F. Macías y M. Fraga |
Tras la independencia
de Guinea Ecuatorial en 1968, no pasaron sino unos meses hasta que las dos
dictaduras, la del país africano y España, se enfrentaran. Quizá esto tenga que
ver con el deseo de demostrar, por parte del presidente Macías, su reafirmación como el hacedor de la independencia ante los guineanos (se había firmado un
Convenio para el período de transición). Por su parte España, la otra
dictadura, demostró la incapacidad para que el proceso descolonizador
desembocase en un régimen aceptable.
España intentó
garantizar el estatuto jurídico de los funcionarios y demás personal español al
servicio del gobierno guineano, como policías y otros agentes de seguridad y
orden público, así como un estatuto para las Fuerzas Armadas españolas mientras
permaneciesen en territorio guineano. Este convenio fue firmado, en nombre de
España, por Manuel Fraga, y en nombre de Guinea por Francisco Macías, pero este
pronto empezó con una serie de discursos populistas, amenazas y ultrajes –según
ha estudiado Javier Martínez Alcázar[i]-
contra los intereses españoles, siendo maltratadas algunas personas y
expulsados varios médicos y otros funcionarios españoles.
A principios de 1969 el
presidente Macías se expresó de la siguiente manera: “El hombre que hizo
posible la independencia de África fue Hitler. Ese es el hombre que nos ha dado
la libertad”. Poco después, en otro discurso, Macías decía que debía “expulsar
a la guardia civil”, acusándola del asesinato de Acacio Mañé, camerunés que se
encontraba en Bata para explotar una plantación. Mañé había participado en un
movimiento de “liberación nacional de Guinea Ecuatorial” y murió en 1958 en
condiciones extrañas, no estando probado que fuese la Guardia Civil la que le
matase.
Macías era consciente
de los intereses madereros de algunos españoles, diciendo que “son nuestros
primeros enemigos”, amenazando con nacionalizar sus bienes. En otro discurso
dijo tener “muchas quejas sobre las empresas madereras” y exigió “que no se
metan en política…”. Grupos de jóvenes
venían haciendo tumultos en algunas ciudades de Río Muni, especialmente en
Ebebigin[ii] y
Niefang[iii],
y en este ambiente se produjo la máxima tensión entre las dos dictaduras,
guineana y española.
El comportamiento de
Macías fue tanto más grave por cuanto ordenó la detención del opositor
Bonifacio Ondó Edú, el candidato que había apoyado Carrero Blanco, por lo que
no cabe pensar fuese un demócrata. Huido de Guinea se refugió en Gabón, pero
las autoridades de este país accedieron a devolverlo a Guinea previa la promesa de que no sería represaliado. Lo cierto es que
Ondó fue apresado y ejecutado por Macías después de haber sido sometido a
torturas. El dictador guineano debía conocer el historial, en esta materia, del
general Franco, por lo que la dictadura española no estaría legitimada para
reprocharle nada.
Las autoridades
españolas habían emprendido una ofensiva diplomática ordenando a su embajador
en Santa Isabel, Juan Durán-Loriga[iv]
que hiciese lo posible para conseguir que Ondó Edú saliese de la cárcel,
argumentando que la situación creada ponía en cuestión la cooperación española
durante el período de transición iniciado. Parece, entonces, que el Gobierno
español quería permanecer en Guinea, pero ya hemos visto el tenor de algunos
discursos del presidente Macías, al tiempo que un joven español que intentaba
huir de Guinea en barca fue víctima de las fuerzas de Macías.
Hasta tal punto la
situación era confusa que Macías pidió al embajador español que la Guardia
Civil permaneciese en Guinea, pues era la única fuerza capaz de contener los
desórdenes. Ya en 1968, y antes de la independencia de Guinea, el Comité Internacional
de la Cruz Roja llevaba a cabo vuelos desde Bata a Biafra en el contexto de la
ayuda que los habitantes de esta última debían recibir, pues en una guerra que
se desarrolló a lo largo de treinta meses se enfrentaban los partidarios de la
independencia de Biafra respecto del estado del que formaba parte, Nigeria, y
esta misma. La política de Macías, favorable a las autoridades de este país
africano, fue titubeante y, en todo caso, desfavorable para la población
biafreña.
Como es lógico la
bandera de España ondeaba en los edificios del consulado y la embajada, además
de en los cuarteles de la Guardia Civil, pero en 1969 las autoridades guineanas
ordenaron al cónsul que la arriase, a lo que este se negó si no se hacía la
petición por los cauces diplomáticos establecidos (Convenio de Viena de 1963).
Macías no hizo caso alguno a estas sugerencias y violó la soberanía española en
su consulado, situado en Bata. Arrió la bandera española con violencia –dice Martínez
Alcázar- y el cónsul protestó ante el gobierno guineano, por lo que fue
declarado persona “non grata” y expulsado del país.
El embajador español
quiso hablar con Macías pero este le amenazó igualmente con la misma
declaración, lo que llevó a efecto. Es el momento en que la población española en
Guinea siente la inseguridad que le llevará a pedir auxilio concentrándose en
Bata, al tiempo que pidió ser evacuada. El gobierno español, por su parte,
ordenó que la Guardia Civil permaneciese acuartelada, mientras Macías se dirigió a Franco por dos veces el mismo día (28 de febrero de 1969); también lo hizo al
Secretario General de las Naciones Unidas. En el primer telegrama informaba a
Franco de que había dispuesto la expulsión del cónsul y del embajador español,
así como exigía la “evacuación inmediata” de las fuerzas armadas españolas,
solicitando que España enviase nuevo personal diplomático a Guinea. En el segundo telegrama
dice que los españoles habían incurrido en “numerosos actos de violación
soberanía este país con violación personas y bienes de guineanos por fuerzas
Guardia Civil españolas…”. Pedía a su vez que España tuviese otra “mentalidad
colonial”. Las cárceles guineanas estaban llenas de opositores a Macías, como
en España de opositores a Franco.
Macías había sido
funcionario de la administración española y había ido escalando puestos hasta
que llegó a ser alcalde de Mongomo, cerca de la frontera con Gabón, de donde
salió también como alcalde Obiang, su sucesor, y muchos ministros y militares
guineanos, hablándose de esta manera del “clan de Mongomo”. Luego se afilió al
Movimiento de Unión Nacional de Guinea Ecuatorial, organización que había sido
propiciada por el gobierno español bajo la presidencia de Ondó Edú. En 1964 se
convirtió en diputado de la Asamblea General y poco después en vicepresidente
del Consejo del Gobierno autónomo.
Aquí entró en juego un español, García
Trevijano, que se convirtió en su principal asesor: profesor universitario,
abogado y notario, durante la Conferencia Constitucional ofreció su
asesoramiento al grupo de Macías en contra de los intereses de Carrero Blanco,
que apostaba por Ondó Edú. García Trevijano se valió de estos contactos para
conseguir importantes concesiones forestales, pero lo que molestó a Carrero fue
su alineamiento con Macías, por lo que se le retiró el pasaporte y se prohibió
su entrada en España. En 1976 fue encarcelado –no muy distinto a lo que hacía
Macías en Guinea- pero el gobierno español terminó cediendo a las exigencias de
Macías, ya presidente, de retirar la Guardia Civil de Guinea.
Atanasio Ndongo,
ministro de Asuntos Exteriores de Guinea, apareció entonces como el
interlocutor más válido para entenderse con España. Ndondo había sido desde
joven un luchador por la libertad e independencia de Guinea, lo que le valió
numerosos arrestos y finalmente el exilio a Gabón. En 1966 regresó a Guinea
formando parte del grupo de Monalige, y participó en la Conferencia
Constitucional de Madrid. Candidato a la presidencia de la república guineana,
resultó el tercero más votado, apoyando en la segunda vuelta a Macías, que le
premió con la cartera de Asuntos Exteriores.
En la convulsa
situación de Guinea del año 1969, fue acusado de conspirar para desbancar a
Macías, lo que nunca ha sido probado, pero el dictador guineano aprovechó la
ocasión para que sus sicarios defenestrasen a Ndongo, cuya muerte fue seguida
por una tremenda depuración, con los asesinatos de Ondó Edú, Gori Molubela,
Mitogo Etosa, Itoha Iyanga y otros muchos más. La república guineana seguía los
pasos de su “madre” española, cuyo régimen estaba en los últimos años antes de
la muerte de Franco.
Un conflicto con Gabón
en 1972, a cuenta de las aguas territoriales, fue el preludio de lo que, unos
años más tarde, acabaría con la vida de Macías, traicionado y sustituido (1979)
por su sobrino, Teodoro Obiang, cuya crueldad quizá supere a la de Macías por
su largo mandato (en vigor) y los numerosos casos de corrupción.
[i] “La
crisis de marzo de 1969 en Guinea Ecuatorial”.
[ii] En el
extremo nordeste de Río Muni y punto de enlace entre Bata y la región del
nordeste del país.
[iii] El
nombre de esta ciudad procede de encontrarse en el límite entre el mundo fang
(grupo étnico que existía también en Gabón y Camerún) y las tribus playeras de
la Guinea continental. Niefang era un importante centro de comunicaciones.
[iv] Había
sido Director General de África y fue el primer embajador de España en Guinea
Ecuatorial, el cual sería uno de los expulsados por Macías.
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