Las villae hispanas y otros centros de
producción que se pueden asimilar a ellas, desarrollaron una labor económica
que fue mucho más allá de la agropecuaria, habiéndose encontrado almacenes, dolia, vasijas para contener cereales,
aceite y vino, hornos, molinos, prensas, materiales de construcción,
herramientas y envases.
El profesor Manuel
Villanueva Acuña ha realizado un estudio sobre la organización económica de las
villae de Hispania[i] y
ha puesto de manifiesto una amplia muestra de yacimientos con actividad
económica para la exportación. Algunas de estas villae estaban próximas al mar y a las arterias económicas
fundamentales, todo ello teniendo en cuenta –dice el autor citado- que la unidad
que constituía el Imperio Romano no llegó a crear un espacio económico
absolutamente integrado, además del peso de la agricultura para la
autosuficiencia.
Hubo villae en las que a la actividad
agrícola se añadió la minera, la industrial y la de transformación de productos
del mar. Una actividad importante fue la fabricación de ánforas, la mayoría de
las cuales se han encontrado en Cataluña, Levante y el valle del Guadalquivir,
pero también en otras partes de la Península. Ello es debido a que la zona
oriental de la Tarraconense y la Bética presentaron una mayor apertura a las
corrientes venidas del Mediterráneo.
En cuanto a villae fuera de las áreas con mayor
concentración, destaca la de Santervás del Burgo (Soria), estudiada por Ortego
y Frías: “toda la parte norte la forman robustas medianeras de dependencias
complementarias, indispensables en un régimen de vida agrícola y ganadero
[sic], que por las condiciones del medio ambiente habían de constituir la base
de la economía de esta villa”.
En los hornos de las villae se fabricaban ánforas y
ladrillos, sobre todo. Destacan las de Cataluña, algunos de cuyos ejemplos son
las ánforas vinarias para la exportación de vino de Layetania y de Tarraco a
Roma. El autor al que sigo cita los casos de Caldas de Montbui, Can Cararach,
Platja d’Aro, Llavaneres, Turó del Mujal, etc. En Torre Llauder se descubrió un
taller de ánforas de época augustea y en Llafranc se fabricaban también ánforas
de varios tipos[ii],
dolia, cerámica de mesa, ladrillos,
tejas, ímbrices, etc.
En Levante destacan
Olocau, La Cargadora (con un horno de sigillata hispánica), correspondiente a
los dos primeros siglos de nuestra era; en Oliva fue descubierto un depósito de
ánforas vinarias Dressel, indicativas de la existencia de un horno, cuya
producción ponen en relación con la existencia de viñedos y también se
descubrieron alfares en Sagunto.
En Andalucía se han
descubierto restos de hornos, destacando en actual provincia de Cádiz el
yacimiento de Casa de la Pintada, en el Puerto de Santa María. En Sevilla se
han encontrado en las proximidades de afluentes del Guadalquivir, aunque estos
yacimientos no siempre estaban asociados a una villa. En sus hornos se
fabricaron tejas, ladrillos y dolia,
pero también ánforas para contener aceite y, en menor medida, vino. En Cortijo
de Campofrío (Salteras) se han encontrado hornos de ladrillos y tegulae, pero existen una gran cantidad
de otros yacimientos con características parecidas. En Guadajoz, al nordeste de
Sevilla y cerca de Lora del Río, el período de máximo esplendor de la fabricación
de ánforas estuvo a mediados del siglo II[iii].
En otros lugares de
Andalucía destacan los hornos de ladrillos o tejas, pero su número desciende
notablemente desde la provincia de Córdoba en dirección hacia la de Jaén.
Destaca el yacimiento de Higuera, en Lopera. Fuera de las comarcas citadas son
muy escasos los hallazgos: en El Faro, Torrox (Málaga) se han encontrado hornos
de ladrillos y en El Rinconcillo de Algeciras se fabricaron ánforas Dressel,
pero no se agotan aquí los casos.
Otros yacimientos de la
Península son Hoy de la Sabina, Villanueva de la Fuente (Ciudad Real); Póvoa de
Meadas (Portalegre), donde existió una gran villa o poblado con un horno de
cerámica; en Muge, a orillas del Tajo, una villa con posible horno de cerámica
y, en sus inmediaciones, un depósito con fragmentos de ánforas; en el Valle de
Arrancada, Portimao, un horno de cal…
En cuanto a las
instalaciones aceiteras[iv] y
vinarias destacan las prensas, molinos y muelas para la fabricación de vino y
aceite. En Cataluña destaca Hort del Negre (Badalona), en Mas Castellar se
encontró la base de una prensa de vino y en Els Ametllers una prensa y una cuba
de aceite. En Levante destaca el yacimiento de El Villar o el Puy (Puzol), con
una prensa de vino y otra de aceite en sendos locales, y en Collado (Villar del
Arzobispo) se ha encontrado la piedra de una prensa de aceite o vino. En Murcia
destaca el yacimiento de Llano de Sahués (Abanilla), con una prensa de aceite.
En Andalucía la mayoría de los yacimientos se encuentran a lo largo del bajo
Guadalquivir o en sus afluentes, pero son escasos si comparamos el número de
los excavados en la Tarraconense. En Málaga destaca Manguarra y San José
(Cartama). En Sevilla el Cortijo de Melendo (Lebrija). Los restos encontrados
son muelas de molino, contrapesos de prensas, ánforas de aceite y aceiterías
(una de ellas en funcionamiento hasta el siglo IV: Cortijo de San Matías,
Alcolea del Río). En Córdoba destaca Somonte (Palma del Río): se trata de una
villa y aceitería con molino de aceite, y en Hornachuelos el yacimiento llamado
Abramadero o Bramadero, una villa prerromana, después romana, con aceitería del
siglo IV.
[i] “Aspectos
de la organización económica de las villae de Hispania”.
[ii] Las
Dressel son muy alargadas y delgadas, con un fino cuello, dos asas y pie
puntiagudo para insertarse en una simple estructura metálica.
[iii] Es
interesante el estudio de Remesal Rodríguez sobre “La economía oleícola bética…”,
1977.
[iv] Es
importante la obra de González Blanco Lillo Carpio, Guerrero Fuster y Ramallo
Asensio, “La industria del aceite en la zona de la actual provincia de Murcia
durante la época romana”.
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