La forma de vida de los
pueblos indígenas del noroeste de la península Ibérica, en el siglo I a. de C., era muy distinta de la que impuso Roma a partir del momento en que fundó la
ciudad de Asturica Augusta en el
mismo lugar donde hoy se encuentra Astorga. En los orígenes de esta ciudad
romana, como en otros casos, está el emplazamiento de un campamento romano,
para luego, ex novo, levantar la
ciudad con las características de otras romanas, aunque el plano no fue
exactamente hipodámico.
Los profesores Santos
Yanguas y Dopico Caínzos[i]
aportan en un estudio datos muy importantes sobre los pueblos indígenas del conventus asturicensis, sensiblemente
distintos de los que habitaban en los otros dos conventos del noroeste, lucense
y bacarense, pero también distintos de los que vivían al norte de la cordillera
Cantábrica. Estos tres conventos tienen en común la conquista simultánea por
Roma en época de Augusto y la ausencia de ciudades si los comparamos con los
demás territorios de la Hispania Citerior.
Pero si los conventos bracarense y lucense comparten una misma cultura, la
castreña, en el asturicense la diversidad es mayor.
Las tierras llanas de
la Meseta norte propiciaron la aplicación por parte de Roma de estrategias de
comunicación distintas que en la cordillera Cantábrica y en la llanura litoral.
Al oeste del convento asturicense la arqueología ha descubierto formas de
habitación parecidas a las de la Galicia y Portugal actuales al norte del
Duero, poniendo de ejemplo los castros de San Chuis[ii] y
Coaña. Sin embargo en la Meseta hay claras influencias celtibéricas: no se
trata de pequeños poblados, sino de centros de mayor tamaño, como Puentecastro
o Lancia[iii],
algunos de los cuales se convirtieron en oppida.
También hay diferencias en la onomástica.
La epigrafía muestra
denominaciones como civitates, gentes,
gentilitates, cognationes y castella,
sin que los especialistas se hayan puesto de acuerdo sobre el significado y las
diferencias que los romanos quisieron mostrar con esta diversidad. Algunas de aquellas
denominaciones parecen tener un carácter territorial (la civitas de tal área geográfica) y los castella parecen ser las poblaciones indígenas donde los romanos
observaron unidades militares, pero como estas fueron generadas por Roma ¿lo
eran con anterioridad? En la zona occidental del convento asturicense se han
encontrado castella, mientras que en
la oriental, cognationes que se
integran en las civitates; en la zona
meridional del futuro conventus se
documentan gentilitates, y las gentes tuvieron una naturaleza
territorial y política. Como vemos, nada claro.
Lo que sí está claro es
el enorme impacto que Roma causó en estos pobladores, máxime teniendo en cuenta
que la conquista acababa de producirse, y que Roma impone aquí una organización
administrativa sin precedentes dentro
de la historia de Roma. La génesis del conventus
asturicensis está en torno al Ara
Augusta[iv].
El “ara” dota a diversos pueblos indígenas, forzados por Roma, de un
elemento de cohesión mediante una fuerza ideológica de lo sagrado y al culto
imperial.
Pues sobre estos
precedentes se construye Astúrica,
sobre la que, sin dejar de estar poblada en ningún momento, se encuentra la
Astorga actual. Es la urbs magnifica a
la que se refiere Plinio (el viejo), que nada tiene que ver con Lancia, a la
que Floro llama urbs, que debió ser
importante desde el siglo IV a. de C. sobrepasando las 10 Ha., pero para los
romanos era un oppidum que la alejaba
de Astúrica. A finales del siglo I d.
de C. se extendía por casi 30 Ha. y contaba con foro en la parte más alta,
edificios religiosos, infraestructuras del agua (cloacas y termas) probablemente –dicen los autores citados- anteriores al siglo II d. de C. y también
contó con domus privadas.
La administración de la
ciudad estaba en manos de procuratores
para diversas funciones (una de ellas el control de las minas del noroeste), letati también con varias funciones
(jurídicas, militares, etc.) mayoritariamente de procedencia itálica. La
mayoría de las inscripciones descubiertas, tras más de 150 intervenciones
arqueológicas, están datadas a partir del siglo II de nuestra era, algunas
sobre grandes soportes, con dedicatorias a divinidades romanas y orientales.
Asturica
fue
la residencia de los procuratores Augusti
con funciones para los tres conventos del noroeste, habiéndose encontrado
epígrafes de ocho de aquellos. Los procuratores
metallorum, de cuatro de los cuales tenemos noticia en inscripciones
halladas en Villalis, a menos de 20 km. de Astorga. Igualmente se han
encontrado cuatro inscripciones sobre beneficiarii
procuratoris en Villaris, datadas en la segunda mitad del siglo II, y otra
en Astorga de entre los siglos I y II. La onomástica de estos funcionarios
delata su procedencia: uno de ellos era de Tergeste
(Trieste), de finales del siglo I, otro, itálico de la primera mitad del s.
II, y otro probablemente de Roma de mediados del mismo siglo. En Astúrica había gran variedad de estratos
sociales, desde los de rango senatorial y milites hasta los de libertos y
esclavos privados, pero también imperiales, una nueva sociedad muy diferente a
la indígena. En la ciudad no habitaba solo población romana, sino también los indígenas de otras zonas. No sabemos qué estatuto jurídico tuvo Astúrica pero la mención a una Res Publicae Asturicae Augustae per
magistratos…nos habla de algo desconocido para los indígenas; aunque no
estemos ante un municipio, sí había poderes anuales y electivos que no tiene
paralelo con la población indígena antes de la llegada de los romanos.
Asturica
introduce
la escritura, desconocida por los indígenas hasta entonces y conocemos el
Edicto del Bierzo[v],
emitido por Augusto en el año 15 a. de C., el documento más antiguo sobre el
Noroeste. En realidad se trata de dos edictos que muestran la política
tradicional de conquista romana: favorecía a los pueblos que le eran fieles y
castigaba a los rebeldes. Este tipo de documento fue imitado por los indígenas,
como es el caso de la tabula de
hospitalidad de los Zoelae, viéndose
cómo los acuerdos entre indígenas también se dotan de soportes en bronce y en
la lengua latina de los conquistadores.
Se introdujeron nuevos
cultos y divinidades romanas y orientales, especialmente el dedicado a Iuppiter Omptimus Maximus, muy extendido por el Noroeste, y al emperador. Como capital de un convento, en Astúrica tenía su sede el culto imperial
conventual, donde residía el sacerdote encargado del mismo.
[i] “El
impacto de Asturica Augusta como ciudad del poder en su ámbito”. El presente
resumen está basado en este trabajo.
[ii] Cerca
de San Martín de Beduledo, Celón, Allande.
[iii] Ver
aquí mismo “Las dos Lancia”, sobre las dudas de si esta denominación
corresponde al poblado prerromano en Villasabariego (León) o el de Arrabalde
(Zamora).
[iv] En otras
“aras” hay una evidente unión de lo político, al ser usadas como
elemento aglutinador de pueblos indígenas. Es el caso del altar Lugdunum,
fundado en 12 a. de C., o el ara Ubiorum (por las mismas fechas), el situado
junto al Elba, etc.
[v] Ver aquí
mismo “El edicto de El Bierzo”.
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