martes, 25 de diciembre de 2018

Quemados, encarcelados o fugitivos

Palacio de los Mendoza en Guadalajara
herreracasado.com/1980/05/10/el-palacio-de
-antonio-de-mendoza-y-el-convento-de-la-piedad/

En el siglo XVI la Inquisición española se empleó en tal actividad que no fueron pocos los luteranos, anabaptistas, alumbrados y otros reformistas religiosos que fueron quemados vivos, encarcelados o se vieron obligados a huir. Las reuniones que llevaban a cabo estos partidarios de una espiritualidad distinta de la católica tuvieron lugar en muchos sitios de España: Pastrana[i], Escalona[ii], Cifuentes[iii], Toledo, Guadalajara, Madrid, Alcalá de Henares, Sevilla, Burgos, Cuenca, Palencia, San Sebastián, Pamplona, Salinillas de Buradón[iv], Lastras de la Torre[v], Orduña[vi], Bermeo[vii], Motrico[viii], Zaragoza, Calahorra[ix], Uncastillo[x], Jaén, Carmona[xi], Segovia, Cádiz, Jerez de la Frontera, Guillena[xii], Zamora, Toro, Mota del Marqués[xiii] y no se agotan aquí las poblaciones en las que hubo conventículos de reformadores, incluyendo Nápoles y otras ciudades europeas dependientes de la monarquía española.

Según Manuel de León de la Vega[xiv] estos alumbrados, luteranos y/o anabaptistas se reunían unas veces en los castillos de los nobles, otras en conventos y casas. En Cifuentes los frailes franciscanos Diego Barrera y Antonio Pastrana fueron portavoces de las nuevas doctrinas. En Alcalá fue la Universidad el foco principal, donde destacó Isabel de la Cruz, que aunque de condición humilde y judeoconversa, fue capaz de aglutinar a un grupo en torno a ella. Sobre 1523 –dice León de la Vega- Isabel de la Cruz recorrió “todos los rincones de Castilla”. En un ambiente humanista y en torno al palacio renacentista de los Mendoza, en Guadalajara, se formará el primer cenáculo importante de los alumbrados, donde predicará María de Cazalla: también de origen judeoconverso, fue una religiosa andaluza y perteneciente a una familia rica.

Rodrigo Vivar (o Bibar) estuvo también en la mansión de los Mendoza en Guadalajara, y haciéndose amigo de Eguía, fue un ejemplo del humanismo erasmizante. Luego congregó en su casa a algunos amigos para leer conjuntamente la Escritura. Otros núcleos importantes estaban en Burgos, Toledo, Cuenca, Palencia y Alcalá, los cuales fueron perseguidos por la Inquisición, muriendo en la hoguera el sacerdote vizcaíno Juan López de Celaín. Este había estado predicando por Granada y repartiendo limosnas que facilitaba Diego de Eguía, de abundante fortuna. A Celaín le acompañó en las misiones Juan del Castillo, partidario de una espiritualidad filo-islámica. También tuvieron importancia los canónigos de Palencia.

Los primeros cenáculos importantes en Vizcaya los encontramos en torno a 1539 y parece que fueron consecuencia de las persecuciones inquisitoriales de Fernando de Valdeolivas, pues en los autos de fe  ya aparecen luteranos de San Sebastián, Pamplona, Salinillas de Buradón, Lastras de la Torre, Orduña, Bermeo, Motrico y otros lugares, que fueron influidos por calvinistas franceses.

En Zaragoza encontramos libreros entre los protestantes, generalmente hombres de elevada posición económica, entre los años cuarenta y cincuenta. En Toledo, en 1548 y 1549, fueron condenados cinco protestantes, uno de ellos Juan Miguel, y luego Francisco del Río. También el tribunal de Calahorra se empleó a fondo. En Uncastillo destaca Juan Sánchez de Biel, que había ido a estudiar a París por encargo del cenáculo al que pertenecía. Su proceso se ha conservado y ha sido publicado por Gordon Kinder[xv].

Si nos centramos en Sevilla aquí la información es muy abundante: había un flamenco entre muchos españoles, Fray Francisco de la Puerta, del monasterio de San Isidoro, y predominaban los clérigos (de los 180 procesados en Sevilla, 46 eran eclesiásticos). No solo, pero sobre todo en Sevilla, predicó Rodrigo de Valer, lo que le valió enfrentarse a la Inquisición en dos procesos, y también en Sevilla formó un cenáculo Juan Gil (Egidio), que era canónigo e influyó en los ambientes cultos de la ciudad. Otro grupo lo formaron los monjes jerónimos de San Isidoro en Santiponce y los del valle de Écija; el monasterio era centro intelectual que reclutaba a hijos de conversos, pero once de los monjes tuvieron que huir a Ginebra ante la presión inquisitorial, entre los que estuvieron Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera. El primero, teólogo jerónimo, fue a morir a Fráncfort del Meno, igual que el segundo, considerado en alguna fuente como el “hereje español” por excelencia; los dos fueron grandes conocedores de la Biblia. Los monjes jerónimos del monasterio de San Isidoro que no pudieron huir fueron quemados públicamente mediante autos de fe. Antonio del Corro, por su parte, fue de los que consiguieron huir refugiándose en Ginebra, donde se convirtió al calvinismo[xvi].

Juan Ponce de León, hombre rico, facilitó “heredades” para que Julián Hernández y Luis de Abrego, médico este, tuviesen su congregación espiritual. El primero se crió en Alemania y quizá esto facilitó su familiaridad con la religiosidad protestante. Otro conventículo fue el formado en la casa de Isabel Baena, que sería “relajada por fautora y receptadora y encubridora de herejes…” (1559). Colaborador de Baena fue el licenciado Losada, que fue quemado, mientras que los que habían muerto ya, fueron desenterrados sus cuerpos y quemados, como los de Vargas y Egidio, que habían predicado, junto con Constantino Ponce, la doctrina evangélica en la catedral de Sevilla. Vargas había explicado Escritura, a su vez, en la cátedra del cabildo de Sevilla, habiendo estudiado en Alcalá junto con los otros dos. Cristóbal de Losada, médico, y Juan González, también tuvieron su congregación sevillana.

María Cornejo y Catalina de Villalobos también formaron congregaciones luteranas en Sevilla, pero fueron los frailes jerónimos los que más hicieron por la nueva espiritualidad: del monasterio de San Isidoro dependían el de Santa Ana de Tendilla, en la actual provincia de Guadalajara; el de Santa María de Barrameda, junto a Medina Sidonia (Cadiz); el de San Miguel de los Ángeles, junto a Pedrín (Sevilla); la ermita de Santa Quiteria en Jaén; el monasterio de Nuestra Señora de Gracia (Carmona) y el de Nuestra Señora del Valle (Écija). El prior de este último tuvo que huir a Ginebra, y en un auto de fe en Sevilla en 1562 aparece relajado, y le fueron confiscados sus bienes a Cristóbal de Arellano, de Arnedo (La Rioja) por predicar el luteranismo.

Leonor de San Cristóbal, profesa del monasterio de Santa Paula de Sevilla, no podía salir del mismo “por cosas de la secta luterana”, y dos destacados participantes en el Concilio de Trento, Juan de Regla y Francisco Villalba, fueron procesados por luteranismo en Zaragoza y Toledo respectivamente. En Santiponce fueron quemados vivos tres, once quemados en efigie, dos sufrieron cárcel perpetua y uno cárcel parcial. De Fray Andrés de Málaga, igualmente acusado de luterano, no sabemos su suerte, pero fue encarcelado el sacristán de la catedral de Sevilla, otros beneficiados de las iglesias de San Martín y de San Vicente, el capellán de la capilla de los Reyes, el de la capilla de Santa Ana en el barrio de Triana y varias monjas jerónimas de San Pablo. Por sus declaraciones- según Werner Thomas- fueron encarceladas 180 personas de Sevilla, Cádiz, Jerez de la Frontera, Guillena y otros pueblos de Andalucía.

Cristóbal Padilla en Zamora y el doctor Herrezuelo en Toro también formaron congregaciones espirituales; de esta última formaron parte muchos españoles, además de Carlos de Seso y el criado Antón Bagor, inglés este último. En Toledo se publicaron unos folletos, en torno a 1559, en un tono exaltado, anticlerical y antipapista que contenían proclamas para “abrir los ojos a la iglesia cristiana y deshacerse de la iglesia papista”, refutando los artículos de la fe y dogmas de la Iglesia de Roma como las imágenes, la cuaresma, el purgatorio, el limbo, la transustanciación… Estos folletos ya habían sido publicados en Alcalá, siendo el autor el tipógrafo de esta última ciudad, Sebastián Martínez[xvii]. Otro fue el cenáculo de las monjas de Belén en Valladolid… y este asunto no se agota aquí.



[i] En la actual provincia de Guadalajara.
[ii] En la actual provincia de Toledo.
[iii] Guadalajara.
[iv] Al sur de la provincia de Álava.
[v] Al norte de la provincia de Burgos.
[vi] En la actual provincia de Vizcaya.
[vii] Vizcaya.
[viii] En la actual provincia de Guipúzcoa.
[ix][ix] En la actual provincia de La Rioja.
[x] En la actual provincia de Zaragoza.
[xi] En la actual provincia de Sevilla.
[xii] En la actual provincia de Huesca.
[xiii]En la actual provincia de Valladolid.
[xiv] “Los protestantes y la espiritualidad evangélica en la España del siglo XVI”. En esta obra se basa el presente resumen.
[xv] Ver el “Índice histórico español”, vo. XXXVI, 1998 publicado por la Universidad de Barcelona.
[xvi] Hay una familia del Corro en Fuente de Cantos, Badajoz, durante el siglo XVII, pero no es seguro que se trate de la misma que la del humanista protestante. Ver aquí mismo “Mula, esclava y oratorio alhajado”.
[xvii] Hay otro impresor de Valladolid con este mismo nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario