jueves, 7 de febrero de 2019

Monasterios polacos

Capilla de San Martín de Breslau

Al suroeste de Cracovia, a orillas del río Vístula, se encuentra el monasterio benedictino de Tyniec, fundado en el siglo XI, cuando Polonia estaba reciente e incompletamente cristianizada. Está sobre un promontorio rocoso y rodeado de árboles, presentando el aspecto sobrio y elegante de los monasterios centroeuropeos. Con dos torres no muy altas en relación al cuerpo central de la iglesia, el edificio abacial forma una L en cuyo vértice se encuentra el templo. Pero el aspecto actual de la abadía no es el que tenía en el siglo XI, con reconstrucciones sobre todo en el siglo XV y también posteriores.

Al oeste de la actual Polonia se encontraba la abadía de Zmigrod, fundada por el rey Mieceslao y su esposa Richeza, empeñada sobre todo ella, de nacionalidad alemana, en extender el cristianismo. El cronista medieval Jan Dlugosz, varios siglos más tarde, habla de los fundadores, considerado uno de los primeros historiadores de Polonia.

Richeza, que vivió en el siglo XI, tuvo una formación esmerada como nieta del emperador Otón II, en Gandersheim[i] o en Quedlinburg[ii], donde sus tías, según Anna Dzialak, desempeñaban altas funciones conventuales. Hay que decir que en la Alemania de la época, vivir en un convento era una válvula de escape para estudiar y formarse fuera de la opresión que la mujer vivía en otros ámbitos. Por otro lado, los ataques normandos que forzaron a los monjes irlandeses a abandonar sus conventos, hicieron de Lotaringia el corazón del occidente cristiano. Las monjas, por lo tanto, eran privilegiadas respecto a las otras mujeres, y si como en el caso de Richeza, era de estirpe real, las ventajas que tuvo fueron evidentes. El cronista Gallus Anonymus, que vivió entre los siglos XI y XII, llegó a acusar a Richeza de la antipatía que sentía hacia los polacos, lo que no se puede entender sino por los prejuicios respecto de las mujeres.

Richeza conocía varios idiomas y se había educado en la cultura latina y bizantina, emparentando con un príncipe de la dinastía de los Piastas, Miecislao, que falleció en 1025. Fue entonces cuando Richeza se lanzó a las fundaciones monásticas, aunque quizá lo hizo desde su natal Alemania, pero teniendo siempre en cuenta el interés por cristianizar Polonia como ya lo estaba la parte occidental de Europa. El interés fundacional, de todas formas, no fue exclusivo de Richeza, pues ya su madre había participado en la fundación de la abadía alemana de Brauweiler[iii], en el oeste de la actual Alemania.

Parece que cuando Richeza y Miecislao contrajeron matrimonio –que duraría poco- el rey Boleslao les regaló unos terrenos en Malopolska (“pequeña Polonia”), junto a Cracovia y a aquellos se atribuye la construcción de la capilla de San Martín de Breslau (oeste de Polonia). Richeza habría invitado a los benedictinos a instalarse en Polonia, teniendo ella una larga tradición monástica y seis hermanas suyas fueron abadesas de otros tantos conventos: Adelaide en Nivelles[iv], Theophanu en Essen[v], Heylewig en Neuss[vi], Matilde en Dunquerque[vii], Ida en Colonia y Sofía en Gandersheim. Richeza, por su parte, fundó la abadía de Zmigrod, al norte de Breslau.

Richeza no ha sido bien tratada por la historiografía polaca, ya porque los cronistas medievales estaban atados al patrón de considerar a la mujer como demoníaca en unos casos, débil e inepta en otros, pero modernamente este personaje femenino se ha reivindicado por su labor cultural, lógicamente con los recursos que la población humilde aportaba. Fue ella –dice Anna Dzialak- quien envió a Polonia a Aarón, que llegaría a ser obispo de Cracovia (1046-1059), mientras que el hermano de la reina fue obispo de Colonia. Es un ejemplo claro de confusión entre la construcción de un estado cristiano y la colaboración estatal.

Es muy interesante una crónica del siglo XI para entender el contexto histórico en el que se va a desarrollar la política de fundaciones monásticas de Richeza; se trata de la de Thietmar, que nos habla de las guerras del Sacro Imperio contra polacos y wendos, pero como toda crónica de esa época ha sido objeto de una crítica severa por parte de los historiadores. Y también es útil conocer la obra de Hroswitha, una canonesa y escritora alemana algo anterior, que escribió una obra demostrativa de las posibilidades de una religiosa de la época en relación a una mujer convencional.

La crónica de Wincenty Kadlubek (siglos XII-XIII) aporta también importantes datos sobre la vida religiosa en la Polonia de su época, pero en lo que respecta a Richeza llega a decir que era una mujer violenta y los historiadores conceden solo un valor relativo a sus aportaciones en este sentido.



[i] En la baja Sajonia.
[ii] Igualmente en Sajonia.
[iii] En Renania-Palatinado
[iv] En la zona valona de la actual Bélgica.
[v] Al oeste de Alemania.
[vi] Junto a Düsseldorf, al oeste de Alemania.
[vii] Extremo norte de Francia.

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