jueves, 28 de septiembre de 2017

Repoblaciones medievales


Brañosera, en la montaña palentina

Son, según Salvador de Moxó, uno de los fenómenos históricos más singulares de la Edad Media peninsular. Es cierto que hay historiadores portugueses que minimizan el fenómeno de la despoblación del valle del Duero, e igualmente Reinhart, García Guinea y Menéndez Pidal. Los defensores de la tesis despobladora son Pérez de Urbel y Sánchez Albornoz, mientras que en Portugal, Alejandro Herculano planteó la idea de la creación, por Alfonso I, de un desierto estratégico en el Duero. Galicia –según Gama Barros- proveyó de pobladores al norte de Portugal en época de Alfonso III (siglos IX y X). Sampaio, Damiâo Peres, Orlando Ribeiro, Avelino de Jesús da Costa y Sousa Soares niegan la despoblación.

La primitiva Castilla foramontana era una región que comprendía Brañosera al oeste, Villarcayo, Medina de Pomar, Castrobarto más al note y el río Tumecillo, que desagua en el Omecillo, este afluente del Ebro. Se trata del norte de la provincia de Burgos y el noroeste de la de Álava. Durante el reinado de Ordoño I (mediados del siglo IX) y con el conde Rodrigo, se repoblaron desde el Bierzo hasta Briviesca, comprendiendo Astorga, León y Amaya. Con Alfonso III una gran franja que comprende Escalada al norte y Zamora, Toro, Simancas y Valladolid al sur, Lara, Lerma y Burgos al este. A principios del siglo X se repoblaron las tierras desde Osma a Roa, a orillas del Duero.

Con Ramiro II (mediados del siglo X) se repobló la tierra de Salamanca y Fernán González lo hizo, por las mismas fechas, en la de Sepúlveda. Con Vifredo, en el último cuarto del siglo IX, se repoblaron regiones hoy francesas (Magalona, Béziers, Narbona, Carcasone…) y desde Figueras hasta Roda (en el sentido este-oeste), Llivia a Barcelona (en el sentido norte-sur). El norte de Portugal fue repoblado hasta el siglo XII por la monarquía astur-leonesa (desde Braga a Coimbra); durante el reinado de Afonso Henríques se repoblaron Tomar, Sntarem y Lisboa; con Sancho I desde Idanha hasta Évora, en el interior de Portugal, y en los reinados de Sancho II y Alfonso III, Beja, Mértola, Lagos, Silves, Faro y Tavira.

Alfonso I, en Aragón, había ocupado Jaca, Huesca, Barbastro y Monzón; más tarde desde Tudela y Ejea de los Caballeros hasta Calamocha y Monreal (sentido norte-sur) y desde Soria y Medinaceli hasta Caspe (sentido oeste-este) comprendiendo Zaragoza. Con Ramón Berenguer IV se repobló Lérida, Poblet y Reus. Durante el reinado de Alfonso II se repoblaron las tierras de Teruel y Aliaga.

El levante se fue ocupando desde Morella hasta Almansa, Ontenient y Gandía durante el reinado de Jaime I, mientras que castellanos ocuparon a principios del siglo XIV desde Villena hasta Lorca y Cartagena, comprendiendo Caravaca, Cieza, Murcia, Elche y Alicante. Con Alfonso X de Castilla se repoblaron las tierras desde el río Odiel (Huelva) hasta Medina y Arcos de la Frontera. Con Sancho IV y Alfonso XI una franja estrecha que va desde Alcalá la Real (al norte) hasta Tarifa (al sur).

Pero también ha habido una repoblación de gentes llevadas desde el sur al norte: en el siglo VIII se formaron las “povoas”, “polas” y pueblas de Asturias y que deberían su origen a los pobladores llevados al norte por Alfonso I y su hermano. Oviedo tuvo un origen agrario y cenobítico, nacido como consecuencia de un monasterio (San Vicente) en un territorio roturado por el abad Fromistano[1], mientras que Sánchez Albornoz señala la colaboración de Fruela I en la fundación de Oviedo.

La región al sur del Duero se repobló después del año 1000. Alfonso I había devastado el valle del Duero y llevado a sus gentes hacia el norte (a Galicia parte de la población del norte de Portugal y del interior de la meseta, lo que llevó a ciertas rebeliones contra los monarcas astures Fruela y Silo)[2]. Odoario (contemporáneo de Alfonso I), obispo procedente del norte de África, repoblaría Lugo, pero a principios del siglo X esta ciudad estaba aún débilmente poblada, lo que explica las órdenes de Ordoño II a los condes del territorio para que se estableciesen en él.

Al monasterio de Samos (Lugo) llegaron, durante el siglo IX, clérigos desde la España musulmana, dándose un gran impulso repoblador durante el reinado de Ordoño I (mediados del s. IX) en el sector central del valle del Miño. La repoblación del bajo Miño se dio en el siglo IX con Tui y Ourense, a donde Alfonso III llevó al obispo Sebastián, expulsado de Arcávica (¿Ercavica?). Chaves (en Portugal) fue repoblada por el conde Odoario. Luego vendrían las cartas pueblas…


[1] Antonio Floriano Cumbreño, “Origen, fundación y nombre de Oviedo”, 1961
[2] M. Rubén García Álvarez, “Galicia y los gallegos en la Alta Edad Media”, vol. I, Santiago, 1975.

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