Detalle de "Los cuatro hombres santos" (*) |
En 1520 Durero hizo un
viaje a Aquisgrán para ser recibido por el emperador Carlos, pues pretendía que
la pensión que le había reconocido el anterior emperador, Maximiliano, le fuera
renovada. En este viaje el artista pasó por los Países Bajos, dejándonos un
diario en el que, sobre Lutero, dice: Quienquiera
que lea los libros de Martín Lutero podrá ver cuán clara y transparente es su
doctrina… Por lo tanto, sus escritos deben ser tomados con el más grande honor
y no quemarse; a menos que, claro, sus oponentes, quienes siempre luchan contra
la verdad, fueran también quemados con sus opiniones, ellos que harían dioses
de hombres…[i].
Durero fue un ávido
lector de los escritos luteranos, por lo que cuando escribió lo anterior
conocía bien el pensamiento del monje de Wittenberg, aunque la mayor parte de
los encargos que recibía el pintor proviniesen
de la Iglesia. Viene esto a cuento porque la doctrina de Lutero planteó una
taxativa prohibición de las imágenes religiosas, lo que para Durero sería
la más importante fuente de su trabajo.
Como Durero murió en
1528 no le dio tiempo a ver las más importantes consecuencias de la reforma
religiosa luterana, sin embargo, a pesar de conocer las divergencias entre
Lutero y el emperador Carlos, el pintor procuró el apoyo imperial para su
oficio al tiempo que leía al teólogo. Y es que Durero y muchos otros jamás
pensaron que de las ideas de Lutero nacería una nueva interpretación de la
doctrina cristiana que terminase por dividir a sus fieles.
En el mencionado diario
Durero da cuenta de haber estado en Amberes durante unas celebraciones
religiosas en 1520. Describe la procesión de dos horas con gran detalle,
mencionando desde el desfile de los gremios hasta la caminata de las distintas
órdenes religiosas, cada una adornada con las imágenes correspondientes.
También habla de las dramatizaciones que desfilaron (San Jorge, Santa María
Magdalena, etc.), “todo conducente a una gran devoción”. Según la autora a la
que sigo, en sus escritos, Durero llegó a decir: Destruyendo las imágenes religiosas pretendían honrar a Dios haciendo
algo que creyeron le complacía; y, para usar el lenguaje de los hombres, Dios
se molestó con todos los destructores de obras de gran maestría, las cuales
fueron elaboradas con mucho trabajo duro, esfuerzo y tiempo que es brindado
solo por Dios”.
Desde los tiempos del
segundo Concilio de Nicea (789) y una vez que la crisis iconoclasta bizantina
fue superada, la Cristiandad no había enfrentado un fenómeno contra las
imágenes religiosas como la que fue desatada por las ideas protestantes y sus
diversas interpretaciones, aún teniendo en cuenta que Lutero no se mostró
incendiariamente contra el uso de las imágenes religiosas, pero sí otros.
El mismo Durero, antes
de la aparición de Lutero, veía la destrucción de imágenes como una actividad
fútil y esta visión no cambió sustancialmente después de 1517 hasta su muerte.
Su obra, con algunas excepciones, no da muestras de notables cambios
iconográficos en el ámbito religioso; no puede decirse que Durero fuese un
artista afectado por el rechazo a las imágenes religiosas.
Otros artistas
contemporáneos de Lutero, como Lucas Cranach, el viejo, también dejan la
impronta luterana en sus obras, siendo amigos entre sí, lo que hace pensar a
Ziegler que “cuesta mucho pensar que Cranach, tan cercano a Lutero, aceptara
sin más una radical prohibición de las imágenes religiosas, también para él
fuente de prosperidad en su oficio”. La autora citada dice que si se revisa la
obra conocida de Cranach, se pueden notar algunas cosas interesantes, como en
las imágenes de la Virgen con el Niño, tan comunes desde el siglo XIV, que
continúan presentes en su obra por lo menos hasta 1540. Todas las imágenes son
muy intimistas, en las cuales María y el Niño comparten solos.
Las imágenes de santos
siguen estando en la obra de Cranach hasta finales de la década de 1530, sobre
todo en retablos, pero la mayor parte de las imágenes bíblicas que se conservan
proceden de la década anterior en adelante, predominando imágenes de David y
Betsabé, Judith y Holofernes, Salomé, Adán y Eva. Buena parte de estas imágenes
eran parte de los encargos que recibió como pintor oficial de la corte de
Federico III el sabio, en Wittemberg, a donde llegó Cranach en 1504, permaneciendo
hasta 1550. Poseyó un taller de impresión donde Lutero trabajó febrilmente, y
de esas prensas salieron los grabados más polémicos en su crítica hacia la
Iglesia católica, pero nunca dejó de trabajar para sus mecenas católicos,
siendo muy hábil hombre de negocios en este sentido.
Hay una discusión muy
viva sobre la interpretación de la obra de Durero, “Los cuatro hombres santos”,
donde parecen estar, en primer plano, Juan y Pablo, y en segundo Pedro y Marcos. El autor hizo escribir en el lado
izquierdo del panel un texto donde se advertía de los “falsos profetas”, y en
el lado derecho otro texto que decía “guardaos de los escribas que andan con
ropas largas, y aman los saludos en el mercado…”[ii],
en lo que Ziegler interpreta que Durero, a pesar de la influencia de Lutero,
reconocía a Pedro como vicario de Cristo. A Pablo le reconocía la mayor
cercanía a Lutero, y al mismo tiempo el reformador considera al Evangelio de
Juan como el más próximo a Lutero, por lo que el artista estaría contra los
sectores más extremos de la reforma, pero claramente influido por Lutero.
Desde 1522 Andreas
Karlstadt (3) propagó desde Wittenberg el rechazo a las imágenes religiosas
incitando a su destrucción, y algo parecido se dio en Zurich y en algunas
ciudades del Báltico, pero no así en Nuremberg, por citar los casos
investigados. Aquí había ganado terreno la posición moderada de Lutero, de la
mano de teólogos como Andreas Osiander (4), pero la amenaza iconoclasta fue una
realidad en la zona germánica, y así el mercado de las imágenes religiosas se
derrumbó, aunque hubo autores como Durero que dieron una nueva concepción de las mismas.
Hablando de la obra de
Durero “Los cuatro hombres santos”, no fue por encargo, sino que el artista la quiso donar a Nuremberg, su ciudad natal: “He tenido la intención –dijo-
durante mucho tiempo, de mostrar mi respeto por sus excelencias presentando una
humilde imagen mía como recuerdo… Ahora, sin embargo… no consideré ninguno
[panel] más digno de conservar”.
Dos años después de la
donación murió Durero, pero Lucas Cranach, el viejo, por el contrario, sí tuvo
oportunidad de desarrollar toda una iconografía protestante. En 1529 Cranach
realizó la obra “Ley y Evangelio”, en estrecha colaboración y
consulta con Lutero. El resultado es no solo una pintura sobre las claves
luteranas de la salvación, sino que su simbolismo establecerá una diferencia
sustancial del arte religioso como medio de enseñanza.
[i] María
Magdalena Ziegler, “La reforma luterana y la transformación de la imagen
religiosa en las artes”. En este trabajo se basa el presente resumen.
[ii] Las
inscripciones son más extensas, poniendo aquí solo una parte.
(3) Teólogo luterano que llegó a tener diferencias con Lutero.
(4) Teólogo luterano y editor que comentó la obra de Copérnico.
(3) Teólogo luterano que llegó a tener diferencias con Lutero.
(4) Teólogo luterano y editor que comentó la obra de Copérnico.
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