Cementerio de Père-Lachaise (París) |
En el cementerio de Père-Lachaise de París se encuentra la tumba de uno de
los ilustrados españoles más notables desde finales del siglo XVIII a
principios del siglo XIX. La tumba es un templete de planta circular con
columnas lisas de orden toscano que sostienen un entablamento y una cúpula
rebajada en el más claro estilo neoclásico, sin concesión alguna a la
decoración y de una sobriedad extrema. Allí está enterrado Mariano Luis de
Urquijo, que murió en París en 1817 después de haber ocupado importantes cargos
políticos con el rey Carlos IV y con José I.
Urquijo estuvo abierto a las novedades culturales europeas, pero su
voluntad de cambio le fue pagada, según Aleix Romero[i], con el destierro, la prisión
y el exilio, lo que era común en una época de transición entre el Antiguo
Régimen el alumbramiento de otro nuevo. Estudiante en la Universidad de
Salamanca desde 1784, asistió a los enfrentamientos entre ultramontanos y
aperturistas, mientras Jovellanos aseguraba que, en dicha ciudad, “toda la
juventud era… pistoyense”[ii]. Los estudiantes conocían
las ideas de Tamburini entre otros que, aunque se prohibieron sus escritos,
profesores de mentalidad aperturista las divulgaron, como es el caso de Ramón
Salas[iii] o Diego Muñoz Torrero[iv], entonces rector de la
Universidad.
Entre Meléndez Valdés y Urquijo se trataban como Lusindo y Batilo, y así
Urquijo se aprovechó de las amistades del segundo: Jovellanos, Eugenio Llaguno[v], Ramón Salas, Nicasio
Álvarez Cienfuegos[vi],
Juan Bautista Picornell[vii] y otros. Cuando Uquijo
dio a la imprenta su traducción de “La muerte de César”, obra de Voltaire que
estaba prohibida en España[viii], nuestro ilustrado fue
investigado por la Inquisición, según Juan Antonio Llorente, pero la sanción
que sufrió fue moderada y la traducción de Uquijo no apareció en el Índice de
Libros prohibidos hasta años más tarde.
En 1792 el conde de Aranda propuso al rey Carlos IV que Urquijo se
incorporase a la Secretaría de Estado y más adelante consiguió la confianza de
Godoy (como luego le combatiría). Por las manos de Urquijo pasaron asuntos como
el “Discurso” del conde de Teba[ix], que pretendía levantar a
la aristocracia contra Godoy; luego fue nombrado secretario de la embajada en
Londres, donde estuvo solo unos meses, dedicándose a estudiar el sistema de
gobierno británico. Cuando Francisco de Saavedra[x], Secretario de Estado y
Hacienda, enfermó y perdió el habla, el rey habilitó a Urquijo en 1798 para
ocuparse de dicha Secretaría, pero tales eran las intrigas que por entonces se
daban en la Corte que unos días más tarde Jovellanos, Secretario de Gracia y
Justicia, fue cesado y recluido en Gijón.
Como ministro plenipotenciario en la República Bátava, nombrado por Carlos
IV, se ocupó de mediar entre la Francia del Directorio y Portugal, deseando
aquella el cierre de los puertos de esta al comercio británico. Como Francia no
se fio de las gestiones de Urquijo, solicitó al rey de España su sustitución, a
lo que el monarca se negó. Ello no fue obstáculo para que en 1799 una escuadra
francesa saliera del puerto de Brest con el propósito de unirse en Cádiz a la española
de Mazarredo, lo que puso en riesgo a esta de quedar a merced de la inglesa que
bloqueaba el Mediterráneo. Fue una muestra de que el Directorio trataba a
España subordinadamente, lo que provocó el cese del embajador Azara[xi].
Urquijo también tuvo opositores, sobre todo desde que en 1798 fueran
publicados los decretos sobre desamortización de los bienes de obras pías, que
tenían el objetivo de contener la devaluación de los vales reales sin
conseguirlo. Incurrió en contradicciones que se explican en el contexto de la
época, de oposición feroz entre reformistas y reaccionarios: impidió la
circulación de dos obras en las que se mostraban las invectivas de unos y
otros. Cuando murió el papa Pío VI en 1799, Urquijo publicó el Decreto por el
que los obispos y arzobispos españoles podían expedir dispensas matrimoniales,
entre otras cosas, lo que supuso un importante ahorro para el erario público.
Las disputas que originó esto, que se ha considerado como la máxima expresión
del regalismo, llevó a la división del episcopado español. Según algunos solo
apoyaron el Decreto los arzobispos de Granada (Moscoso y Peralta) y Tarragona
(el agustino Armañá y Font), más los obispos de Astorga (Gutiérrez Vigil),
Barbastro (el benedictino Abad Lasierra), Calahorra (Aguiriano y Gómez),
Salamanca (Tavira Almazán), Guadix (Magi y Gómez) y Tui (García Benito). El
nuncio Casoni se soliviantó por este decreto, uniéndose a ultramontanos como el
arzobispo de Zaragoza y el general de los franciscanos, Joaquínn de Campmay,
que llegó a proponer, en 1793, cuando estaba a punto la guerra contra la
Convención, la formación de un ejército de 40.000 hombres que él mismo
dirigiría.
También publicó Urquijo un Decreto en 1799 para que la Inquisición no se
extralimitara, lo que tuvo resonancia internacional, pues eran conocidos los
excesos del tribunal en toda Europa. Se empeñó nuestro ilustrado en una de las
expediciones científicas de Alexander von Humboldt a América, manifestándose su
admiración por las ciencias en el establecimiento de un laboratorio de química,
cátedras de matemáticas, mineralogía y física experimental; introdujo el
telégrafo óptico[xii]
y la vacuna de Jenner[xiii]. A Urquijo se debe, en
1799, la firma del tratado de paz firmado con la regencia de Marruecos[xiv] por el que se prohibía
la esclavitud para los prisioneros de guerra.
Cuando Godoy fue recuperando el favor real, Urquijo lo fue perdiendo, hasta
el punto de que los diplomáticos franceses detectaron la aproximación del
primero al partido “católico” o “jesuita”, donde encontramos a personajes como
Múzquiz[xv], Arce (inquisidor),
Caballero[xvi]
y el infante de Parma, miembro de una rama “menor” de los Borbón a quien
Napeleón concedió ser rey de Etruria en 1801, pero moriría dos años más tarde.
Aquí no tratamos el trabajo de Urquijo con el rey José, pero puede verse en
el que hemos citado al principio, debido a Aleix Romero Peña. Asombra, en todo
caso, el esfuerzo que personajes ilustrados como Urquijo realizaron para la
modernización de España, enfrentándose a fuerzas poderosísimas y sufriendo por
ello penalidades e injusticias, aunque también es cierto que no pocos de estos
ilustrados tuvieron un poder que les vino dado por la influencia de otros que
confiaron en ellos.
[i] “Mariano
Luis de Urquijo. Biografía de un ilustrado”.
[ii] Del
sínodo de Pistoya, celebrado en 1786 por partidarios de reformas en la Iglesia
en orden a las ideas jansenistas.
[iii]
Político y catedrático de Universidad, condenado por la Inquisición y luego
rehabilitado. Formó parte de las Cortes de Cádiz.
[iv]
Sacerdote y catedrático que participó en la elaboración de la Constitución de
Cádiz. Colaboró al fin de la Inquisición.
[v] Realizó
diversos estudios en el campo del arte, fue miembro de la Real Academia de la
Historia y de la Sociedad Vascongada de Amigos del País.
[vi]
Escritor de gusto entre neoclásico y romántico.
[vii] Pedagogo
influido por Locke, Rousseau, Beccaría y Montesquieu, entre otros.
[viii]
Trataba temas como el tiranicidio.
[ix]
Eugenio de Palafox, hijo de la condesa de Montijo. Junto con Aranda y otros fue
una muestra de la oposición al encumbramiento de Godoy, pero también una
reivindicación del papel de la aristocracia en el gobierno.
[x] Militar y diplomático, desempeño funciones
públicas en América con Carlos III: expulsión de los ingleses del golfo de
México y apoyo a los colonos británicos de Norteamérica.
[xi] Destacó
por su labor de mecenazgo. Colaborador de Roda en la expulsión de la compañía
de Jesús, fue el encargado de que las pensiones de los expulsos llegasen a
Italia.
[xii]
Utensilio que se puede ver a distancia y que permite emitir diversas señales
que, a su vez, recibe otro igual, propagándose así un mensaje a grandes
distancias con mayor velocidad de la que podía llevar a cabo un jinete.
[xiii]
Contemporáneo de Urquijo, fue el descubridor de la vacuna antivariólica, pero
también contribuyó a otros avances en el campo de la zoología.
[xiv] En
vigor desde 1783 con Estados Unidos.
[xv]
Predicador real y confesor de la reina entre otras cosas.
[xvi]
Intrigante y reaccionario que participó en el proceso incoado contra el
príncipe don Fernando (futuro Fernando VII). Estuvo mucho tiempo en el
gobierno, pero sin destacar como otros personajes opuestos a él.
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