En 1321 tres cristianos entraron en la morería de Elche y
atacaron a mano armada a una mujer mudéjar de nombre Fátima, que estaba en su
casa, y le cortaron un dedo… En el siglo XIV Francesc Eiximenis escribió
refiriéndose a los cristianos del reino de Valencia que estaban “mezclados con
diversos infieles”, que era necesario perseguir a los bandidos que abundaban en
el sur de dicho reino y “que si los moros se mueven, los de la tierra tomarán
su parte en ellos”, refiriéndose a la amenaza del reino granadino y la
connivencia de los mudéjares con él.
En 1419 ocurrió un caso en la villa de Cocentaina (norte de la actual provincia de Alicante) que se ha
conservado en una fuente: un moro de dicha villa “ocultamente yació con un
muchachito cristiano”, cuando estaba prohibido que hubiese relaciones sexuales
entre individuos de diferente religión. Los jurados de Valencia, en 1451, se
dirigieron al rey Alfonso V diciendo “que los moros de éste reino, viendo tan a
menudo entradas de los moros de Granada… se atreven, presumen, y tienen las orejas
altas y lanzan muchas bravuconerías insólitas…”, añadiendo que “tenemos los
enemigos en nuestra casa muy favorecidos”.
El viajero alemán Jerónimo Münzer, en el siglo XV, cuando
visitó Arcos de Jalón[i],
dijo de los mudéjares que es gente que vivía con sobriedad y gozaba de excelente salud; y cuando se refiere a los
mudéjares de Zaragoza dice que son de fuerte complexión, sufridos en el
trabajo, diestros en muchos trabajos y sobre todo labradores, aunque pagan un “crecidísimo
tributo”; añadiendo que hay pueblos habitados solo por “sarracenos”, que tienen
mucho ingenio para la agricultura de regadío. Un señor de Borriol[ii],
que tenía vasallos mudéjares, se refería a ellos como “perros de moros, que no
valen nada”… aunque eran la fuente de sus ingresos, añade Hinojosa Montalvo[iii].
Sirvan estos pocos ejemplos para mostrar la conflictividad
entre la minoría mudéjar (que en el reino de Valencia fue mayoría por lo menos
en el siglo XIII) y la mayoría cristiana. Los mudéjares vivían bajo la “protección”
de un contrato o pacto de capitulación entre los reyes cristianos y las
aljamas, por los que se les reconocía la práctica de su religión, sus
autoridades, lengua, derecho y costumbres, pero dependían de la voluntad real,
que podía reconocerles ciertos derechos al margen de las disposiciones de la
Iglesia, una de las grandes enemigas de las minorías religiosas en la Edad
Media. Lo importante para los reyes cristianos, la nobleza y los grupos que
vivían del trabajo mudéjar, eran las riquezas que les proporcionaban,
considerados los moros como el “tesoro real”.
Donde más casos de conflictividad se dieron, ya desde la
segunda mitad del siglo XIII, fue en el reino de Valencia, no siendo comparable la convivencia de los mudéjares con los cristianos en Aragón y
Castilla. Algunos historiadores han sugerido la idea de que los mudéjares
valencianos, minoría fuerte, no habrían perdido la esperanza de que, con ayuda
del reino granadino y la piratería en el Mediterráneo, pudiesen revertir la
situación de sometimiento en la que estaban, esperanza que se habría ido
disipando a medida que avanzaba el siglo XIV. Cuando durante el reinado de los
Reyes Católicos se fuerce la conversión de los mudéjares al cristianismo,
pasarán a ser moriscos y, así Cervantes en su “Quijote”, por ejemplo, habla del
morisco Ricote, no de mudéjar.
Los mudéjares vivían, como los judíos, en barrios segregados
en cada ciudad o villa, aunque seguramente habría algunas excepciones, siendo
discriminados por los cristianos y considerados de inferior calidad, pero lo
que prevaleció entre mudéjares y cristianos fue una paz en la que aquellos
estuvieron sometidos, si bien algunos alcanzaron riquezas y fueron prósperos
artesanos o comerciantes. La excepción –aunque hay muchas- son los conflictos en el sur del reino de Valencia. Algunos historiadores han
estudiado casos concretos, como Ernesto García para los mudéjares de la Ribera
del Ebro en Navarra; Serafín Tapia para los de la Extremadura
castellano-leonesa; Torres Fontes para los murcianos en el siglo XIII; María
Luisa Ledesma estudió el caso de los mudéjares aragoneses; el citado Hinojosa
Montalvo ha publicado “La morería de Elche en la Edad Media” y no son los
únicos.
La palabra mudéjar significa “sometido” (“mudayyan”), pero no
se empleó en la época, sino sarraceno, y estos constituyeron focos de
conflictividad pero solo en determinados momentos y regiones. Ello se debió a
su propia condición de musulmanes, a los que se consideró infieles, como
infieles eran considerados los cristianos por los musulmanes, y es un fenómeno
que afectó a toda minoría a lo largo de la historia: mozárabes y judíos fueron
discriminados en al-Andalus. Pero es evidente que, desde la segunda mitad del
siglo XIII, el mudéjar sufrió una condición social, política y jurídica
inferior a la del cristiano, de lo que era consciente, además de que tenía que
pagar por poder ejercer su religión.
A finales de la Edad Media se han calculado, para Castilla,
unos 20.000 mudéjares, lo que es una insignificancia en relación al total de la
población, mientras que en Valencia y Aragón fueron muchos más. En el primer
caso, a finales del siglo XV se contaron 5.674 fuegos (28.370 habitantes), con
una población total muy inferior a la de Castilla. En Valencia, por la misma
fecha, eran un tercio de la población, por lo que no es extraño que hubiese
mudéjares que participasen en el comercio internacional, sobre todo con el
reino de Granada hasta finales del siglo XV. La morería de Valencia, reducida
tras el asalto que sufrió en 1455[iv],
sufrió la pérdida de unos ochenta y seis mercaderes mudéjares, quedando solo
treinta y dos en las últimas décadas del siglo. Fueron destruidas casas,
atacadas personas y ocupados bienes[v],
contando con mezquita, carnicerías, horno, molino, cárcel, baños, etc. A
mediados de 1455 fue asaltada la morería pero, al parecer, no solo por
valencianos, sino por extranjeros y delincuentes, provocando que muchos
mudéjares se marchasen a otros sitios: Xátiva, Manises o el reino de Granada.
En el reino de Valencia había más alfaquíes que en Aragón y,
por supuesto, que en Castilla, a los que correspondió velar por la ortodoxia que no era seguida en
muchos casos en estos dos últimos territorios. En Aragón, por ejemplo, el
esoterismo impregnó el Islam, y el grado de integración en la sociedad
cristiana fue mayor en Castilla que en Aragón y Valencia. Hinojosa Montalvo
habla de represión, temor, intransigencia, odio, en las relaciones con los
mudéjares por parte de los cristianos, lo que se daría recíprocamente pero en
condiciones de inferioridad por parte de los mudéjares. Abusos y graves delitos
contra los mudéjares eran castigados benévolamente por las autoridades, al
revés que si eran cometidos por los mudéjares. Los protectores de estos fueron
los nobles que vivían de ellos y la Corona, a la que reportaron buenos
ingresos; la oposición al mudéjar vino del bajo pueblo, dándose tanto en la
ciudad como en el campo, mientras que los conflictos con los judíos fueron más
bien urbanos.
La Iglesia, desde el IV concilio de Letrán (1215), dictó
muchas medidas contra las minorías no cristianas, derivando ello en que se
prohibiese a los mudéjares vestir como los cristianos, se les obligase a vivir
en barrios específicos, se prohibió a los cristianos echar mano de médicos,
criados o amas de cría mudéjares, cayendo durísimas penas a los transgresores.
A pesar de la tolerancia religiosa teórica, se llegó a prohibir, en el siglo
XIV, a los mudéjares la llamada a la oración por el muecín y se buscó la
conversión forzosa a través de predicaciones. Ello provocó la huída al reino de
Granada de algunos, aunque estuvo prohibida en la mayor parte de los casos. Se
llegó incluso a profanar cementerios mudéjares y, en cuanto a la promiscuidad entre
cristianos y musulmanes, se dio sobre todo en las tabernas y los burdeles, sin
que las repetidas prohibiciones diesen resultados sino parciales.
Vicente Ferrer[vi]
calentó el ambiente social antes de que, a finales del siglo XV, se
estableciese la Inquisición española, mientras que los señores trataron de
forma humillante a los mudéjares, sus vasallos, por lo que algunos cambiaban de
señorío o se marchaban a tierras de realengo, huída que fue duramente combatida
en las Cortes de Zaragoza de 1442. En cuanto al reino de Valencia, la
conflictividad desde la segunda mitad del siglo XIII fue –dice Hinojosa
Montalvo- “casi como una continuación de la lucha contra el Islam” y un siglo
más tarde (1386) los cristianos asaltaron la morería de Xátiva. En el lejano
Haro, en 1453, las autoridades prohibieron a los moros y judíos adquirir bienes
raíces…
Pero cuando el rey Alfonso V de Aragón quiso, en 1456, convertir por la
fuerza a los mudéjares, se le pidió por los poderosos que no lo hiciese,
temerosos de que provocasen desórdenes o huyesen, afectando negativamente a sus
intereses económicos, los cuales estaban por encima de todo.
[i] Al
sureste de la actual provincia de Soria.
[ii] Al
sureste de la actual provincia de Castellón.
[iii] “Cristianos
contra musulmanes…”.
[iv] Manuel
Ardit Lucas, “El asalto a la morería de Valencia…”.
[v] Hay un
plano de la morería hecho a principios del siglo XVIII por Tomás Vicente Toscá,
arquitecto, matemático y teólogo valenciano (fue un “novator”)
[vi] Dominico
valenciano del siglo XIV (murió en 1419).
Fotografía: calle y casas del Haro histórico (gomezurdanez.com/haro/arte.pdf)