Isla de Sálvora |
En la segunda década del siglo XII el arzobispo Gelmírez,
ante la indefensión de las costas de Galicia, envió mensajeros a Génova para
traer a Iria constructores de galeras, naves de guerra con las que realizará
varias expediciones de saqueo en al-Andalus. El que al servicio de Gelmírez
escribió la “Historia Compostelana”, dice que “los sarracenos hispalenses,
saltenses, castelenses, silvenses y de demás que habitan en las costas desde
Sevilla hasta Coimbra, tenían la costumbre de construir grandes naves, y
viniendo embarcados en la flota con gente armada, devastaban y despoblaban las
costas marítimas desde Coimbra hasta los Pirineos”.
Tenía lógica, por lo tanto, que un arzobispo contraatacase
con los mismos medios, sobre todo porque –según el cronista- los sarracenos
asolaban el territorio próximo a Santiago desde las islas
cernanas: Flamia (1), Ons, Sálvora, Arosa, Quebra y Monte Louro (2). Estos sarracenos
destruían las iglesias, “demolían los altares, incendiaban los palacios de los
nobles y villas y tugurios, talaban los árboles, mataban los ganados…”.
Fernán Arias y Menendo Díaz, nobles de la época, habían sido
apresados por los sarracenos, teniendo para ser liberados que cambiarse por
sesenta cautivos cristianos de condición servil. Otros nobles también se
valieron de cautivos para conseguir su libertad, y los agricultores que
cultivaban la tierra próxima a la costa, durante parte de la primavera y hasta
el otoño, abandonaban el territorio o se ocultaban en cavernas con toda su
familia. Los gallegos de la época, si se puede hablar así, no tenían por
costumbre construir naves, según el cronista, a no ser las de carga y pesca.
Envió entonces el arzobispo mensajeros a Pisa y Génova, donde
había constructores de naves y marinos “que no cedían en ingenio al piloto de
Eneas”. Así llegaron a Galicia los “artífices” de birremes que servirían para
hace a los sarracenos “la guerra naval”. Se construyeron dos naves y doscientos
hombres “expeditos en asuntos de marinería y de guerra”, invadieron las costas
de los ismaelitas y sus tierras, pagándoles con creces los daños y oprobios
recibidos con anterioridad; los cristianos les incendiaron las casas y las
mieses en las eras, les talaron los árboles y las viñas y no se ruborizaron de
hacer cosas indignas de contarse. Destruyeron las naves de los sarracenos y, en
fin, “saciada la espada y cargadas las naves de oro, plata y despojos, cantando
alabanzas a Dios y a Santiago, volvieron gozosos a su tierra”.
La “Historia Compostelana” es una fuente histórica indudable
para la época en que fue escrita, pero se trata de un documento para mayor
gloria del arzobispo Gelmírez que, de acuerdo con la mentalidad de la época, no
tiene inconveniente en convertirse en un gobernante y un guerrero. Señor feudal
donde los haya, acuñó moneda, organizó un Concilio y mantuvo privilegiadas
relaciones con el papa. En los asuntos internos del reino de León intervino de
acuerdo con los intereses de la mitra, habiendo estado algún tiempo en la corte
del rey Alfonso VI.
Quedaba lejos el ataque de al-Mansur a Santiago de Compostela
en 997, cuando según la tradición respetó solo la tumba que se creía del
apóstol Santiago, y las incursiones normandas en las zonas costeras de Galicia
habían comenzado en el siglo IX, que también sufrieron los musulmanes de
al-Andalus. En 1129, ya cristianos los normandos, incluso auxiliaron al
arzobispo de Tarragona, otra ciudad en peligro por la proximidad de la frontera
con al-Andalus. La política de Gelmírez a principios del siglo XII sobre la
defensa cristiana contra el islam, queda reflejada en este pasaje de la “Historia
Compostelana”.
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(1) Probablemente las islas Cíes, en la entrada de la ría de Vigo.
(2) No es una isla sino un promontorio de unos 240 metros de altura en el actual municipio de Muros.
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(1) Probablemente las islas Cíes, en la entrada de la ría de Vigo.
(2) No es una isla sino un promontorio de unos 240 metros de altura en el actual municipio de Muros.
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