"El banquero y su esposa" (Marinus Van Reymerswaele, 1539;Museo del Prado) |
El profesor Monsalvo
Antón ha estudiado lo que para los cristianos de la baja Edad Media en España,
significaba herejía que había que combatir contra los conversos. Cuando se creó
la Inquisición por los Reyes Católicos, se centra en Soria, Aranda y sus
tierras (el obispado de Osma), donde hubo importantes núcleos de población
judía durante dichos siglos.
Los conversos
constituyeron uno de los quebraderos de cabeza –en palabras de Monsalvo Antón-
más sobresalientes de la monarquía castellana durante el siglo XV y aún
después. Este problema fue de gran envergadura, viniendo a culminar la cuestión
conversa un largo proceso de antisemitismo. Ya en la segunda mitad del siglo XV
se produjo una radicalización de la hostilidad hacia los judíos, partiendo de
los progroms de 1391 en toda la
península. En ese momento comienza a percibirse la bifurcación confesional
entre hebreos y conversos, y ambos grupos seguirán trayectorias en parte
disímiles y en parte convergentes. La decisión tomada por los reyes en 1492 fue
un intento de solución por el problema creado por los conversos, que habían
empezado a ocupar cargos concejiles[i].
En esta época
existieron muchas dificultades para ser judío, por lo que muchos decidieron
convertirse al cristianismo masivamente, mientras que las actitudes religiosa
de los conversos variaron enormemente pero, en general, estimularon un clima de
desconfianza generalizado. Las motivaciones de índole económica tuvieron un
peso específico mucho mayor que otras, pues los conversos entraron en relación
con los cristianos en una posición de superioridad sobre estos, además de que
empezaron a gozar de privilegios[ii]
en relación a los que permanecieron fieles al judaísmo, que permanecieron
apartados legalmente. Para estos fueron los argumentos religiosos los que
pesaron más. De esta manera hubo intentos de algunos municipios por apartar a
los conversos de los cargos públicos, pero siguiendo a Monsalvo Antón, se pueden
distinguir las siguientes situaciones:
Los conversos fueron
asimilados sin mucha dificultad desde 1391 hasta 1449, pero a partir de esta
fecha había cuajado una conciencia en la población del enorme peso que los
conversos tenían en la sociedad, conciencia que no obedecía a la realidad en
todos los casos. La revuelta toledana de 1449 contra los conversos consiguió
prohibirles ocupar cargos públicos, pero se trata no solo de una revuelta
social, sino que tiene también connotaciones políticas. Un converso era el
encargado de cobrar un nuevo impuesto para financiar la guerra con Aragón, por
lo que Pedro Sarmiento encabezó la revuelta con el saqueo e incendio del barrio
de la Magdalena, donde vivían conversos y judíos. Se sumaron varios canónigos y
es conveniente tener en cuenta que el cabecilla citado había sustituido a
Álvaro de Luna en el máximo puesto de confianza del rey Juan II en 1445. Se
abre así un período de persecuciones ante la impotencia de la monarquía, sobre
todo durante el reinado de Enrique IV. De gran relieve fueron las masacres
masivas de conversos en 1473, sobre todo en Andalucía[iii],
donde las masas populares fueron protagonistas, pero con participación también
de las oligarquías.
Durante toda la segunda
mitad el siglo XV existió un “frente cultural” antisemita, siempre antijudío y
más o menos detractor de los conversos. Se dio una de los debates más vivos de
la época, consiguiendo al menos dos objetivos: el posicionamiento en la opinión
a favor de las corrientes moderadas y de otras exaltadas y, por otra parte,
influyó en decisiones políticas de gran trascendencia, la creación de la
Inquisición y la expulsión de los judíos en 1492.
La literatura
antisemita llenó la segunda mitad del siglo XV: Pedro Sarmiento y García de la
Mora se opusieron a la escisión en el mundo cristiano (“viejos” y conversos);
algunos no escatimaron acusaciones contra los judíos en su celo filoconverso;
Alonso de Cartagena, obispo de Burgos, fue la más célebre de las figuras
moderadas. Una bula papal de Nicolás V, dirigida contra Pedro Sarmiento y los
rebeldes; Díaz de Toledo; Fray Lope de Barrientos, obispo de Cuenca; el cardenal
Juan de Torquemada, todos ellos escribieron obras entre 1449 y 1450. En estos
momentos los moderados parecían tener más influencia, pero la irán perdiendo a
medida que avanza el siglo. También moderadas fueron las propuestas de Fray
Alonso de Oropesa, general de los Jerónimos (1465), con una obra en defensa de
los conversos y de exhortación a la conversión de los judíos.
Pero la obra que tuvo
mayor difusión, publicada en 1460, fue la de Alonso de Espina, con un duro
panfleto antisemita que arremetió contra judíos y conversos. La obra tenía un
propósito práctico: el establecimiento de la Inquisición y la expulsión de los
judíos. Pero entonces nadie discutió lo que dijo aunque se trataba de crímenes
rituales que algunos autores actuales han podido rastrear como ciertos. El
antisemitismo de la época se reflejó en la “poesía de protesta” entre las que
destacan las “Coplas del Provincial: este visita un monasterio y ve los vicios
y corrupción de los frailes y monjas; este poema está emparentado con otros de
la época.
En el reinado de los
Reyes Católicos la polémica siguió en auge y dos obras escritas en 1488
recuerdan al panfleto de Alonso de Espina, obras que parece fueron escritas en
círculos cercanos al inquisidor Tomás de Torquemada. Otras dos obras escritas
en torno a 1490, una de Pablo de Heredia, y otra de Juan López Salamanca, son
testimonio de la supervivencia de los debates sobre materia de judíos y
conversos. En la década de los 80 y 90 la discusión entre radicales y moderados
se había centrado en la existencia de judíos, permanente foco de contagio para
los ex-judíos, y de hecho en la expulsión de 1492 debieron influir estas obras.
En 1480 las Cortes de Toledo establecieron una rígida segregación social y
espacial judía; en 1481 comenzaron a actuar los inquisidores en Andalucía y en 1483 consiguieron que fueran expulsados
los judíos del arzobispado de Sevilla y del obispado de Córdoba.
[i] Según ha
estudiado F. Márquez Villanueva y, para un caso particular, F. Cantera Burgos.
[ii] Todas
las profesiones estuvieron abiertas a los conversos (no así a los judíos) y
ocuparon cargos públicos, lo que provocó la envidia de los cristianos.
[iii] En
Córdoba, particularmente, cuando comenzaba la Semana Santa, la disculpa de que
una niña vertiese orina en el manto de la imagen de la virgen María, acusándose
de que era idea de los judíos, una turbamulta de cristianos se abalanzó sobre
las casas de los judíos para saquearlas, incendiarlas y asesinar a muchos de
sus moradores (https://www.sfarad.es/la-masacre-de-los-judios-de-cordoba/)
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