jueves, 11 de junio de 2020

Una reflexión de Aristóteles


En su “Política” Aristóteles habla de la sociedad civil, de la esclavitud, de la propiedad, del origen del Estado y de la sociedad, de la adquisición de los bienes, sobre la “República” y sobre las “Leyes” de Platón y de otros muchos asuntos en varios libros y capítulos.

Para Aristóteles, teniendo en cuenta la época en la que habla, los elementos de la economía doméstica, para ser completa, debe comprender esclavos y hombres libres. En primer lugar habla del señor, después de la autoridad conyugal, de los hijos y de la adquisición de la propiedad. Luego pasa a hablar del señor y del esclavo con el objeto de estudiar las relaciones que les unen.

Hay una ciencia propia del señor que se confunde con la del padre de familia, con la del magistrado y con la del rey. Otros –dice- pretenden que el poder del señor es contra naturaleza; que la ley es la que hace a los hombres libres y esclavos, no reconociendo la naturaleza ninguna diferencia entre ellos; y que, por último, la esclavitud es inicua, puesto que es obra de la violencia.

Entre los instrumentos de la propiedad, dice que unos son inanimados y otros están vivos; por ejemplo, para el patrón de una nave, el timón es un instrumento sin vida y el marinero un instrumento vivo, así pues la propiedad no es más que un instrumento de la existencia, la riqueza una porción de instrumentos y el esclavo una propiedad viva. Si cada instrumento pudiese, en virtud de una orden recibida o, si se quiere, adivinada, trabajar por sí mismo, “como las estatuas de Dédalo[i] o los trípodes de Vulcano[ii], que se iban solos a las reuniones de los dioses”; si las lanzaderas tejiesen por sí mismas; si el arco tocase solo la cítara, los empresarios prescindirían de los operarios y los señores de los esclavos”.

Los instrumentos propiamente dichos –sigue diciendo Aristóteles- son instrumentos de producción; la propiedad, por el contrario, es simplemente para el uso. “La vida es el uso y no la producción de las cosas, y el esclavo solo sirve para facilitar estos actos que se refieren al uso; el señor es simplemente señor del esclavo, pero no depende esencialmente de él; el esclavo, por el contrario, no es solo esclavo del señor, sino que depende de éste absolutamente”. Esto prueba, dice, lo que el esclavo es en sí y lo que puede ser. “El que por una ley natural no se pertenece a sí mismo, sino que, no obstante ser hombre, pertenece a otro, es naturalmente esclavo”. Es hombre de otro, en tanto que hombre, se convierte en una propiedad, y como propiedad es un instrumento de uso…”.

Muy distinto a lo que Séneca[iii] relata del filósofo Diógenes, que tenía un único esclavo llamado Manes, el cual huyó, pero sabiendo el filósofo dónde estaba, no hizo nada por recobrarlo, porque “parecería cosa torpe que pudiendo Manes vivir sin Diógenes, no pudiese Diógenes vivir sin Manes”.

(Ver aquí mismo “Los esclavos vistos por Aristóteles” y “El esclavo no necesita al amo”. La imagen de arriba es una obra de Rubens, "Vulcano", óleo sobre lienzo de 182 por 99 cm. que se encuentra en el Museo del Prado, pero no expuesta).



[i] Habría inventado unas estatuas de los dioses que tenían extremidades móviles.
[ii] Vulcano o Hefesto habría hecho unas mujeres mecánicas de oro que le ayudaban en la fragua.
[iii] “Sobre la tranquilidad del espíritu”.

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