Escania es la provincia
más meridional de la Suecia actual, formando parte de Dinamarca hasta la
derrota de esta en la guerra de 1657. Escania comprendía, a comienzos del siglo
XIX, las zonas costeras llanas y, en el interior, una tierra de “maleza y bosques”[i].
En Suecia, como en el
resto de Escandinavia, se combinó durante el siglo XIX el modelo matrimonial
existente en Europa occidental con el suyo propio de casamientos tardíos. En
las zonas rurales los jóvenes solían abandonar el hogar paterno para trabajar
como criados en otros hogares. Al casarse dejaban ese trabajo y formaban su
propio hogar, predominando la familia nuclear. Esto, dice Christer Lundh,
teniendo en cuenta diferencias regionales.
Las economías en las
que predominaba la cría de ganado recurrían en alto grado a la contratación de
criados. Donde se daba la vid requerían, sin embargo, jornaleros estacionales. Las
regiones productoras de cereal, como Escania estaban entre estos dos extremos.
Otra cosa son las diferencias dependiendo del número de dominios y del tamaño y
riqueza de las explotaciones: las más grandes tenían más criados. El tipo de
tenencia de la tierra es otro factor a considerar: las altas rentas exigidas
por los terratenientes a los arrendatarios incrementaron la demanda de
criados.
Las ciudades, por su
parte, no son los núcleos de la Europa mediterránea: allí se llama ciudad a las
que tienen entre 1.000 y 4.000 habitantes, si bien se consideran pequeñas; el
90% de la población, en el siglo XIX, vivía en el campo dedicada a la
producción cerealística en las llanuras meridionales, mientras que en el norte
se daba una producción mixta ganadera-agrícola con manufacturas.
Las explotaciones de menos
de 20 ha. fueron en aumento a lo largo del siglo XIX, desde 11.662 hasta
22.372, cuando a comienzos de la centuria la inmensa mayoría tenía entre 20 y
45 ha. además de algunas grandes propiedades. Los campos de cereal y los prados
dominaban, y las explotaciones pequeñas podían ser igualmente ricas en las
llanuras, dándose el caso de que a lo largo del siglo XIX creció el número de
explotaciones, tanto por las nuevas roturaciones como por la división de
aquellas, necesitando en este caso las familias complementar con otros
ingresos.
En 1825 cerca de la
mitad de la tierra era cultivada por campesinos propietarios o que arrendaban
las tierras a la Corona, y la otra mitad era tierra de la nobleza cultivada por
arrendatarios o de modo directo. En Escania había 160 grandes dominios y
durante el siglo XIX aumentaron las explotaciones satélite bajo control de
dicha nobleza. Estas se dedicaban a producir para el mercado, sobre todo a
partir de la ganadería para leche, y también creció el número de explotaciones
privadas, pues los arrendatarios pudieron comprar las tierras que trabajaban.
Ya en el siglo XVII y
hasta principios del XIX se habían dado cercamientos, con lo que la
productividad se elevó y la agricultura se hizo más comercial[ii], se introdujeron nuevas técnicas y aparecieron nuevas industrias en el campo,
duplicándose la población de Escania a lo largo del siglo XIX.
El proceso de
proletarización en el siglo XIX fue un hecho, pues el número de campesinos
propietarios creció mucho menos que el de colonos con poca o ninguna tierra ,
resultado más de una movilidad social descendente que de la distinta fertilidad
de las clases sociales. Muchos trabajadores agrícolas fueron reemplazados por
jornaleros.
El autor al que sigo
aquí aporta los siguientes datos: a lo largo del siglo XIX aumentaron en
Escania los propietarios inactivos por edad, los colonos y la nobleza; los
arrendatarios de explotaciones muy pequeñas disminuyeron en número, pero no
mucho; aparecieron los jornaleros, que llagaron a ser, en 1900, más de 25.000,
mientras que disminuyeron a menos de la mitad los criados y aumentaron los
propietarios de una cabaña con o sin parcela. Los criados constituían una
categoría de trabajador agrario, representando una quinta parte de la población
rural , trabajaban en períodos de un año para campesinos o grandes
explotaciones, y en este último caso podía suponer que el criado estaba
obligado, también, a prestaciones personales.
Los criados solían ser
jóvenes y en su mayoría solteros y no cualificados, cambiaban de amo con
frecuencia y por tanto se movían mucho, siendo las criadas encargadas de tareas
más bien domésticas. Pero el papel de los criados fue cambiando a lo largo del
siglo XIX: con el aumento de los precios de los granos los señores tendieron a
incrementar la producción, suprimiéndose, en ocasiones, el trabajo de los
arrendatarios por los asalariados. Cuando algunos dominios se especializaron a
finales del siglo XIX en la ganadería lechera o en cultivos industriales, lo
que necesitaban eran trabajadores cualificados, no criados.
Con la creciente
mercantilización del cereal y de la leche, la demanda de trabajo aumentó, y de
esta manera un trabajador a contrato sustituía a cinco o seis criados, los
cuales, viviendo en las casas de los amos, se adaptaban bien a las necesidades
a pequeña escala, pero a gran escala se requería la división del trabajo. Esto
contribuyó al declive del sistema de criados agrícolas, y en 1900 aparece una
tendencia consistente en que los criados pasen a ser servidores domésticos,
una ocupación muy feminizada.
Otra cosa son las
condiciones de empleo: desde mediados del siglo XVII habían estado reguladas en
la agricultura por las “Servant Acts”, pero esta legislación cambió varias
veces hasta 1833, la cual estuvo en vigor hasta 1926. Podía ser amo
cualquier persona con una empresa que necesitara contratar criados como mano de
obra y tuviera recursos económicos para mantenerlos. La “Servant Act” regulaba
los derechos y responsabilidades de amos y criados; estos últimos tenían
derecho a comida y alojamiento, si caían enfermos el amo estaba obligado a que
fueran atendidos, pero podía deducir del salario los gastos de médico y
medicinas.
Si el criado permanecía
en la casa del amo mucho tiempo, este quedaba obligado a mantenerlo y cuidarlo
hasta su muerte, debiendo ser devotos los criados, diligentes, sobrios y
decentes, fieles y obedientes con el amo. La ley también establecía lo que los
criados tenían prohibido hacer: desobedecer al amo, mostrar descontento
injustificado con la comida, robar, ser descuidados con el fuego y con las
propiedades del amo, tampoco debían visitar tabernas un otros lugares donde
sirviesen bebidas alcohólicas, ni abandonar la casa del amo sin permiso o pasar
la noche fuera…
[i] Christer
Lundh, “Criados agrícolas en la Suecia del siglo XIX…”.
[ii] Ver
aquí mismo "Los campos ingleses en la Edad Moderna".
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