lunes, 28 de enero de 2019

Puertos vascos en el siglo XVI


Una polémica que duró casi un siglo se desató entre las fuerzas vivas de las ciudades de Burgos y Bilbao durante parte de los siglos XV y XVI. La importancia del puerto bilbaíno contrastó, en dicha época, con la preferencia de la Corona de Castilla por la ciudad de Burgos para establecer un Consulado, donde se centralizase el control del comercio exterior desde los puertos cantábricos y al sur del río Ebro. Los historiadores Gil Sáez, González Arce y Hernández García[i] han consultado y estudiado los fondos documentales que sobre este asunto hay en el Archivo General de Simancas, consistentes en los libros de contabilidad de los mercaderes de la villa de Bilbao y los bienes de extranjeros.

No solo Bilbao en sus relaciones comerciales con Francia, Inglaterra o Flandes, sino otros puertos vascos han generado –conservados- 68 contratos de fletamento entre los años 1504 y 1549. Esta documentación está comprendida en un pleito interpuesto –dicen los citados historiadores- por el prior y Consulado de Burgos contra el Consulado de Bilbao en la Chancillería de Valladolid, que luego pasaría al Consejo Real, a resultas del enfrentamiento que las comunidades mercantiles de ambas ciudades venían manteniendo desde principios del siglo XV.

La rivalidad entre ambos colectivos desató una “guerra” hacia 1451 en Brujas, que tuvo su continuidad hasta mediados del siglo XVI. Tras la intervención de los reyes Juan II y Enrique IV, hacia 1455 el consulado castellano; en Burgos se agrupaban los comerciantes procedentes del sur del Ebro y en Bilbao los vascos, pero en el ámbito exterior y en asuntos comunes actuaban como un solo consulado, para lo que firmaron una concordia en 1465. Pero la lucha continuó más tarde cuando Bilbao, que ya era un puerto importante del Cantábrico merced a su excelente surgidero (lugar donde puede fondear una embarcación), importante flota y comunidad de mareantes. Bilbao empezó a controlar la venta y exportación de hierro y, en 1494, dieron un paso más, consiguiendo que los reyes fundasen el Consulado de Burgos. La ciudad vizcaína reaccionó y, gracias a que su flota servía de base a las armadas reales, consiguió, un año más tarde, que dicho Consulado no tuviese competencias al norte del Ebro.

Esta disputa perjudicaba a ambas partes, por lo que se llegó a tres acuerdos (en 1499, 1500 y 1513) que supusieron una victoria parcial de Burgos, si bien Bilbao mantuvo la independencia con la creación de su Consulado en 1511… A mediados del siglo XVI de nuevo hubo problemas porque los burgaleses consideraban que los bilbaínos no respetaban los textos legales aprobados.

El Consulado de Burgos comenzó entonces negociaciones con Portugalete para trasladar su puerto, más capaz que el de Bilbao por su mayor calado para naves de mayor tamaño, de modo que en 1547 se firmó el tratado entre ambas localidades que causó una serie de litigios entre bilbaínos y burgaleses. Uno de ellos se debió al secuestro de seis naos con lana que los de Portugalete embargaron para reembarcar la mercancía con destino a Flandes. Los de Bilbao acusaron a los de Burgos y Portugalete de haber realizado un monipodio (que tiene una finalidad ilícita) y confederación, lo que estaba prohibido por la ley. Tras una sentencia favorable a Bilbao en 1551, el pleito pasó al Consejo Real, mientras que la guerra con Francia[ii] hizo que se llegase a una nueva concordia en 1553.

De todas formas, de la documentación consultada se deduce que la mayor parte de los que podrían incumplir los acuerdos eran comerciantes y navieros guipuzcoanos, y era con el comercio de la lana y no con el de hierro, más propio este de los bilbaínos. El cantábrico español era, en la época, el principal foco exportador de hierro en barras, herramientas, etc. Y en el caso de Castilla las ferias de Medina del Campo, Medina de Rioseco, Villalón y, en menor medida, Valladolid, estas se convirtieron en foco del comercio europeo por ser núcleos redistribuidores de productos. El puerto de Santander se especializó en la exportación de lana burgalesa, pero su primacía fue disputada por otros puertos guipuzcoanos, siendo puntos de escala para los viajes de vuelta trayendo productos europeos a la península Ibérica: pescados y lujosos paños flamenco, lanas más ligeras de Inglaterra y Flandes, lienzos franceses y holandeses, y artículos de primera necesidad como el cereal. El nivel de intercambios fue grande, lo que da idea del alto grado de desarrollo comercial alcanzado e Europa, a pesar de la inestabilidad que provocaba el corso.

De todo ello se ocupaban fletadores y fletantes, que suscribían contratos por los que el dueño de la nave la prestaba a otro para transportar mercancías, el fletador, que puede a su vez fletar dicha nave a otro, bien en todo o en parte de la embarcación para llevar otras mercancías. Los consignatarios, por su parte, son aquellos a los que iba destinado el cargamento. Encontramos armadores foráneos, como es el caso de los franceses y uno portugués. Entre los fletantes oriundos de la Corona de Castilla el predominio corresponde a los guipuzcoanos, seguidos de los vizcaínos, pero también encontramos un asturiano (Candás), un coruñés, un pontevedrés (Cangas) y tres santanderinos (Castro Urdiales y Santa María del Cesto). Los puertos más importantes, de entre los vascos, fueron Ondárroa, Bilabao, Deva, Portugalete, Pasajes y San Sebastián, siendo este y los dos anteriores los más importantes.

En cuanto a los fletadores estaban más dispersos territorialmente, aunque son mayoría los naturales del reino, sobre todo vascos, pero también riojanos, navarros y andaluces. Los extranjeros eran el 12%, la mayoría ingleses e irlandeses.

Entre los mercaderes (propietarios en todo o en parte de la carga del barco) un producto importante era la lana, pero aún más el hierro, y a mucha distancia el vino, la madera, fruta, resina, pescado salado, alumbre, paños y estameñas. El hierro procedía de las numerosas ferrerías diseminadas por Vizcaya y Guipúzcoa, particularmente a lo largo del río Urumea. Hierro que iba, en su mayor parte, a Inglaterra, comercio que ya se encontraba consolidado al menos desde el siglo XIII, seguida del sur peninsular, bien a Lisboa o a Sevilla y Sanlúcar de Barrameda. De aquí se embarcaba el hierro hacia América de forma creciente, a medida que la demanda en el nuevo continente fue mayor.

La lana iba a los puertos flamencos de Ramua[iii] y La Esclusa[iv], aunque el centro distribuidor estaba en Brujas. El puerto de embarque más importante de este producto estuvo en Santander, pero más tarde fueron puertos vascos los elegidos. El vino iba más que a ninguna otra parte a puertos ingleses, compartiendo sitio en las bodegas con el hierro, la fruta (naranjas, limones y pasas), si bien el contrato se solía cerrar en Valencia, Colindres (Cantabria) y el Puerto de Santa María. El alumbre solía ser propiedad de mercaderes burgaleses, cargado en Mazarrón[v] y enviado a Ruan y Flandes. Las estameñas castellanas eran enviadas a Flandes y los paños de Castilla y de Durango eran remitidos al puerto de A Coruña.

Los puertos flamencos de La Esclusa y Ramusa y los ingleses de Londres, Santa Catalina, La Pola, Bristol, Lim, Exeter y Antona son los que más mercancías recibían, seguidos de los españoles de Ayamonte, Bilbao, A Coruña, Sanlúcar de Barrameda, Málaga, Alicante y Palma. En cuanto a Francia, los puertos de Nantes, Ruan, San Julián y La Rochela. Lisboa y los puertos italianos de Mesina, Nápoles y Palermo, junto con el irlandés de Galway completan esto. Los viajes de vuelta hacían la ruta Nantes-Ondárroa, Sanlúcar-Ramua, Londres-San Sebastián, Lim-San Sebastián, Bristol-Pasajes, Lim-Pasajes, La Esclusa-San Sebastián, Flandes-Bilbao-Laredo e Inglaterra-Bilbao, con cereales, alumbre, fruta, habas, cuero, plomo, cerveza y paños.



[i] “El comercio de los puertos vascos en la primera mitad del siglo XVI a partir de los contratos de fetamento”.
[ii] Es la que enfrenta a las monarquías francesa y española por la hegemonía en Italia, finalizando en 1559 con la paz de Cateau-Cambrésis.
[iii] Amemuiden, actual Middelburg, en el suroeste de la actual Holanda.
[iv] Sluis, en el extremo suroeste de la actual Holanda.
[v] En la costa murciana.

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