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Una tesis doctoral de
la que es autor Rafael Guerrero Elecalde[i]
demuestra la importancia de las redes sociales formadas por algunas familias
para hacerse con diversas parcelas de poder entre los siglos XVII y XVIII. En
1705 fue nombrado secretario del Despacho Universal “de todo lo que no era
Guerra y Hacienda”, Pedro Cayetano Fernández del Campo y Salvatierra, segundo
marqués de Mejorada, nacido en el seno de una familia muy ligada al servicio del rey. Su padre había sido secretario de Despacho Universal de Felipe IV y Carlos II, teniendo sus raíces en el Valle de Mena, hoy al norte de la provincia de
Burgos, pero con principal centro de actuación en la ciudad de Bilbao.
Pedro Cayetano ya fue
encumbrado cuando solo tenía 15 años de edad, nombrado comendador de Paralera,
en la orden de Alcántara; luego, con Carlos II, fue enviado como embajador a
Viena aunque para un tema menor, siendo nombrado a su regreso acemilero mayor
del rey y otros cargos. Su fidelidad a Felipe V fue demostrada “con gran
dispendio de su propia hacienda” durante la guerra de sucesión a la corona de
España.
De todas formas ha sido
un servidor de perfil bajo y muy supeditado a las órdenes de los franceses que
rodeaban al primer Borbón, falleciendo en 1721 y siendo su sucesor en la
secretaría de Despacho su sobrino Manuel Vadillo Estrada y Velasco.
Vadillo nació también
en el Valle de Mena y descendía de una familia de infanzones, acogiéndose al
primer marqués de Mejorada, quien en 1673 “le introdujo en la covachuela”,
término este al que se referían en la época cuando se hablaba de la secretaría
de Despacho. En 1706 se produjo la fusión de las secretarías del Norte y la de
Italia del Consejo de Estado, manteniendo su propiedad el segundo marqués de
Mejorada, por lo que Vadillo ejerció como titular. Su familia fue
tradicionalmente patrona de la iglesia de Ciella (en el Valle de Mena) y guardó
un asiento al lado del Evangelio.
Como habían hecho sus
ascendientes, Vadillo continuó alimentando la cadena de patrocinios y trajo a
la corte a jóvenes sobrinos. Dos de estos “parientillos”, dice Rafael Guerrero,
fueron los hermanos Manuel y Juan de Viergol Vadillo, del mismo origen. Ambos
obtuvieron en 1700 el hábito de la orden de Santiago, y Manuel realizó su
carrera al abrigo de uno de los amigos del marqués de Mejorada, el navarro
Francisco Castejón Gil Oñate, que en 1699 había sido nombrado “oficial
entretenido” de la secretaría de Milán del Consejo de Italia.
Estas posiciones
otorgaron a esta gente un amplio poder en materias de Gracia y Justicia y en
los asuntos eclesiásticos, situando a sus parientes en empleos de estos ramos. En 1714, estando
vacante el obispado de Calahorra-La Calzada, con una renta de más de diecinueve
mil ducados, el confesor del rey, Robinet, promovió a Antonio de
Horcasitas y Avellaneda, que era arcediano de Saldaña, al tiempo que tío carnal
del tesorero mayor de Guerra en ese momento, conde de Moriana.
Robinet propuso también
al rey diversos empleos en iglesias y obispados vacantes: el arzobispado de
Zaragoza, los obispados de León, Jaén, Salamanca y Ciudad Rodrigo. El rey
confirmó en todo lo que le propuso su confesor. Esta elevación de parientes
(Juan Francisco de Viergol era eclesiástico) a través del confesor real se
realizó también con otros grupos familiares. Así se nombró al obispo de Coria,
mientras que las “piezas” que dejaba vacantes se otorgaron al sobrino de dicho
obispo, la prestamera (pensión) de Santa María de Tabladillo, en el obispado de
Astorga, y a otro personaje un beneficio simple en la parroquial de San Nicolás
de Soria.
Francisco de Viergol,
por su parte, se benefició del arcedianato de Saldaña, que había quedado
vacante como vimos, y así se cubrió una canonjía de la catedral de Toledo a
favor de Francisco Viergol, sobrino de Manuel de Vadillo.
En esta “trama de poder”
el marqués de Mejorada fue uno de sus principales componentes, de la que
también participaron los parientes de Vivanco y Angulo, el cual, en su
testamento, declaró: “los vínculos y mayorazgos que me toca… diezmos, ganados
y menudos… libertades de poner y quitar capellán como dueño y señor de las
dichas iglesias[ii]…
y demás rentas que pertenecen a dichos mis vínculos”.
Otra familia originaria
del Valle de Mena era la de los Luyando, uno de cuyos miembros fue protegido
del marqués de Villarias, primer director de la Academia de la Historia. La
familia Luyando –dice el autor al que sigo- es muy ilustre en Vizcaya, habiendo
introducido a dos de sus miembros en las elitistas guardias reales. Lorenzo[iii],
uno de ellos, fue llevado a la corte cuando era niño y en 1707 ya le vemos
luciendo el hábito de la orden de Calatrava, y más tarde ocupó varios cargos.
Leonardo, otro hijo de esta familia, también consiguió el hábito de la orden de
Calatrava y luego fue elegido alcalde de hijosdalgo de la Chancillería de
Granada.
Estos hermanos fueron parte
integrante del gobierno de Felipe V: cuando Melchor de Macanaz dirigió sus
últimas reformas y las más extremas (1713), eligió a Lorenzo como jefe de la
Sala de Gobierno del Consejo de Castilla y a Leonardo alcalde de Casa y Corte
(1714), pero como sabemos, dichas reformas fracasaron. La trama de poder
seguía.
Manuel Antonio Acevedo
Ibáñez de la Riva, nacido en la merindad de Trasmiera, medró gracias a la
influencia de su tío Antonio Ibáñez, arzobispo de Zaragoza, que conociendo la
vacante en la Chancillería de Valladolid, influyó para que “por la vía
reservada” dicha plaza fuese para su sobrino (la fiscalía de Valladolid[iv].
Así Acevedo continuó ascendiendo en la Administración y en 1706 fue designado
fiscal de la Sala de Millones del Consejo de Hacienda…
Estos casos no son los
únicos estudiados por Rafael Guerrero: Juan de Golleneche hizo negocios al
servicio del rey, la familia de los Villarreal de Bériz también hicieron
carrera en la corte durante el siglo XVII, los hermanos “Andicano” lucharon por
el control de la producción de armas; Miguel Francisco de Salvador, en la
corte, estuvo al frente de las manufacturas reales entre 1705 y 1715; también
hubo familias vascas en el abastecimiento de las tropas y el transporte de
municiones, arriendos y contrabando; la casa de comercio de Soraburu creó una
tupida red de colaboradores; los Aperregui y Miguel Ladrón de Guevara hicieron
lo que les correspondió en Tudela; los Idiáquez ya habían labrado su poder en
el siglo XVI y luego siguieron al servicio de Felipe V… Los cargos públicos y
los negocios, dice Rafael Guerrero, transitaban por el mismo camino.
[i] “Las
elites vascas en el gobierno de la monarquía borbónica…”.
[ii] San
Juan de Vivanco y San Pedro de Arceo.
[iii] Su
padre fue el abad de Vivanco.
[iv] Las
cartas del marqués de Mejorada y el arzobispo de Zaragoza han sido estudiadas y
citadas por el autor al que sigo aquí.
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