domingo, 17 de noviembre de 2019

Familias que mandaban en la Corte

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Una tesis doctoral de la que es autor Rafael Guerrero Elecalde[i] demuestra la importancia de las redes sociales formadas por algunas familias para hacerse con diversas parcelas de poder entre los siglos XVII y XVIII. En 1705 fue nombrado secretario del Despacho Universal “de todo lo que no era Guerra y Hacienda”, Pedro Cayetano Fernández del Campo y Salvatierra, segundo marqués de Mejorada, nacido en el seno de una familia muy ligada al servicio del rey. Su padre había sido secretario de Despacho Universal de Felipe IV y Carlos II, teniendo sus raíces en el Valle de Mena, hoy al norte de la provincia de Burgos, pero con principal centro de actuación en la ciudad de Bilbao.

Pedro Cayetano ya fue encumbrado cuando solo tenía 15 años de edad, nombrado comendador de Paralera, en la orden de Alcántara; luego, con Carlos II, fue enviado como embajador a Viena aunque para un tema menor, siendo nombrado a su regreso acemilero mayor del rey y otros cargos. Su fidelidad a Felipe V fue demostrada “con gran dispendio de su propia hacienda” durante la guerra de sucesión a la corona de España.

De todas formas ha sido un servidor de perfil bajo y muy supeditado a las órdenes de los franceses que rodeaban al primer Borbón, falleciendo en 1721 y siendo su sucesor en la secretaría de Despacho su sobrino Manuel Vadillo Estrada y Velasco.

Vadillo nació también en el Valle de Mena y descendía de una familia de infanzones, acogiéndose al primer marqués de Mejorada, quien en 1673 “le introdujo en la covachuela”, término este al que se referían en la época cuando se hablaba de la secretaría de Despacho. En 1706 se produjo la fusión de las secretarías del Norte y la de Italia del Consejo de Estado, manteniendo su propiedad el segundo marqués de Mejorada, por lo que Vadillo ejerció como titular. Su familia fue tradicionalmente patrona de la iglesia de Ciella (en el Valle de Mena) y guardó un asiento al lado del Evangelio.

Como habían hecho sus ascendientes, Vadillo continuó alimentando la cadena de patrocinios y trajo a la corte a jóvenes sobrinos. Dos de estos “parientillos”, dice Rafael Guerrero, fueron los hermanos Manuel y Juan de Viergol Vadillo, del mismo origen. Ambos obtuvieron en 1700 el hábito de la orden de Santiago, y Manuel realizó su carrera al abrigo de uno de los amigos del marqués de Mejorada, el navarro Francisco Castejón Gil Oñate, que en 1699 había sido nombrado “oficial entretenido” de la secretaría de Milán del Consejo de Italia.

Estas posiciones otorgaron a esta gente un amplio poder en materias de Gracia y Justicia y en los asuntos eclesiásticos, situando a sus parientes  en empleos de estos ramos. En 1714, estando vacante el obispado de Calahorra-La Calzada, con una renta de más de diecinueve mil ducados, el confesor del rey, Robinet, promovió a Antonio de Horcasitas y Avellaneda, que era arcediano de Saldaña, al tiempo que tío carnal del tesorero mayor de Guerra en ese momento, conde de Moriana.

Robinet propuso también al rey diversos empleos en iglesias y obispados vacantes: el arzobispado de Zaragoza, los obispados de León, Jaén, Salamanca y Ciudad Rodrigo. El rey confirmó en todo lo que le propuso su confesor. Esta elevación de parientes (Juan Francisco de Viergol era eclesiástico) a través del confesor real se realizó también con otros grupos familiares. Así se nombró al obispo de Coria, mientras que las “piezas” que dejaba vacantes se otorgaron al sobrino de dicho obispo, la prestamera (pensión) de Santa María de Tabladillo, en el obispado de Astorga, y a otro personaje un beneficio simple en la parroquial de San Nicolás de Soria.

Francisco de Viergol, por su parte, se benefició del arcedianato de Saldaña, que había quedado vacante como vimos, y así se cubrió una canonjía de la catedral de Toledo a favor de Francisco Viergol, sobrino de Manuel de Vadillo.

En esta “trama de poder” el marqués de Mejorada fue uno de sus principales componentes, de la que también participaron los parientes de Vivanco y Angulo, el cual, en su testamento, declaró: “los vínculos y mayorazgos que me toca… diezmos, ganados y menudos… libertades de poner y quitar capellán como dueño y señor de las dichas iglesias[ii]… y demás rentas que pertenecen a dichos mis vínculos”.

Otra familia originaria del Valle de Mena era la de los Luyando, uno de cuyos miembros fue protegido del marqués de Villarias, primer director de la Academia de la Historia. La familia Luyando –dice el autor al que sigo- es muy ilustre en Vizcaya, habiendo introducido a dos de sus miembros en las elitistas guardias reales. Lorenzo[iii], uno de ellos, fue llevado a la corte cuando era niño y en 1707 ya le vemos luciendo el hábito de la orden de Calatrava, y más tarde ocupó varios cargos. Leonardo, otro hijo de esta familia, también consiguió el hábito de la orden de Calatrava y luego fue elegido alcalde de hijosdalgo de la Chancillería de Granada.

Estos hermanos fueron parte integrante del gobierno de Felipe V: cuando Melchor de Macanaz dirigió sus últimas reformas y las más extremas (1713), eligió a Lorenzo como jefe de la Sala de Gobierno del Consejo de Castilla y a Leonardo alcalde de Casa y Corte (1714), pero como sabemos, dichas reformas fracasaron. La trama de poder seguía.

Manuel Antonio Acevedo Ibáñez de la Riva, nacido en la merindad de Trasmiera, medró gracias a la influencia de su tío Antonio Ibáñez, arzobispo de Zaragoza, que conociendo la vacante en la Chancillería de Valladolid, influyó para que “por la vía reservada” dicha plaza fuese para su sobrino (la fiscalía de Valladolid[iv]. Así Acevedo continuó ascendiendo en la Administración y en 1706 fue designado fiscal de la Sala de Millones del Consejo de Hacienda…

Estos casos no son los únicos estudiados por Rafael Guerrero: Juan de Golleneche hizo negocios al servicio del rey, la familia de los Villarreal de Bériz también hicieron carrera en la corte durante el siglo XVII, los hermanos “Andicano” lucharon por el control de la producción de armas; Miguel Francisco de Salvador, en la corte, estuvo al frente de las manufacturas reales entre 1705 y 1715; también hubo familias vascas en el abastecimiento de las tropas y el transporte de municiones, arriendos y contrabando; la casa de comercio de Soraburu creó una tupida red de colaboradores; los Aperregui y Miguel Ladrón de Guevara hicieron lo que les correspondió en Tudela; los Idiáquez ya habían labrado su poder en el siglo XVI y luego siguieron al servicio de Felipe V… Los cargos públicos y los negocios, dice Rafael Guerrero, transitaban por el mismo camino.



[i] “Las elites vascas en el gobierno de la monarquía borbónica…”.
[ii] San Juan de Vivanco y San Pedro de Arceo.
[iii] Su padre fue el abad de Vivanco.
[iv] Las cartas del marqués de Mejorada y el arzobispo de Zaragoza han sido estudiadas y citadas por el autor al que sigo aquí.

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