miércoles, 20 de noviembre de 2019

Enfrentamiento entre dos dictaduras

F. Macías y M. Fraga

Tras la independencia de Guinea Ecuatorial en 1968, no pasaron sino unos meses hasta que las dos dictaduras, la del país africano y España, se enfrentaran. Quizá esto tenga que ver con el deseo de demostrar, por parte del presidente Macías, su reafirmación como el hacedor de la independencia ante los guineanos (se había firmado un Convenio para el período de transición). Por su parte España, la otra dictadura, demostró la incapacidad para que el proceso descolonizador desembocase en un régimen aceptable.

España intentó garantizar el estatuto jurídico de los funcionarios y demás personal español al servicio del gobierno guineano, como policías y otros agentes de seguridad y orden público, así como un estatuto para las Fuerzas Armadas españolas mientras permaneciesen en territorio guineano. Este convenio fue firmado, en nombre de España, por Manuel Fraga, y en nombre de Guinea por Francisco Macías, pero este pronto empezó con una serie de discursos populistas, amenazas y ultrajes –según ha estudiado Javier Martínez Alcázar[i]- contra los intereses españoles, siendo maltratadas algunas personas y expulsados varios médicos y otros funcionarios españoles.

A principios de 1969 el presidente Macías se expresó de la siguiente manera: “El hombre que hizo posible la independencia de África fue Hitler. Ese es el hombre que nos ha dado la libertad”. Poco después, en otro discurso, Macías decía que debía “expulsar a la guardia civil”, acusándola del asesinato de Acacio Mañé, camerunés que se encontraba en Bata para explotar una plantación. Mañé había participado en un movimiento de “liberación nacional de Guinea Ecuatorial” y murió en 1958 en condiciones extrañas, no estando probado que fuese la Guardia Civil la que le matase.

Macías era consciente de los intereses madereros de algunos españoles, diciendo que “son nuestros primeros enemigos”, amenazando con nacionalizar sus bienes. En otro discurso dijo tener “muchas quejas sobre las empresas madereras” y exigió “que no se metan en política…”.  Grupos de jóvenes venían haciendo tumultos en algunas ciudades de Río Muni, especialmente en Ebebigin[ii] y Niefang[iii], y en este ambiente se produjo la máxima tensión entre las dos dictaduras, guineana y española.

El comportamiento de Macías fue tanto más grave por cuanto ordenó la detención del opositor Bonifacio Ondó Edú, el candidato que había apoyado Carrero Blanco, por lo que no cabe pensar fuese un demócrata. Huido de Guinea se refugió en Gabón, pero las autoridades de este país accedieron a devolverlo a Guinea previa la promesa de que no sería represaliado. Lo cierto es que Ondó fue apresado y ejecutado por Macías después de haber sido sometido a torturas. El dictador guineano debía conocer el historial, en esta materia, del general Franco, por lo que la dictadura española no estaría legitimada para reprocharle nada.

Las autoridades españolas habían emprendido una ofensiva diplomática ordenando a su embajador en Santa Isabel, Juan Durán-Loriga[iv] que hiciese lo posible para conseguir que Ondó Edú saliese de la cárcel, argumentando que la situación creada ponía en cuestión la cooperación española durante el período de transición iniciado. Parece, entonces, que el Gobierno español quería permanecer en Guinea, pero ya hemos visto el tenor de algunos discursos del presidente Macías, al tiempo que un joven español que intentaba huir de Guinea en barca fue víctima de las fuerzas de Macías.

Desde España, sin embargo, se intentaba apaciguar al dirigente guineano, que combinaba la demagogia y las amenazas con la aceptación del “statu quo”. El general Franco le escribió en un tono conciliador e incluso elogioso (enero de 1969), sin hacer referencia a los discursos de Macías, que evidentemente eran conocidos en España. Mientras tanto los discursos de Macías seguían en un tono ofensivo para España: “estamos en lucha contra el imperialismo español”, y amenazó con expulsar del país a la Guardia Civil. “También son enemigos nuestros los madereros”, dijo en un discurso en febrero de 1969. 

Hasta tal punto la situación era confusa que Macías pidió al embajador español que la Guardia Civil permaneciese en Guinea, pues era la única fuerza capaz de contener los desórdenes. Ya en 1968, y antes de la independencia de Guinea, el Comité Internacional de la Cruz Roja llevaba a cabo vuelos desde Bata a Biafra en el contexto de la ayuda que los habitantes de esta última debían recibir, pues en una guerra que se desarrolló a lo largo de treinta meses  se enfrentaban los partidarios de la independencia de Biafra respecto del estado del que formaba parte, Nigeria, y esta misma. La política de Macías, favorable a las autoridades de este país africano, fue titubeante y, en todo caso, desfavorable para la población biafreña.

Como es lógico la bandera de España ondeaba en los edificios del consulado y la embajada, además de en los cuarteles de la Guardia Civil, pero en 1969 las autoridades guineanas ordenaron al cónsul que la arriase, a lo que este se negó si no se hacía la petición por los cauces diplomáticos establecidos (Convenio de Viena de 1963). Macías no hizo caso alguno a estas sugerencias y violó la soberanía española en su consulado, situado en Bata. Arrió la bandera española con violencia –dice Martínez Alcázar- y el cónsul protestó ante el gobierno guineano, por lo que fue declarado persona “non grata” y expulsado del país.

El embajador español quiso hablar con Macías pero este le amenazó igualmente con la misma declaración, lo que llevó a efecto. Es el momento en que la población española en Guinea siente la inseguridad que le llevará a pedir auxilio concentrándose en Bata, al tiempo que pidió ser evacuada. El gobierno español, por su parte, ordenó que la Guardia Civil permaneciese acuartelada, mientras Macías se dirigió a Franco por dos veces el mismo día (28 de febrero de 1969); también lo hizo al Secretario General de las Naciones Unidas. En el primer telegrama informaba a Franco de que había dispuesto la expulsión del cónsul y del embajador español, así como exigía la “evacuación inmediata” de las fuerzas armadas españolas, solicitando que España enviase nuevo personal diplomático a Guinea. En el segundo telegrama dice que los españoles habían incurrido en “numerosos actos de violación soberanía este país con violación personas y bienes de guineanos por fuerzas Guardia Civil españolas…”. Pedía a su vez que España tuviese otra “mentalidad colonial”. Las cárceles guineanas estaban llenas de opositores a Macías, como en España de opositores a Franco.

Macías había sido funcionario de la administración española y había ido escalando puestos hasta que llegó a ser alcalde de Mongomo, cerca de la frontera con Gabón, de donde salió también como alcalde Obiang, su sucesor, y muchos ministros y militares guineanos, hablándose de esta manera del “clan de Mongomo”. Luego se afilió al Movimiento de Unión Nacional de Guinea Ecuatorial, organización que había sido propiciada por el gobierno español bajo la presidencia de Ondó Edú. En 1964 se convirtió en diputado de la Asamblea General y poco después en vicepresidente del Consejo del Gobierno autónomo. 

Aquí entró en juego un español, García Trevijano, que se convirtió en su principal asesor: profesor universitario, abogado y notario, durante la Conferencia Constitucional ofreció su asesoramiento al grupo de Macías en contra de los intereses de Carrero Blanco, que apostaba por Ondó Edú. García Trevijano se valió de estos contactos para conseguir importantes concesiones forestales, pero lo que molestó a Carrero fue su alineamiento con Macías, por lo que se le retiró el pasaporte y se prohibió su entrada en España. En 1976 fue encarcelado –no muy distinto a lo que hacía Macías en Guinea- pero el gobierno español terminó cediendo a las exigencias de Macías, ya presidente, de retirar la Guardia Civil de Guinea.

Atanasio Ndongo, ministro de Asuntos Exteriores de Guinea, apareció entonces como el interlocutor más válido para entenderse con España. Ndondo había sido desde joven un luchador por la libertad e independencia de Guinea, lo que le valió numerosos arrestos y finalmente el exilio a Gabón. En 1966 regresó a Guinea formando parte del grupo de Monalige, y participó en la Conferencia Constitucional de Madrid. Candidato a la presidencia de la república guineana, resultó el tercero más votado, apoyando en la segunda vuelta a Macías, que le premió con la cartera de Asuntos Exteriores.

En la convulsa situación de Guinea del año 1969, fue acusado de conspirar para desbancar a Macías, lo que nunca ha sido probado, pero el dictador guineano aprovechó la ocasión para que sus sicarios defenestrasen a Ndongo, cuya muerte fue seguida por una tremenda depuración, con los asesinatos de Ondó Edú, Gori Molubela, Mitogo Etosa, Itoha Iyanga y otros muchos más. La república guineana seguía los pasos de su “madre” española, cuyo régimen estaba en los últimos años antes de la muerte de Franco.

Un conflicto con Gabón en 1972, a cuenta de las aguas territoriales, fue el preludio de lo que, unos años más tarde, acabaría con la vida de Macías, traicionado y sustituido (1979) por su sobrino, Teodoro Obiang, cuya crueldad quizá supere a la de Macías por su largo mandato (en vigor) y los numerosos casos de corrupción.



[i] “La crisis de marzo de 1969 en Guinea Ecuatorial”.
[ii] En el extremo nordeste de Río Muni y punto de enlace entre Bata y la región del nordeste del país.
[iii] El nombre de esta ciudad procede de encontrarse en el límite entre el mundo fang (grupo étnico que existía también en Gabón y Camerún) y las tribus playeras de la Guinea continental. Niefang era un importante centro de comunicaciones.
[iv] Había sido Director General de África y fue el primer embajador de España en Guinea Ecuatorial, el cual sería uno de los expulsados por Macías.

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