La isla de Nutka se encuentra al
oeste de la de Vancouver, esta bastante mayor, al suroeste del actual Canadá.
Hasta allí llegaron los intereses de españoles, portugueses, ingleses y rusos,
por lo menos, cuando a finales del siglo XVIII se produjo un importante litigio
entre las monarquías española e inglesa por su control.
Emilio Soler Pascual[i]
ha estudiado este asunto y señala que según la Instrucción de Floridablanca, de
julio de 1787, los oficiales españoles destacados en el Pacífico californiano,
recibieron órdenes para que se llevaran a cabo nuevos reconocimientos hacia el
norte y “fijaran y aseguraran los puntos que se puedan, aficionando los indios
y arrojando cualesquiera huéspedes que se hallen establecidos”. A estas alturas
del siglo XVIII la monarquía española defendía el proteccionismo a su favor de
todos los territorios a los que llegase, pero otras potencias como Inglaterra
no estaban dispuestas a aceptar esto, defendiendo el libre comercio, pesca y
asentamiento en las zonas que no estuviesen claramente en manos de otro estado.
Franceses y, sobre todo rusos e ingleses, buscaban nuevas zonas para ensanchar
su comercio.
En mayo de 1789 el comandante
Esteban Martínez se empleó a fondo para expulsar a los no españoles que se
hubiesen asentado en Nutka, donde encontró fondeados en el puerto a dos buques
matriculados en Boston. Los capitanes de estos buques excusaron su presencia
alegando que se habían tenido que refugiar allí por las inclemencias del
tiempo, lo que fue aceptado por el español Martínez. También se encontraba allí
un paquebote portugués, propiedad de un comerciante afincado en Macao y
relacionado con el inglés John Meares[ii],
que había estado ya en Nutka entre 1785 y 1788 varias veces.
Las desavenencias surgieron –dice
Soler Pascual- cuando días después un paquebote inglés arribó a Nutka llevando
sus bodegas llenas de mercancías. El capitán James Colnett[iii]
tenía la intención de tomar posesión del puerto. Martínez le dijo que Nutka era
española, pero el inglés se resistió y, por ello, fue retenido con su navío y
tripulación, al igual que el paquebote portugués. El hecho es que el mallorquín
Juan Pérez[iv],
al mando de una fragata, buscando el mítico paso interoceánico, descubrió en
agosto de 1774 la bahía de Nutka (49 grados y 30 minutos de latitud norte), a
la que dio el nombre de San Lorenzo. Por lo tanto con anterioridad al paso por
aquellas tierras del capitán Cook en marzo de 1778, donde descubrió la
abundancia de madera que había.
Poco después del apresamiento por
Martínez, arribó a Nutka una balandra inglesa comandada por Thomas Hudson y,
con idénticos propósitos, una goleta de la misma nacionalidad. Martínez también
los detuvo enviando cautivos los buques al departamento de San Blas[v],
donde se encontraba, recientemente nombrado comandante, Bodega y Quadra[vi],
oficial español limeño que exploró la costa noroeste de América por el océano
Pacífico hasta Alaska. Bodega fue encargado por el virrey de México,
Revillagigedo, de dar solución al problema, llegando a Nutka a finales de 1789
y obsequió a los prisioneros poniéndolos en libertad, dedicándose luego a la
fortificación de la isla.
Entonces, la Corte española
utilizó a su embajador en Londres para poner en conocimiento a la británica de
los hechos, exigiendo un castigo para los infractores (año 1790). La Corte
inglesa respondió diciendo que el acto de violencia lo había cometido la Corona
española, preparándose aquella para la guerra, pues no estaba dispuesta a
perder las posibilidades que ofrecía la pesca, entre otros bienes. El argumento
inglés estaba en el libre comercio y pesca que debían presidir las relaciones
internacionales, sobre todo si contaban con el consentimiento de los naturales.
Ahí tenemos a la Corte española, consciente de su debilidad diplomática ante
los ingleses, intentando tranquilizarlos pero, al mismo tiempo, preparándose
para un eventual enfrentamiento armado. En mayo de 1790 se destinaron 39 buques
de guerra, 24 navíos con 114 cañones unos, 94 otro, dos de 80, catorce de 74 y
cinco de 64, al tiempo que 12 fragatas con 34 cañones, dos bergantines y una
balandra.
Los ingleses estaban haciendo lo
mismo en la base de Spithead[vii]
con caso 100 embarcaciones en los puertos de Spithead y Plymouth (agosto de
1790), mientras que el virrey Revillagigedo se mostraba optimista ante Floridablanda.
Pero en mayo de 1790 el capitán Meares había presentado un memorial a la Cámara
de los Comunes demostrando la compra de terrenos en Nutka a su cacique Macuina[viii].
Entonces es cuando Floridablanca
reúne a la Junta de Estado varias veces, viendo el grave giro que estaba tomando
la situación, y recurrió a la Francia revolucionaria para que se mantuviese su
solidaridad de acuerdo con los pactos de familia que aún no estaban denunciados
entre las dos ramas de los Borbón. Mirabeau hizo una cerrada defensa ante la
Asamblea de la justa posición española y Francia prometió 45 navíos que se
armarían en Tolon. Holanda, por su parte, se preparaba para ayudar a su aliada
Inglaterra. No siendo esto satisfactorio, pues Francia solo armó a 15 de los
buques prometidos, a Floridablanca no le quedó más remedio que buscar otras
alianzas, sobre todo cuando se supo que, no lejos de Nutka, los británicos
habían descubierto dos minas de oro y una de plata.
Llegó entonces a Madrid el
plenipotenciario inglés lord Alleyne, el cual, según Floridablanca, le
manifestó el deseo de una alianza entre ambos países. El español creyó que era
necesario, en efecto, llegar a un acuerdo con Inglaterra para evitar una guerra
ruinosa, proponiendo a Alleyne el arbitraje por un monarca europeo, la
concesión a Inglaterra de la indemnización pedida, aunque tan solo por hechos
probados, y exigir a Inglaterra una satisfacción equivalente si se demostrase
la culpabilidad de los ingleses. Este acuerdo se firmó en Madrid en julio de
1790 y se procedió a la desmovilización casi total de las dos escuadras.
El rey Carlos IV, sin embargo, no
aceptó lo que su ministro había firmado, teniendo que llegarse a otro, en
octubre del mismo año, firmado en El Escorial y lo más novedoso es que se
incorporaba la libre navegación y pesca, “en el Océano Pacífico o en los Mares
del Sur”, con algunas restricciones. En 1791 el virrey Revillagigedo informó a
Bodega y Quadra para que este procediese a la verificación del tratado,
iniciándose la expedición de Bodega a Nutka a finales de febrero de 1792. Tras
un mes de viaje recibió la visita del cacique Macuina, que le manifestó el
afecto que sentía por los españoles (supongo que esto mismo diría a los
ingleses). En julio llegó a Nutka el primer navío británico de la expedición de
Georges Vancouver, que debía hacer lo mismo que Bodega en nombre de los
intereses ingleses.
El lugar donde se encontraron los
dos, en Nutka, se llamó isla de Quadra y Vancouver, aunque con el paso del
tiempo quedó solo el nombre del inglés. A principios de 1794 España devolvió a
Inglaterra la isla de Nutka que, a su vez, renunciaba a sus derechos. Un
formulismo que evitó la guerra.
[i] “La
crisis de Nutka en las sesiones de la Junta de Estado. 1790”. Coloquio
Internacional sobre Bodega y Quadra, Lima, 1994.
[ii]
Explorador y comerciante de pieles que vivió entre 1756 y 1809.
[iii] Oficial
de la Royal Navy y comerciante de
pieles (en este caso de nutria marina). Vivió entre 1753 y 1806.
[iv] Ver https://www.navegar-es-preciso.com/news/joan-peres-hernandez1/
[v] En el
extremo sur de la baja California, México.
[vi]
Participó en la negociación sobre la soberanía del Pacífico noroeste en 1792.
[vii] Al sur
de Inglaterra.
[viii] Ver “El
indio americano en la Expedición Malaspina: imágenes del otro y lecturas
propias”, Antonio E. de Pedro.
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