Casa de Ayuntamiento de Boecillo |
Cómo una familia puede llegar a
emparentar con otras formando un entramado caciquil que dirige uno o varios de
sus miembros, es lo que Inés S. Hidalgo Marín ha estudiado en uno de sus
trabajos[i].
Boecillo es un pueblo de la
provincia de Valladolid, cercano a la capital, que ha experimentado un
crecimiento extraordinario a partir del establecimiento de un parque
tecnológico por las autoridades regionales. Allí nació, en 1840, Germán Gamazo,
personaje central que sirve a la autora citada para estudiar las relaciones del
caciquismo con el dominio de una familia en la segunda mitad del siglo XIX.
Gamazo trabajó como pasante en el bufete de Manuel Silvela para independizarse
más tarde profesionalmente, pues había estudiado Derecho y se había doctorado
en 1865. En 1871 se había iniciado en la política como diputado, también de la
mano de Manuel Silvela en las filas de Unión Liberal, para luego pasarse al
grupo Centralista de Alonso Martínez, valedor este de la carrera política del
conde de Romanones.
En las filas liberales de
Sagasta, se empieza a distanciar de este en 1887, cuando Gamazo se incluye en
la proteccionista “Liga Agraria”[ii].
Desde 1898 un grupo de ochenta y ocho diputados abandonarán a Sagasta para
formar la facción gamacista, pero su falta de cohesión, únicamente explicada
por la figura del líder, llevó a esos gamacistas a dividirse entre los
partidarios de Santiago Alba y el maurismo, más conservadores estos.
G. W. McDonogh, a quien cita la autora
que sigo, destaca cómo en el siglo XIX la familia desempeñaba un significativo
papel central dentro de la organización y la reproducción de la elite, lo que
vemos en la familia Gamazo. No se habla aquí de la familia nuclear, sino de la
más extensa cuyos miembros están unidos por unos mismos intereses, por redes
clientelares y que cohabitan en amplias viviendas comunes.
Entre las estrategias de
vinculación con la elite está en primer lugar la vía matrimonial –dice Inés
Hidalgo- que para el caso de Gamazo empieza en los años treinta con la unión,
en Boecillo, entre los de aquel apellido y los Calvo. Luego vino el matrimonio
de Antonio Maura con Constancia Gamazo, hermana de Germán. En 1916 Maura
contaba en las Cortes con dos hijos, dos sobrinos y un consuegro, mientras que 1923
con un hijo, un yerno y dos sobrinos.
La vinculación de la familia
Gamazo con la aristocracia –fenómeno que no es único ni mucho menos- tuvo que
ver, según Tuñón de Lara, frente a las clases populares, que empezaban a
demostrar su capacidad movilizadora. Si bien la presencia de la nobleza en la
política de la Restauración no es significativa, la familia Gamazo constituye
en esto una excepción. El “ennoblecimiento” podía venir por concesión real,
pero también eclesiástica, mediante matrimonio o por herencia.
El padre de Gamazo estuvo
dedicado a la administración pública y al negocio del vino, pero también compró
bienes en 1841 procedentes de la desamortización de Mendizábal; con los beneficios
se interesó en invertir en una empresa ferroviaria para la construcción del
tramo Alar del Rey-Santander (1850). Los tres hijos varones de Timoteo (el
padre de Gamazo) estudiaron Derecho, la carrera que daba mejor acceso a la
política y a la Administración. En el Colegio de Abogados Germán Gamazo conoció
a Silvela y a Moret, entre otros, y a partir de ese momento comenzaron las
tácticas del favor, el control de la Administración de Justicia, las relaciones
con políticos como León y Castillo, nobles y otros. Así vinieron las
recomendaciones con las que Gamazo ampliaba la clientela de su bufete, y luego sus agentes políticos: situó a unos y a otros en juzgados, inspecciones,
conserjerías, estaciones de ferrocarril, carterías… como Inés Hidalgo ha podido
ver en los archivos privados de la familia. Otra actividad a favor propio fue
el patronazgo de la prensa, fundando “El Eco de Castilla” en 1883, su portavoz.
Más tarde hizo otros intentos en este sentido.
Las relaciones entre la política
y los negocios llevó al caciquismo, de forma que la riqueza se convirtió en
base del poder que iba adquiriendo la familia (particularmente Germán Gamazo,
pero un hermano suyo, Juan Antonio, llegó a convertirse en uno de los mayores
capitalistas de España). Mientras tanto, Germán se hizo rico con su bufete,
pues en un país con muchos pleitos y una sociedad muy poco formada había que
recurrir constantemente a intermediarios. Se dedicó al préstamo usurario con
garantías hipotecarias e intereses anuales de hasta el 10%. Sus deudores
contrajeron con Gamazo un conjunto de obligaciones, entre aquellos, miembros de
la nobleza.
Juan Antonio, hijo de Germán,
siguiendo la tradición familiar, se dedicó a la elaboración de vino en
Boecillo, al cultivo del cereal en grandes propiedades, a explotar la madera de
los pinares y a alimentar una cabaña de ganado lanar y vacuno en las praderas
adquiridas o heredadas. Invirtió en sociedades eléctricas, empresas textiles y
de la construcción (naval). También invirtió en los transportes y la banca,
sobre todo en el ferrocarril. A ello no fue ajeno el poder político de Germán,
que sirvió para generar la riqueza económica propia y de sus descendientes.
Gamazo fue liberal pero solo de
conveniencias: para proteger sus intereses defendió el proteccionismo del
trigo, pero el librecambismo en el comercio del vino. En
definitiva, convirtió la política en instrumento a su favor, sin separación
entre el bien público y el suyo propio, aunque esto no es exclusivo de este personaje, como
cabe suponer. La autora a la que sigo cita a título de ejemplos al republicano
José Muro y al conservador Alonso Pesquera.
[i] “La
familia Gamazo elite castellana en la Restauración (1876-1923)”.
[ii] Las
bases económicas de Boecillo, entonces, estaban en el cereal, la vid y la ganadería.
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