Palacio de San Telmo, residencia sevillana del duque de Montpensier |
Eu es una población que se
encuentra en la costa norte de Francia, en Normandía. En 1845 tenía unos 4.300
habitantes, cuando se reunieron allí el rey francés Luis Felipe de Orleáns y la
inglesa Victoria. Se trataba de ponerse de acuerdo sobre quien debía ser el
esposo de la reina Isabel II de España, pues entonces era importante para cada
una de las casas reinantes que la monarquía española no favoreciese a una o a
otra. Tal importancia cobraba este asunto que la reina española, que lo era
desde 1843, tuvo numerosos pretendientes, seguramente para fortalecer
determinada posición familiar más que por razones sentimentales.
Uno de esos pretendientes,
seguramente de los mejor situados, fue don Antonio de Orleáns, duque de
Montpensier, hijo del rey francés, pero a la postre don Antonio tuvo que
contentarse con la hermana de la reina de España, María Luisa Fernanda, pues
Inglaterra no aceptó que, de acuerdo con el Tratado de Utrecht, un hijo del rey
de Francia se convirtiese en rey de España, aunque fuese consorte. Orrego
Penagos, por su parte, señala que el controvertido Presidente de Ecuador, Juan
José Flores, ya en el exilio, intentó convertir al duque de Montpensier y a su
esposa Luisa Fernanda en reyes del país andino, pero sin éxito.
María del Carmen Fernández
Albéniz[i]
ha estudiado este asunto y dice que en las negociaciones de Eu no intervino la
monarquía española, pero mientras se produjo dicha reunión en la población
francesa, la reina Isabel, su hermana, la madre de ambas (María Cristina de
Borbón) y el primer ministro Narváez, viajaron a Pamplona para reunirse con dos
de los hijos de Luis Felipe de Orleáns, el duque de Nemours y el duque de
Aumale y aquí se ratificó lo que ya había acordado María Cristina de Borbón con
el rey de Francia con anterioridad y durante el exilio de aquella. Así se
estableció que don Francisco de Asís, nieto del rey español Carlos IV, fuese el
que contrajese matrimonio con la reina Isabel II, mientras que su hermana
recibiría por esposo al duque de Montpensier (don Antonio de Orleáns).
Francisco de Asís era primo de la
reina Isabel, a la cual parece no le hizo gracia alguna la suerte que le tocó:
“pequeño, delgado, de gesto amanerado, de voz atiplada y andares de muñeca
mecánica. En la intimidad le llamaban Paquita. Le gustaban los baños, los
perfúmenes [sic], las joyas y las telas finas”, cita Fernández Albéniz. No
sabemos si esta descripción procede de una maléfica pluma o tiene algo de
verdad, pero lo cierto es que el personaje tuvo abundante prole antes de
separarse de la reina y pasar a vivir en su palacio de Épinay-sur-Seine,
habiendo recibido muchas condecoraciones. Ni siquiera la restauración de la
monarquía borbónica en 1875 en la persona de su hijo Alfonso XII, le hizo
volver a España.
Por lo que se refiere al duque de
Montpensier, cuando contrajo matrimonio con la hermana de la reina Isabel, no
hablaba el castellano, como doña María Luisa Fernanda el francés, y aquel
colaboró con el general Prim en el destronamiento de la reina (1868) quizá con
la esperanza de que los militares le reconociesen como rey, lo que tampoco se
produjo en esta ocasión. Hasta que llegó este momento, los recién casados
vivieron dos años en París, pero como el rey francés había sido destronado en
1848, el duque de Montpensier se apresuró a reclamar su herencia, que ascendía
a 57 millones de reales entre joyas, fincas y dinero.
Montpensier y su esposa se
instalaron en Sevilla a la vuelta de París y allí comenzó el duque a conspirar
contra la reina; el caso era llegar a ser rey de España. Incluso quiso ir a
combatir en Marruecos aprovechando el nombramiento real de Capitán General
del Ejército, pero la reina no se lo permitió ante el temor de que volviese
convertido en un héroe. Lo cierto es que mientras la reina Isabel se apoyó
durante todo su reinado en los moderados, los unionistas de O’Donnell
prefirieron al duque de Montpensier, aún teniendo en cuenta que en 1857 había
nacido el hijo de Isabel II, Aflonso.
Estando delicada de salud la
reina, su hermana la infanta viajó a Madrid para aconsejarla en el sentido de
que abdicase nombrando una regencia, a sabiendas de que un firme candidato
sería su esposo. A tal punto se temió por la vida de la reina que incluso viajó
a Madrid su madre, la reina María Cristina, mientras que Luisa Fernanda tuvo
que regresar a Sevilla sin haber conseguido nada de sus objetivos, pero este
intento marcó una ruptura entre la reina y el matrimonio Montpensier, hasta el punto de que se llegó a hablar de dos Cortes en España,
Madrid y Sevilla. En 1867 don Antonio se aseguró el apoyo de Ríos Rosas, que
era opuesto a Narváez en ese momento. “La conspiración –dice Fernández Albéniz-
ya no se hacía solapadamente, sino a la luz del día” y el palacio de San Telmo
sevillano era lugar de cita de todos los enemigos de la reina Isabel.
La reina, por medio del entonces
Presidente del Gobierno, González Bravo, decidió expulsar de España a su
hermana y cuñado, los cuales se instalaron en Lisboa no sin dificultades, pues
en un principio la Corte portuguesa no los quería en su territorio. Incluso
estando enfermo Napoleón III se especuló con la posibilidad de una posible
vuelta de los Orleáns al trono de Francia, lo que sabemos no se produjo. Los
generales Fernández de Córdoba, Serrano y Dulce, mientras tanto, hacen acopio
de oficiales en 1867 para ofrecer la Corona de España (“en caso de que esta quedase vacante”) a la infanta y a su
esposo, cuando los Duques ya estaban
resueltos a destronar a Isabel II, lo que les costó, según la infanta Eulalia[ii],
la cantidad de 16 millones de francos.
Empezaron entonces la detenciones
mientras los generales Dulce y Serrano fueron enviados a Cádiz y encerrados en
un fuerte; otros fueron enviados a las islas Canarias y otros a lugares del
interior de la península. Por contra el almirante Topete concentró en la bahía
de Cádiz cuatro fragatas, tres vapores, cuatro goletas y varios transportes
más, mientras el general Prim llegó a Cádiz desde Inglaterra junto con Sagasta
y Ruiz Zorrilla para unirse a Topete. Poco después llegó Serrano y se puso de
acuerdo con Prim, dándose inicio a la revolución llamada “gloriosa” de 1868, que
destronó a la reina. La proclama fue redactada por Adelardo López de Ayala[iii], Sevilla se sublevó a continuación, así como otros pueblos de Andalucía, poco
antes de que en Alcolea, barriada cordobesa, se diese la batalla con la
victoria de los sublevados.
Ya estaban dadas las condiciones
para que Montpensier fuese propuesto como rey de España, pero hubo otros
candidatos como el portugués Fernando de Sajonia-Coburgo, que no aceptó. Leopoldo de Hohenzollern
fue descartado al oponerse Napoleón III, y Alfonso, hijo de la reina destronada,
no fue aceptado por Prim. No sabemos hasta qué punto Montpensier fue descartado
por haber matado en duelo a un cuñado de la reina Isabel II, pero lo cierto es
que el elegido sería el hijo del rey de Italia, Amadeo de Saboya… Cuando este
reinado se demuestre inviable y nazca la I República española, Montpensier no
podrá ya soñar con ser rey de España, y menos cuando el golpe de estado de
Martínez Campos traiga de Inglaterra al hijo de Isabel y este sea aceptado por
una camarilla con el nombre de Alfonso XII.
Don Antonio murió en 1890 en un
cortijo que había adquirido hacía tiempo en Torrebreva, Sanlúcar de Barrameda.
[i] “El
duque de Montpensier y sus aspiraciones a la Corona de España”, Universidad de
Sevilla.
[ii] Una de
las hijas de Isabel II.
[iii][Dramaturgo y académico español.
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