Entre el Pirineo y el Sistema Ibérico el período prehistórico
que conocemos como Neolítico se desarrolló entre el séptimo milenio antes del
presente (V a. C.), especialmente en su primera mitad[i], y el Calcolítico (metalurgia del cobre) siendo los principales yacimientos conocidos las cuevas de Chaves, Olvena
Superior, Forcas II (Huesca) y Secans II, Costalena, Pontet y Botiquería dels
Moros (Bajo Aragón). Estos dos ámbitos geográficos han tenido una dinámica
cultural distinta.
En el valle de Matarraña, al sur del bajo Ebro, entre Alcañiz
y la provincia de Tarragona, los yacimientos neolíticos presentan
características comunes, en abrigos poco profundos y cerca de cursos fluviales.
En el interior de los abrigos aparecen hogares circulares e improntas de postes
(esto último en Pontet). En un solo caso apareció un muro de cierre de una
vivienda de planta oval (Secans) y la industria lítica es el elemento más
significativo, con materiales geométricos. Las materias primas, según lo
estudiado en Secans, procedían de lugares cercanos, no superando los límites de
los ríos Matarraña y Algás, afluente del primero. La cerámica es escasa
(impresa) y en Secans sin motivos, con decoraciones incisas o cerámicas lisas y
rugosas, como en Pontet y Costalena, siendo la industria ósea inexistente.
El ambiente ecológico no sufrió variaciones respecto del
período anterior (Epipaleolítico, para la Península Ibérica, del 8000 al 6000
a. C.), pero se aprecian cambios que permiten suponer –dice Rodanés Vicente- la
paulatina introducción de la agricultura, lo que se ha visto en los palinogramas:
pólenes de especies cultivadas en Secans y molinos en Pontet. La fauna
aparecida es escasa, pareciendo que fue más abundante en el Epipaleolítico,
siendo las especies consumidas en los niveles inferiores de las excavaciones,
el caballo y el ciervo, el conejo en todo momento y en los niveles neolíticos
aparece la cabra (pero no se sabe si salvaje o doméstica). La pesca se debió
practicar a lo largo de toda la ocupación, habiendo aparecido vértebras de
pescado en Botiquería y Costalena.
El proceso de neolitización está relacionado con el
Epipaleolítico; los grupos humanos estuvieron identificados con el medio en
asentamientos de prolongada ocupación, sistemas de subsistencia eficaces
basados en la explotación intensiva de los recursos vegetales, caza y pesca de
especies fluviales. Esta es la época de la primera cerámica y del primer
contacto con plantas cultivables (Secans, Pontet), pero no implicarían el
inicio de una economía productora ni las modificaciones que supondrían un
verdadero cambio social. El proceso fue muy lento, alargándose durante un
milenio, hasta la fase que los especialistas llaman Neolítico II y la expansión
al valle del Guadalope (afluente del Ebro, al oeste del Matarraña).
En el Alto Aragón el panorama es diferente (siempre según
Rodanés Vicente), aunque igual que en el Bajo Aragón, se superponen niveles en
los que aparecen rasgos neolíticos y epipaleolíticos, en el primer caso
cerámica cardial de comienzos del séptimo milenio antes del presente (niveles V
y VI). En el nivel VIII se documenta la existencia de animales domésticos y
elementos líticos con pátina de cereal, pero todo esto solo en el yacimiento de
Forcas, siendo muy distinto en los demás.
La cerámica impresa es el elemento más característico y otros
materiales coinciden con los aparecidos en lugares del occidente mediterráneo.
El yacimiento más significativo es la cueva de Chaves que, por la riqueza de
los hallazgos, se puede comparar a los de la costa, con las que comparte casi
todo. Estaríamos ante el “neolítico puro”. Al igual que en el Moro de Olvena, este
yacimiento sin cerámicas cardiales pero con el resto de elementos coincidentes,
sus habitantes conocieron la ganadería y la agricultura.
Hay variaciones respecto al valle de Matarraña; en el
yacimiento Forcas II se refleja el intercambio de material entre distintos
grupos, y luego aparecieron nuevos asentamientos (Chaves y Olvena). El
Neolitico II supone la evolución lógica durante el sexto milenio antes del
presente, con mayor intensidad en su primera mitad, viéndose una diversidad
económica por el tipo de asentamiento y su territorio de explotación. En estos
momentos el valle del Matarraña, que desde el Epipaleolítico había tenido una
fuerte densidad de población, ve disminuir el número de asentamientos, excepto
en Costalena y Pontet, en beneficio de tierras más abiertas en las proximidades
del Guadalope, con mejores posibilidades para la agricultura.
Surgen asentamientos como Alonso Norte, Las Torrazas o
Panizales y, en el Alto Aragón, la diversificación llega a asentamientos de
montaña[ii]
donde se dio la explotación ganadera, como en la Espluga de la Pluyascada, La
Miranda u Olvena inferior, o en superficies muy llanas donde fue posible la
agricultura (El Torrollón o Fornillos); recientemente se han encontrado
yacimientos en las inmediaciones de Mequinenza y en la comarca de la Litera[iii],
todos ellos al aire libre.
La ganadería y agricultura generó deforestación, lo que
acarreó procesos erosivos, como estudiaron el autor al que sigo y P. Utrilla[iv].
En todo caso se produjo el abandono de las formas de vida “cazadores/recolectores”
y se produjo el desplazamiento a nuevos ecosistemas, iniciándose el proceso de
vertebración del territorio en lo que se llama Neolítico III, de plena economía
agropecuaria. Comenzó esto en la segunda mitad del sexto milenio antes del
presente y el final vendría marcado por rasgos de la etapa posterior que los
especialistas han llamado Calcolítico (con los primeros objetos metálicos[v]
y la proximidad de la cultura campaniforme).
El Neolítico III supone un espectacular aumento de los asentamientos al aire libre y las primeras manifestaciones megalíticas, como se ve en las proximidades del yacimiento Los Husos, en el municipio alavés de Elvillar (al sureste de la provincia). En la sierra de Toloño, que forma parte de la Sierra Cantabria, se llega a la cueva frente a un gran paredón rocoso. Antes han de pasarse caminos, prados y una zona de abundante vegetación. En las inmediaciones podemos ver varios dólmenes, algunos verdaderamente complicados y ciclópeos.
[i] José Mª Rodanés Vicente, “Neolítico”.
[ii] Posible por la evolución glaciar y postglaciar del clima y la vegetación.
[iii] Al este de la provincia de Huesca.
[iv] “La actuación del hombre sobre el paisaje durante la Prehistoria en el valle medio del Ebro”, 1997.
[v] Aunque en relación a la piedra, el hueso y otros materiales, el metal es muy escaso.
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