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Las inscripciones que se encuentran
en Medinet Habu, en la orilla oeste del Nilo, muy cerca de Lúxor, han permitido
a los investigadores dar alguna luz a los nombres y naturaleza de los “pueblos
del mar”, como se ha llamado a grupos más o menos numerosos que, en torno a
1200 a. de C., asolaron Egipto, Siria, Anatolia, Mesopotamia y otras regiones
anexas. Una de esas inscripciones es una batalla naval que se encuentra
reproducida en una lámina conservada en el Instituto Oriental de la Universidad
de Chicago. Otro dibujo muestra a unos hombres apretados y en fila, cubiertos
con una pequeña falda y un gorro cada uno: serían prisioneros hechos por los
egipcios de uno de esos grupos de los “pueblos del mar”.
En su obra “1177 a. C.: El año en
que la civilización se derrumbó”, Eric H. Cline dice que algunos de estos
grupos llegaron por tierra y otros por mar. “No llevaban uniformes ni equipos
relucientes”, algunos tenían barbas y vestían faldas, otros más largas, algunos
tenían descubierto el pecho o estaban cubiertos con una túnica; otros iban
afeitados, etc. lo que hace pensar –dice el autor citado- que estos “pueblos
del mar” estaban formados por gentes distintas en cuando a su origen y sus
formas de vida. Armados con afiladas espadas de bronce, lanzas de madera con
las puntas metálicas, arcos y flechas, aparecían en botes, carros de combate,
carretas de bueyes u otras variantes de carros. Estos invasores fueron llegando
en oleadas durante un tiempo bastante largo, llevando con ellos algunas veces a sus familias.
Según las inscripciones de Ramsés
III[i] que ha estudiado Eric H.
Cline, ningún estado fue capaz de escapar a esta multitud invasora, la
resistencia fue en vano. Las grandes potencias de la época –hititas, micénicos,
cananeos, chipriotas, etc.- fueron cayendo una tras otra. Algunos
supervivientes escaparon de la matanza, otros se apiñaron en sus ciudades,
ahora ya en ruinas; y los hubo que se unieron a los invasores, engrosando sus
filas y sumándose a la aparente complejidad de la turba inmigrante. Todos los
grupos de los “pueblos del mar” estaban en movimiento, quizá cada uno regido
por sus propios intereses, en busca de botín o de esclavos; otros emigraron
hacia el oeste desde donde se supone procedían (Sicilia, Cerdeña u otras islas).
En las paredes del templo funerario
de Medinet Habu, cerca del Valle de los Reyes, Ramsés III hizo escribir que “los
países extranjeros organizaron una conspiración en sus islas. Arremetieron de
pronto contra todas las tierras y las dispersaron en el combate. Ninguna tierra
fue capaz de resistir frente a sus armas, desde Jatte, Qode, Karkemish, Arzawa
y Alashiya, todas aisladas…”. Los lugares citados supuestamente los
conquistaron los invasores: Jatte o Hatti es el territorio hitita, cuyo núcleo
se encontraba en la meseta interior de Anatolia; Qode probablemente estaba en
el sureste de Turquía; Karkemish es un yacimiento arqueológico bien conocido,
que empezó a ser excavado hace casi un siglo por un equipo de arqueólogos en el
que se encontraban Leonard Wooley y T. E. Lawrence; Arzawa fuen un territorio
conocido por los hititas en la Anatolia occidental; Alashiya podría haber sido
lo que hoy conocemos como Chipre; Amurru estaba en la costa norte de Siria.
Los seis grupos independientes que
conformaron los “pueblos del mar” durante esta oleada de invasiones, cinco de
ellos nombrados por Ramsés III (peleset, tjekker, shekelesh, danuna y weshesd)
y shardana, al que se menciona en otra inscripción de Medinet Habu, son más
enigmáticos que las tierras que supuestamente conquistaron. No dejaron ninguna
inscripción propia y lo que sabemos de ellos es por los egipcios. Arqueólogos y
filólogos se han esforzado en estudiar la alfarería y otros restos
arqueológicos: los danuna fueron identificados con los dánaos homéricos, y otros
han supuesto que los shekelesh llegaron de la isla de Sicilia, mientras que los
shardana eran de Cerdeña, basándose en parte en el hecho de que Ramsés III se
refiere a estos “países extranjeros” como instigadores de una conspiración “en
sus islas”; a los shardana, en particular, se los calificó en las inscripciones
de Ramsés III como un pueblo “del mar”.
Pero otros consideran que los
shekelesh y los shardana no llegaron desde el Mediterráneo occidental, sino que
provenían de zonas del Mediterráneo oriental y tan solo huyeron a las regiones
de Sicilia y Cerdeña, dando sus nombres a estas tierras tras haber sido
derrotados por los egipcios. Se sabe que los shardana habían combatido tanto a
favor como en contra de los egipcios mucho antes de la llegada de los “pueblos
del mar”, de los cuales solo se ha llegado a la conclusión de que los peleset
son los filisteos de la Biblia, donde se dice que provenían de Creta.
En Medinet Habu abundan las
pinturas y las majestuosas hileras de textos jeroglíficos, las armaduras, las
armas, la vestimenta, los botes y los carros de bueyes de los invasores,
cargados de posesiones, que se ven en las representaciones. En una ilustración
se ven algunos hombres que flotan boca arriba (tras una batalla) y están
muertos, mientras otros continúan luchando en sus barcas.
Pues bien, estos “pueblos del mar”,
en torno a 1200 a. C., habrían trastocado y hundido a todos los estados
existentes hasta ese momento, desde Mesopotamia hasta la Grecia micénica,
dejando a Egipto en un momento de oscuridad pasajera de la que no se
recuperaría nunca.
Lo acontecido en oriente medio en
torno a 1200 a. C. sería de igual importancia que la caída del Imperio romano
de occidente, y en cierto modo el autor citado establece comparaciones con
nuestro mundo actual globalizado, donde todos dependemos de todos, existiendo
muy pocos grupos al margen. Aquel mundo de finales del Bronce en oriente
próximo también estaba interconectado, de forma que invasiones de unos pueblos
de los que conocemos muy poco, trastocaron el conjunto de manera definitiva.
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