A Giuseppe
Arcimboldo se le conoce, sobre todo, por sus pinturas del rostro humano a base
de frutas, animales, plantas y otros objetos con colores muy vistosos, pero
también es el autor de dibujos que han servido de preparación para otras obras,
sobre todo de género, que reflejan a personajes de la Lombardía de su época, el
siglo XVI. El dibujo de la izquierda representa a una granjera yendo al mercado, obra
que mide 25,1 por 18,1 centímetros. Se encuentra en la Biblioteca Nacional de
Madrid.
Nacido en
Milán en una familia de artistas, nos ha dejado alguna muestra como vidriero,
la profesión de su padre, aunque nuestro autor, aún joven, trabajó en Viena
para el emperador Fernando, el rey castellano que pasó a gobernar varios
territorios de Europa. El ejemplo que aquí ponemos no es único, pues otros
dibujos representan a un aritmético, un astrólogo, un geómetra, un gramático,
un músico, un retórico, además de animales como cérvidos. Otras obras suyas son
retratos, como el que hizo a Maximiliano II y a su familia en 1563, de 240 por
188 cm., que se encuentra en el Kunsthistorisches Museum de Viena. Aquí el
emperador y su esposa, muy estilizados, se representan con total sobriedad,
pero también con riqueza de vestimentas, acompañados de sus tres hijos, uno de
ellos en la cuna. Es una obra muy distinta a las que se estilaban en el siglo
XVI, como todo el resto de su producción.
También ha
pintado cabezas de jabalíes, patas de animales, pájaros, reptiles, armaduras y
objetos como trineos, seguramente durante su estancia en Austria al servicio
del emperador Maximiliano II. Las figuras humanas cuyos rostros están
compuestos de frutos son alegorías, como la del verano, pero también ha pintado
objetos de cocina en el más puro gusto realista, aunque dando siempre muestra
de su preferencia por los aspectos más fantásticos de la composición: los animales
representados en su obra “La cocinera” dejan ver el rostro de un personaje en
una fuente metálica, la mitad de la cual hace de yelmo.
Casi toda
su obra, sobre todo la más colorista, es una fantasía, como cuando representa “Las
cuatro estaciones en una cabeza”, donde se ven varios tipos de frutas. Su obra “Agua”,
retrato de un personaje con la cabeza y la mitad de su cuerpo formados por
peces y crustáceos, nos habla de una imaginación extraordinaria, de una obra
singularísima que se aprovecha para dar calidad a las representaciones de los
diversos animales, con las escamas, bocas y formas coralinas. Un jurista está
representado grotescamente con animales que forman su rostro: un pollo
desplumado, un zanco, la cola de un pez…
Lo más
realista en Arcimboldo son sus dibujos, como los que hace para ilustrar un
tratado sobre la cultura y fabricación de la seda, una serie de trece,
pero se muestra mucho más primario, para la altura que había alcanzado la
pintura en su tiempo, cuando pinta el fresco escenas de la vida de San Juan
Bautista (1546), en el monasterio de San Mauricio Maggiore, Milán. Nos ha
dejado también varios autorretratos, donde se representa austero y serio,
contrariamente a lo que da a entender buena parte de su obra.
La
sencillez de la obra que figura arriba muestra a un ave que pende de uno de los
cestos de la mujer, aprovechando para mostrar el costumbrismo de las campesinas
lombardas de la época con sus zuecos.
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