Plano de Cartagena en el siglo XIII aforca.org/img/cuerpo/cartagena_sxiii_790x561_50.jpg |
Ángel Luis Molina es el
autor de un trabajo sobre el reino de Murcia desde el siglo XIII, cuando pasa a
manos cristianas tras siglos de dominio musulmán. Ha recopilado una serie de
estudios de otros historiadores[i] además de los propios.
Durante la baja Edad Media el reino de Murcia estuvo en una permanente inseguridad
debido a una triple amenaza: la piratería y el corso en el Mediterráneo, las
hostilidades con el reino de Granada y con la Corona de Aragón. Esto repercutió
en la población, que tendió a abandonar la costa y a instalarse en el interior, e incluso en otras regiones de la Corona de Castilla.
La costa murciana de
aquella época tenía una longitud aproximada de 170 km., pues comprendía parte
de la actual provincia de Alicante, con el puerto de esta ciudad, el segundo en
importancia después de Cartagena. El rey Alfonso X de Castilla tuvo dos
proyectos para el litoral murciano: ser base de la política africana, y los
contactos con las repúblicas italianas. No descuidó el rey sus aspiraciones a
la coronación imperial, que como es sabido terminaron “en un rotundo fracaso”,
en expresión de Molina; al mismo tiempo dichas aspiraciones fueron ruinosas
para la población de Murcia.
A partir de los
puertos de Cartagena y Alicante se inaugura la política marinera en el
Mediterráneo por parte de Castilla, cuyos precedentes son la proyección
africana en época de Fernando III, que quiso llevar las hostilidades contra los
musulmanes norteafricanos. Los medios que se pusieron para ello aumentaron
notablemente con Alfonso X, y así se producen las expediciones de Tagunt y Salé
(este último al norte de la actual Rabat). Se inicia una serie de
franquicias y exenciones a favor de los propietarios de las naves y la concesión
a Cartagena del fuero de Córboda (1246), mientras que Alicante recibiría los
mismos privilegios a favor de sus armadores[ii].
El resto consistió en favorecer el corso, lo que practicaban todos los reinos
costeros, y así propiciar el nacimiento de una burguesía mercantil.
El rey Alfonso estuvo
en Murcia varias veces, una de ellas en 1257, cuando su ejército conquistó el
castillo de Tagunt, que le animó a proseguir en su política militar y
comercial. En 1271 vuelve el rey a estar en Murcia, disponiendo para el reino “un
verdadero estatuto comercial” donde se contemplan las diversas formas de
comercio, ocupando Cartagena el primer puesto en el proyecto, pues será sede
maestral de una nueva orden militar marinera, la de Santa María de España
(nombre interesante porque parece concebirse ya a Castilla como centro del
futuro estado con ese nombre). Una diversidad de problemas tuvieron que atajar el rey y la
orden militar, inspirándose en la labor que los calatravos y
santiaguistas habían desarrollado en la conquista de Andalucía y Murcia, pero
la de España tendría un carácter exclusivamente marinero, aunque por poco
tiempo. Sus cuatro conventos principales fueron Cartagena, San Sebastián, A
Coruña y Santa María del Puerto.
La orden de Santa María
de España[iii]
participó en la campaña contra Algeciras (1278-1279) que acabó en estrepitoso
desastre para la orden, lo que supuso el abandono por parte del rey Alfonso de
su política marinera. Sus sucesores acudirían a flotas genovesas, mientras que
la orden de España desapareció con su derrota en la batalla de Moclín[iv]
(1280), incluyéndose sus miembros en la de Santiago. Mientras tanto el corso operaba con intensidad en
busca de productos valiosos; se olvidaban pactos entre reinos e incluso se
practicó contra embarcaciones de la misma nacionalidad. Ángel Luis Molina cita
el caso de Bonajunta de las Leyes, que en 1295 hizo una navegación en corso
contra naves aragonesas y un año después daba cuenta de haber ganado 3.000
maravedís.
Los mercaderes en el
reino de Murcia eran sobre todo italianos, que aprovecharon la época de
prosperidad económica en algunas décadas de la segunda mitad del siglo XIII, y
que hicieron negocios con los dueños de donadíos, adquirentes estos de los
artículos que aquellos traían. Desde el reino de Murcia se llevaban, a su vez,
mercancías al interior de Castilla, particularmente a Sevilla, pues el viaje
por tierra era más corto y con menos riesgos que por mar. Seguramente la ruta
era por Lorca, que desde 1243 fue un protectorado castellano, y al año siguiente
fue conquistada por el todavía infante Alfonso. Luego se alcanzaría Huéscar y
Jaén (pues más al sur se entraba en tierras granadinas) y desde Córdoba se llegaba a la baja Andalucía. Los productos eran higos, aceite, miel, cera, arroz y
lino, según autorizó el rey Fernando IV en 1295; luego se amplió el permiso
para comerciar el azogue, el bermejón (polvo de cinabrio de color rojo y
anaranjado para pinturas), cominos y greda (arcilla de color blanquecino para
hacer tejas y ladrillos). No faltaba el contrabando de productos cuya salida
estaba prohibida por Alfonso X y luego por Sancho IV: caballos, armas, mulas,
pan, vacas, carneros, ovejas, cabras, cabrones “e todas carnes vivas e muertas”,
oro, plata y “billón”. La proximidad de las fronteras granadina y valenciana
facilitaba dicho contrabando.
Pero llegó una etapa de
estancamiento desde finales de la década de 1270, y más con la ocupación del
reino de Murcia por Jaime II de Aragón en 1296. La sentencia arbitral de
Torrellas[v]
(1304) partió el reino integrando en la Corona de Aragón las tierras situadas
al norte del río Segura, perdiendo así Murcia el puerto de Alicante. El primer
tercio del nuevo siglo fue desalentador desde el punto de vista económico, pero los acuerdos
comerciales con Mallorca en 1327, confirmados y ampliados por Alfonso XI de
Castilla en 1332, permitieron que por el puerto de Cartagena salieran lanas y
entrase trigo, y la desaparición del monopolio real sobre los tintes
permitió un cierto desarrollo urbano. La vocación marinera de Pedro I de
Castilla también se vería frustrada, pero Murcia se benefició de la supremacía
castellana tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo.
Desde tiempos de
Alfonso XI, Castilla y Génova habían establecido una alianza económica que
permitió una línea Sevilla-Génova, de la que se beneficiaron genoveses, judíos
y castellanos, pero la base de dicha línea estuvo en Cartagena, que durante la
guerra de “los dos Pedros”[vi]
fue asediada (1358). La respuesta de Castilla con las milicias murcianas fue
mediante una incursión por Orihuela, al tiempo que se preparaba una escuadra en
Sevilla destinada a combatir la plaza de Guardamar[vii],
que fue asaltada, pero la expedición fue un fracaso, pues una tempestad hizo
que la mayor parte de las galeras se estrellasen contra la costa.
El rey castellano mandó
armar otra flota en Sevilla para atacar las costas aragonesas con ayuda de
Portugal, Granada y Génova. Desde Cartagena atacó el litoral alicantino,
sucumbiendo esta vez Guardamar, y siguiendo la flota por el litoral valenciano, llevó a la desembocadura del Ebro y luego ante Barcelona (junio de 1359), pero
solo atacó al puerto para luego retirarse haciendo algunas presas en puertos catalanes, sobre todo en Sitges, e Ibiza, mientras naves catalanas perseguían a
las castellanas que, llegando a Cartagena, alcanzaron luego Sevilla. En los
próximos años la flota castellana castigará el litoral valenciano, pero no con
base en Cartagena, bloqueando en una ocasión a la naves catalanas en Cullera
(al sur y muy cerca de la ciudad de Valencia).
Ahora cambia la
estrategia castellana efectuando ofensivas por tierra, sobre todo con Enrique
II de Trastámara, que tuvo que soportar un bloqueo internacional. La paz de
Almazán (1375) puso fin a las hostilidades entre Aragón y Castilla, pero Murcia
vuelve al abandono: en 1381 el concejo cartagenero declaraba al de Murcia que
el número de sus vecinos era 176, es decir, 800 habitantes, pero con la mayoría
de edad de Enrique III mejoran las perspectivas gracias al comercio y la
apertura de nuevas rutas; la monarquía consigue controlar a la nobleza, las
órdenes militares y los concejos. Cartagena conoció entonces otra época de
prosperidad, pero puede que solo para los extranjeros que hacían negocios, pues
en 1407 tenía solo 500 habitantes. Para todo el siglo XV el cronista Alonso de
Palencia dijo que Cartagena era famosa por su fuerte y castillo, pero en todo
lo demás está arruinada.
Luego el puerto de
Cartagena mantuvo contactos con los de Mallorca, Alicante, Valencia, Barcelona,
Génova, Saona y Venecia, pero también con otros de Granada y Berbería. De
Flandes llegaron barcos que desembarcaron en Cartagena “ropas y paños berbíes”; de Venecia llegó cobre y marcos de plata; de Cartagena salieron para Mallorca
lanas y también para Venecia, junto con cueros. Pero los hombres de negocios
eran extranjeros, fundamentalmente genoveses, que actúan según las coyunturas, y
de nuevo cae la prosperidad de Cartagena hasta que termine la guerra de Granada
en 1492 y la política de los reyes se oriente hacia África e Italia.
Entonces Cartagena se
convierte en un puerto militar, su población aumenta en el siglo XVI como consecuencia de la reactivación económica. La plaza de Mazalquivir[viii]
fue conquistada en 1505 con aportación murciana, y en 1509 se prepara en
Cartagena la flota que conquistó Orán con el cardenal Cisneros mandando la expedición. La salida de los judíos del reino de Murcia por
Cartagena hizo que los mercaderes genoveses ocupasen su lugar, sobre todo en
las operaciones de crédito…
[i] Juan
Torres Fontes, Francisco Cascales, Mª de los Llanos Martínez Carrillo y Eloy
Benito Ruano entre otros.
[ii] El rey
concedió a Alicante el fuero de Córdoba y las franquicias de Cartagena, pero
más adelante el autor señala que Alicante recibió el fuero de Toledo, así como Cartagena. También Alicante recibió exención del pago de ancoraje a los
mercaderes que acudían allí.
[iii] En un
momento dado se incorporó al císter.
[iv] En el
interior de la actual provincia de Granada, por lo que intervinieron
santiaguistas con grandes pérdidas personales.
[v] Al oeste
de la actual provincia de Zaragoza.
[vi] Entre
Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón (1356-1369). Entre cuestiones internas
de Castilla e internacionales de Europa occidental, está también en este
conflicto el control sobre el reino de Murcia.
[vii] Hoy al
sur de la provincia de Alicante.
[viii] Al
oeste de Orán.
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