jueves, 7 de noviembre de 2019

Templarios en el Maestrazgo turolense

Río Gudalope
(https://www.aragon.es/-/rio-guadalope.-salto-de-la-cueva)
Iglesuela[i] recibió en 1242 su carta puebla de manos de los templarios, dentro de la bailía de Cantavieja. El nombre de Iglesuela del Cid recuerda el paso del guerrero castellano por estas tierras. Mirambel fue templaria en el siglo XIII, y recibió la carta puebla en 1243: “damos y concedemos a los cuarenta pobladores y sus descendientes de Mirambel… aguas, caminos, montes, bosques, pastos, carrascales y en general todas les pertenencias que suelen darse en todo poblamiento”.

Pío Baroja pasó una temporada en Mirambel. En su obra “La venta de la Mirambel” nos habla de la singularidad del Maestrazgo. En Castellote se encuentra un castillo templario que, cuando la orden del Temple fue disuelta a principios del siglo XIV, resistió con las armas en la mano. En este pueblo se puede observar en su abrevadero una serie de figuras medievales, donde destacan unas salamandras, animal que se asocia con el fuego, pues se creía que eran incombustibles. Las salamandras de Castellote acompañan a una “dama” que nos remite a cultos matriarcales.

En Cantavieja, en la iglesia de San Miguel, encontramos la tumba del “último templario”. En Bodón hay una virgen negra en la iglesia de la virgen del la Carrasca, evocación de las diosas negras egipcias y de los cultos matriarcales de oriente. El templo es una construcción templaria del siglo XIII.

En el castillo de Culla, a comienzos del siglo XIV, se formó una de las concentraciones más fuertes del Temple en el mundo occidental. Una vez disuelta la orden, las bailías turolenses pasaron al poder de la Orden de San Juan de Jerusalén (hospitalarios), dependientes de la castellanía de Amposta (Tarragona), mientras que los territorios valencianos fueron entregados a la Orden de Montesa, nacida en 1319.

El Maestrazgo turolense está formado por quince municipios en la actualidad: Allepuz, Bordón, Cantavieja, Cañada de Benatanduz, Castellote, La Cuba, Fortanete, La Iglesuela del Cid, Mirambel, Miravete de la Sierra, Molinos, Pitarque, Tronchón, Villarluengo y Villarroya de los Pinares, además de la entidad local de Las Cuevas de Cañart y las pedanías de Montoro de Mezquita, Abenfigo, Las Planas, Los Alagones, Dos Torres del Mercader, Ladruñán, La Algecira y El Crespol.

Cañada de Benatanduz, a más de 1.400 metros sobre el nivel del mar, cuenta con un sólido edificio del siglo XVI que fue hospital para pobres y donde hoy se encuentra la sede del Ayuntamiento. Podemos preguntarnos cómo fue posible que, en lugar tan apartado, los templarios estableciesen una de sus sedes, dándole carta de población a finales del siglo XII. En Castellote (al nordeste de la actual provincia de Teruel) destacan las ruinas de su castillo templario sobre el roquedo, la iglesia gótica de San Miguel y un arco abierto en una esquina entre dos muros.

Iglesuela del Cid, en la raya con la provincia de Castellón, aún conserva parte de las murallas, siendo la mayor parte de su patrimonio monumental posterior a la Edad Media. Mirambel, a casi mil metros de altitud, también tiene murallas y edificios a donde llegó el gusto renacentista. Miravete de la Sierra, a 1.200 metros de altitud, forma parte de los territorios influidos por el Temple, como Molinos y Pitarque, en la primera villa se encuentra una iglesia de estilo gótico flamígero del siglo XV (Nuestra Señora de las Nieves) y la segunda a 1.000 metros de altitud.

Tronchón es un pueblo a 1.100 metros de altitud con calles y casas muy singulares, que se han mantenido sin mancilla a lo largo de los siglos, y Villarluengo recibió carta puebla del rey Alfonso II de Aragón, confirmada por los templarios poco después de la muerte del rey. Villarroya de los Pinales, a más de 1.300 metros de altitud, cuenta con una gran torre de planta cuadrada.

Las Cuevas de Cañart es una población amurallada y Montoro de Mezquita se encuentra a 1.000 metros de altitud, muy cerca de los Órganos de Montoro, una gran roca en cuyas proximidades corre el río Guadalope, afluente del Ebro, y Abenfigo se encuentra en una hondonada respecto de la orografía montuosa del Maestrazgo turolense…

En todos estos territorios actuaron los templarios para su reconquista a favor de la monarquía aragonesa, hasta el punto de que permutaron, en 1291, sus posesiones en Tortosa por estas del Maestrazgo. El esfuerzo de repoblación, dice Miguel Giribets[ii], fue muy grande en el siglo XIII, después de terminada la conquista a manos cristianas de las tierras de Valencia. Cuando la Orden del Temple fue violentamente disuelta a comienzos del siglo XIV, supuso una tragedia socio-cultura (seguimos en esto a Miguel Giribets) para una sociedad en la que los templarios estaban bien enraizados. Aquí los templarios eran dueños de la tierra y, al mismo tiempo, dice Ávila Granados”[iii], señores de la población, en estas tierras se desarrolló la doma de caballos y en las herrerías y fraguas se hacían las armas de hierro, trabajando al mismo tiempo los caldereros, cordeleros, albañiles, yeseros y demás oficios en sus talleres. Tres encomiendas templarias dominaron toda esta organización, la de Cantavieja, la de Castellonte y la más pequeña de Villarluengo.



[i] En su ermita de la virgen del Cid se ve el laberinto en forma de espiral hecho con pequeñas piedras en el suelo, peregrinación simbólica en la que el peregrino recorre una ruta para acabar en el punto central.
[ii] Historiador del esoterismo en la antigüedad y la Edad Media.
[iii] “Templarios en el Maestrazgo”.

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