miércoles, 27 de febrero de 2019

Holandeses en América

Vista parcial de la isla de Curaçao

Estando los flamencos bajo dominio de la monarquía española, el rey Felipe II envió al tercer duque de Alba (1567) con un cuerpo de tropas profesionales para ocupar Flandes y, hasta la llamada tregua de los doce años, firmada en 1609, la guerra se prolongó durante más de cuarenta años. Pero ya en 1586 el rey había decretado el cierre de los puertos de la península Ibérica (Portugal estaba también bajo dominio de Felipe II) al comercio y a los buques flamencos, con lo que se rompió la dilatada relación comercial entre Portugal y los Países Bajos, trastornó los negocios de los cargadores de Indias en Sevilla, donde las mercancías flamencas habían constituido hasta entonces el principal fundamento de las cargas que se hacían para las Indias y obligó a los holandeses a acudir directamente a los orígenes de su anterior comercio con Castilla y Portugal[i]

El primer viaje holandés al lejano Oriente se inició en 1595, en busca de las especias que ya no llegaban de Lisboa. En 1602 se organizó la Compañía holandesa de las Indias Orientales, que serviría de modelo a las que más tarde organizaron franceses e ingleses. La sal, que tradicionalmente arribaba a los Países Bajos desde Setúbal y otros lugares de la costa portuguesa, y que se consumía en la salazón de pescado y otros usos industriales, comenzó desde 1600 a recogerse en Araya, en una bahía de la costa venezolana. Cuando los holandeses fueron expulsados de aquí, iniciaron su asentamiento en Surinam o Guayana holandesa (1602-1603) y, tan pronto como terminó la tregua con el rey Felipe III, organizaron la Compañía holandesa de la India Occidental (1621). En 1624-1625 se asentaron en Nueva Amsterdam, origen de la actual Nueva York en la isla de Manhattan, “comprada” a un grupo de indios. Así se abrió el comercio de pieles que antes los holandeses recibían de los rusos.

En 1628, un almirante al servicio de la Compañía, Pieter Heyn, logró el éxito de derrotar y en parte capturar en la bahía cubana de Matanzas a una de las flotas de la Nueva España en viaje de regreso. Luego vino para los holandeses la conquista del negocio del azúcar: la “Nueva Holanda” se iniciaba en 1630 con un ataque a Pernambuco y la ocupación de todo el noreste del Brasil, donde el régimen holandés perduraría hasta 1654. También tomaron los holandeses a los portugueses en África, Elmina[ii] en Guinea (1638) y Luanda en Angola, obteniendo así los esclavos africanos que necesitaban para sus plantaciones de aña de azúcar. Desde 1634, la ocupación de la isla de Curaçao[iii], establecieron el primer depósito extranjero en territorio hasta entonces castellano.

En los años veinte del siglo XVII los holandeses iniciaron, pues, una nueva etapa en la colonización europea del Nuevo Mundo, introduciendo en América su moderno sentido comercial, que superaba con mucho a las prácticas de españoles y portugueses. No ocuparon territorio los holandeses, sino que establecieron puntos que les sirvieron para un intenso comercio, como las antiguas talasocracias. Con su embarcación modelo, el filibote, inventado en los astilleros holandeses a finales del siglo XVI, ahorraban tiempos muertos, mano de obra y gastos; para igual tonelaje, precisaba menos tripulación que cualquier otro buque hasta la fecha.

Los primeros asentamientos franceses e ingleses en el Caribe –islas de San Cristóbal (1622), Guadalupe y Martinica (1635)- dependieron en un principio de barcos holandeses, pero para estos fue instrumento fundamental, también, el Banco Comercial de Amsterdam y el Banco de Crédito, fundados respectivamente en 1609 y 1614, dadores de crédito fácil para los comerciantes ultramarinos. Los éxitos de Holanda tuvieron, sin embargo, sus límites, y su período de apogeo fue bastante corto. El tratado de La Haya (1596), que combinaba fuerzas militares y económicas para erosionar a la monarquía hispánica, fue boicoteado por Francia e Inglaterra cuando estas abandonaron a Holanda y firmaron paces separadas con España en 1598 y 1604, respectivamente. Las Actas de Navegación de 1651 en Inglaterra mostraron ya una actitud anti-holandesa, que condujo a las guerras de 1652-1654[iv] y 1665-1667[v] entre Inglaterra y Holanda.



[i] Céspedes del Castillo, “América Hispánica”.
[ii] Hoy en la costa de Ghana.
[iii] Isla frente a la costa noroeste de Venezuela.
[iv] El pensador Hugo Grocio defendía que el comercio marítimo debía ser libre, lo que las autoridades holandesas exigieron mientras no contaron con la competencia británica. La guerra finalizó en 1654 con la derrota de las Provincias Unidas.
[v] Carlos II de Inglaterra recibió de su esposa, Catalina de Braganza, Bombay y Tánger, así como ventajas en el imperio portugués (Portugal se encontraba entonces en guerra por su independencia con la monarquía española). El conflicto comenzó en el golfo de Guinea por la captura de esclavos, los ingleses se hicieron con nueva Ámsterdam, llamada desde entonces Nueva York. La victoria en 1667 fue holandesa, pero Inglaterra conservó algunas ventajas que los holandeses no discutieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario