Relieves de las puertas de Balawat |
Gran verdad es que, a lo largo de la historia,
el ser humano ha buscado la justificación de sus actos en función de sus
objetivos, sin importar muchas veces la licitud de aquellos o de estos. En época
del nuevo imperio asirio, el territorio se controló mediante dos formas, el
sistema de vasallaje y la conversión de ciertos territorios en provincias. El
imperio asirio permitió –como otros muchos- que los reyes nativos gobernasen
sus territorios siempre que se aviniesen a cumplir ciertas condiciones: no participar
en complots antiasirios y pagar anualmente los tributos impuestos. En caso de
que alguna de estas dos condiciones no se cumpliese el territorio era gobernado
desde Assur, convertido aquel en una provincia. Así por lo tanto durante el
reinado de Salmanasar III (858-824
a. C.) y hasta que a mediados del siglo VIII se cambió
en modelo por Tiglath-pileser III.
Las provincias como Harran[1],
Guzana[2],
Nasibina[3]
o Rasappa[4],
surgieron en territorio de los hurritas y en los estados arameos a lo largo del
Éufrates y el norte de Mesopotamia. Estas provincias quedaron totalmente
asirizadas. Los reinos que se encontraban más al norte del imperio asirio
tenían una clara influencia hitita, caso de Karkemis, Gurgum, Milid, Kurmmuhi
(los tres al este de Anatolia) y Unqi. Sobre ellos ejerció el poder el monarca
asirio o el de los hurritas (Urartu), cuyo territorio osciló en torno al lago
de Van.
Las ciudades fenicias Tiro y Sidón mostraron
una neutralidad que, sin embargo, no las libró de los ataques asirios, y el
mismo rey de Israel, Jehu (mediados del s. IX a. C.), se avino a pagar tributo.
A cambio de ello, Salmanasar III les concedió una relativa independencia para
ejercer el comercio en el Mediterráneo y tener factorías en el interior del
continente, concretamente en Siria del norte, Cilicia[5]
y en las proximidades del Éufrates. Con respecto a Babilonia, Salmanasar III y
otros reyes asirios nunca manejaron con absoluta satisfacción aquel país. Los
reyes asirios intentaron anexionarla por el reconocimiento de tratarse de una
cultura superior y una religiosidad común. Un acuerdo con su monarca
Marduk-zakir-sumi I (855-819 a.
C.) llevó a Salmanasar III a intervenir en los asuntos internos de Babilonia. Pero
la unidad deseada no se produjo, aunque el rey asirio sí pudo cobrar el tributo
de las ciudades caldeas próximas al golfo Pérsico.
Los juramentos por parte de los reyes sometidos
fueron considerados por los asirios como expresión de la voluntad divina; el
castigo, en el caso de que un rey faltase al juramento, era la organización de
una expedición punitiva, a partir de la cual la ira divina se colmaba. El
impuesto llegaba a ser equivalente a un botín de guerra. Las inscripciones
reales de la época de Salmanasar III están llenas de listas de entrega de
productos como metales preciosos, personas cautivas y ganado, entre otros.
Además, los reyes sometidos debían pagar el tributo anual, que representaba una
dura carga para la población. El pago del tributo daba lugar a una solmene
ceremonia en la ciudad de Assur, pero en época de Salmanasar III estas
ceremonias no se representaron en monumento alguno.
Los reyes asirios recibían a los representantes
de los reinos vasallos en una especie de audiencia ceremonial, como ha dejado
patente un documento administrativo de los archivos de Nínive. En el documento
se recogen los dones traducidos en oro y anillos de plata, pero durante el
reinado de Salmanasar III las inscripciones oficiales no hacen referencia a la
imposición de tasas especiales sobre transacciones comerciales. Sí en cambio
durante el reinado de Tiglat-pileser III (744-727), quien tras derrotar a las
ciudades de Sidón y Tiro les prohibió la exportación de cedros a Egipto y a las
ciudades filisteas si no pagan un fuerte impuesto. Era la voluntad de los
dioses…
(Fuente: Juan A. Pino Cano, "Política asiria de tributos durante el reinado de Salmanasar III", 2002.
[1] Hoy un yacimiento arqueológico al sudeste de la
actual Turquía.
[2] Hoy Tell Halaf, yacimiento arqueológico al
noreste de Siria.
[3] Al norte de Mesopotamia, entre los ríos Tigris
y Éufrates.
[4] Debe de ser Resafa, yacimiento arqueológico al
norte de la actual Siria.
[5] Zona costera sureste de Anatolia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario