lo que vemos un ejemplo de identificación religiosa revestida de reivindicación social. Será Agustín de Hipona, que se ha convertido al cristianismo en Europa, quien combatirá a los donatistas.

El priscilianismo nace en el siglo IV, pero tiene todavía importantes focos casi dos siglos más tarde en el oeste de Iberia, como se reconoce en el concilio provincial de Braga de 561. El monje Baquiario, en el siglo V, se quejaba que por tener ascendencia galaica se le acusaba de priscilianista (otros consideran que era irlandés).

El adopcionismo provocó la rivalidad religiosa entre comunidades a ambos lados de los Pirineos cuando hacía poco que la península Ibérica había sido invadida por los musulmanes. El adopcionismo fue irradiando desde dos focos, la diócesis de Urgel y la ciudad de Toledo, y fue un factor de desestabilización religiosa, pero fue derrotado por la Iglesia franca, verdadero soporte del pontificado.

Con la “reforma gregoriana” en la segunda mitad del siglo XI, que implicó la lucha contra los mismos vicios que siglos más tarde combatirían Lutero y otros, consistió en la defensa de la libertad eclesiástica frente a los poderes políticos laicos, derivando en una monarquía teocrática que transformó la unidad de la Iglesia en uniformidad (o lo pretendió), porque en realidad, la Iglesia de occidente fue, hasta el siglo XI, una especie de federación de provincias eclesiásticas sobre las que el papa tenía una mera autoridad nominal. En el siglo XIV, sin embargo, el monje franciscano Guillermo de Ockam publicó una obra titulada “Sobre el gobierno tiránico del papa”. 

(Fuente: E. Mitre, "Herejías y comunidades nacionales en el medievo".


[1] Expresión utilizada en una epístola por Giacomo de Vitry en 1216.  “Fovea” es una palabra latina que significa “trampa” o “pozo”.
[2] Nacido en Tréveris a mediados del siglo IV, murió a finales de dicha centuria. Obispo de Milán y teólogo.
[3] Nació quizá en Tréveris a principios del s. V. Seglar en un principio, su labor se desarrolló en el sudeste de la Galia, pero se hizo sacerdote más tarde, falleciendo en Marsella.

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