ejatlas.org/conflict/rio-colorado-potasio-mendoza-argentina |
En 1839 Pedro de
Angelis[i] escribió en Buenos Aires un “Discurso preliminar al reconocimiento del
Colorado”, río que naciendo en la vertiente argentina de los Andes, desagua en
el océano Atlántico al sur de la Pampa, una vez que ha recibido el aporte del río
Desaguadero, de mayor longitud que aquel. Dice de Angelis que “al cabo de dos
siglos y medio de dominación se resolvió la Corte de Madrid á colonizar
nuestras inmensas costas del sud”. Primero se trató de las bahías de San José y
de San Julián, y más tarde en el río Negro. Los preparativos se hicieron en
Montevideo, y el virrey Vertiz acordó con un carpintero los auxilios que debían
darse a Juan de la Piedra, nombrado Comisario y Superintendente de los nuevos
establecimientos patagónicos.
La expedición zarpó el
15 de diciembre de 1778 con cuatro buques en mal estado –dice de Angelis- “que
el mayor de ellos hacía 40 pulgadas de agua por hora al salir del puerto". Antes
de llegar a la Bahía sin Fondo, donde debía recalar la expedición, se produjo
una discordia entre el Superintendente y Francisco de Viedma, que quería
suplantarle.
En otro viaje (1779)
Basilio Antonio de Villarino[ii]
emprendió la expedición al río Colorado, que fue clasificada de descubrimiento “porque realmente nadie hasta entonces había visitado aquel río”. Su situación,
según el cronista al que seguimos, tenía muchos bancos y escollos, por lo que
quizá los navegantes, una vez reconocido el cabo de San Antonio, se apartaban
de la costa para no empeñarse inútilmente en una penosa travesía. Villarino
volvería otras tres veces al Colorado, en 1780, 1781 y 1785, siendo el viaje de
1781 el más completo.
Villarino dejó escrito
sobre el río Colorado que tendría “la cuarta parte del caudal del río Negro, ó
menos. Yo lo pasé a caballo -dice- y adonde era más hondo me llegó el agua al
basto del lomillo” (pieza sobre la caballería donde se sienta el jinete). Sigue
diciendo Villarino que el río es de poco fondo “por lo muy desplayado, y por
los muchos bajos que se descubren en la bajamar… Los bajos dichos están
sembrados, por la parte de adentro, de las islas que forman…”. El río tenía de
ancho, según Villarino, 60 o 70 varas; “su agua es algo gruesa, y muy inferior
á la del Río Negro: esto procede de un arroyo de agua salada que, según me dijo
un indio, le entra muy arriba de su desagüe. Las lagunas que hay en sus
márgenes son saladas, y lo mismo las que se hallan en el espacio comprendido
entre estos dos ríos” (Negro y Colorado) cuya distancia es de 24 leguas.
El autor cuenta con
documentos donde un indio llamado Matías, en la expedición de 1781, “venía de
vaqueano”, es decir, conocedor de los caminos. “Todo el terreno es fertilísimo,
muy abundante en pastos, particularmente en trébol, que se cría tan lozano, que
en partes tiene más de media vara de alto. La leña es escasa, aunque en dicho
sitio hay una loma con algunos chañares[iii],
que es donde Matías dice que puede hacerse el fuerte…”, ya que de esto se
trataba. El río tenía pocos sauces, dice Villarino acudiendo a su fuente, “y de
ínfima calidad, inútil enteramente para edificios, y solamente buena para
quemar: con estos y los chañares se puede por algunos años abastecer de leña a
una población".
Desde una loma divisó
Villarino el terreno, que “es arenoso y estéril, tanto por el norte como por el
este; y el indio Matías me aseguró que cuanto más arriba, tanto más desnudo era
el terreno, habiendo solo alguna arboleda más en las orillas del río. Que en lo
interior no hay indios, pues á excepción de los que están en las sierras del
Casuhatí[iv],
Tandil[v],
Vulcan, en Salinas, y los que pertenecen á las tolderías[vi]
de Calpilquís y Guchaláp, todos los demás tienen su domicilio permanente en las
inmediaciones del Río Negro”.
“Cuando estas indiadas
se ponen en camino para las fronteras de Buenos Aires –dice- tienen que pasar
precisamente por un parage del Río Negro, al que llaman Chuelechet, pues ningún
otro es transitable. Desde este sitio salen dos caminos, el uno para el
Colorado, el otro para las Salinas, que quedan a dos días de marcha”.
Villarino dice que “para
reconocer la otra banda del Colorado intenté vadearle, á cuyo objeto le hice
tantear por un indiecito que se hallaba á cerca de media legua pastoreando
unos caballos de las tolderías de Usel. Pero viendo que poco le faltaba para
nadar con su caballo, no me determiné á pasarle… y según me informó el indio
Matías” unas salinas tienen sal solo en verano. La fertilidad de estos terrenos
se extiende a cerca de cuatro leguas de ancho en ambos márgenes del río… “y
creo que es el efecto de las inundaciones del río en tiempo de las grandes
avenidas, que los indios dicen ser periódicas en los veranos, y que cubren dos
y hasta tres leguas por cada lado. La planicie del terreno favorece estos
riegos naturales, que serán con el tiempo un manantial de riqueza para los que
vengan a explotarlo”. Y sigue diciendo que “estos parages abundan de perdices,
palomas, avutardas, patos, liebres, venados, etc.”.
Pedro de Angelis firmó
su “discurso preliminar” al “Diario de la navegación emprendida en 1781, desde
el Río Negro, para reconocer la Bahía de Todos los Santos, las islas del Buen
Suceso, y el desagüe del Río Colorado”, obra de Basilio Villarino (piloto de la
Real Armada), en Buenos Aires el 12 de marzo de 1839, luego de que los
gobiernos criollos argentinos continuasen con la obra expedicionaria de la
monarquía española.
[i] Nacido
en Nápoles en 1784, murió en Buenos Aires en 1859 y es considerado uno de los
primeros historiadores de Argentina.
[ii] Nacido
en Noia, A Coruña, en 1741, murió en Argentina en 1785, siendo reconocido como
marino, explorador y colonizador.
[iii] Árbol
parecido al olivo.
[iv] Hilera
de montañas que forman una especie de triángulo hasta los Andes y el estrecho
de Magallanes.
[v] Conjunto
de sierras desde la provincia de Buenos Aires hasta el cabo Corrientes en el
Mar del Plata.
[vi]
Poblados a base de toldos para formar viviendas. Ver “Liderazgos y política indígena
en pampa y norpatagonia durante la colonia: los Bravo, los Yahatí, los
Capisqui”, Carlón y Florencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario