lunes, 25 de enero de 2021

Del Epipaleolítico a los megalitos

 

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Entre el Pirineo y el Sistema Ibérico el período prehistórico que conocemos como Neolítico se desarrolló entre el séptimo milenio antes del presente (V a. C.), especialmente en su primera mitad[i], y el Calcolítico (metalurgia del cobre) siendo los principales yacimientos conocidos las cuevas de Chaves, Olvena Superior, Forcas II (Huesca) y Secans II, Costalena, Pontet y Botiquería dels Moros (Bajo Aragón). Estos dos ámbitos geográficos han tenido una dinámica cultural distinta.

En el valle de Matarraña, al sur del bajo Ebro, entre Alcañiz y la provincia de Tarragona, los yacimientos neolíticos presentan características comunes, en abrigos poco profundos y cerca de cursos fluviales. En el interior de los abrigos aparecen hogares circulares e improntas de postes (esto último en Pontet). En un solo caso apareció un muro de cierre de una vivienda de planta oval (Secans) y la industria lítica es el elemento más significativo, con materiales geométricos. Las materias primas, según lo estudiado en Secans, procedían de lugares cercanos, no superando los límites de los ríos Matarraña y Algás, afluente del primero. La cerámica es escasa (impresa) y en Secans sin motivos, con decoraciones incisas o cerámicas lisas y rugosas, como en Pontet y Costalena, siendo la industria ósea inexistente.

El ambiente ecológico no sufrió variaciones respecto del período anterior (Epipaleolítico, para la Península Ibérica, del 8000 al 6000 a. C.), pero se aprecian cambios que permiten suponer –dice Rodanés Vicente- la paulatina introducción de la agricultura, lo que se ha visto en los palinogramas: pólenes de especies cultivadas en Secans y molinos en Pontet. La fauna aparecida es escasa, pareciendo que fue más abundante en el Epipaleolítico, siendo las especies consumidas en los niveles inferiores de las excavaciones, el caballo y el ciervo, el conejo en todo momento y en los niveles neolíticos aparece la cabra (pero no se sabe si salvaje o doméstica). La pesca se debió practicar a lo largo de toda la ocupación, habiendo aparecido vértebras de pescado en Botiquería y Costalena.

El proceso de neolitización está relacionado con el Epipaleolítico; los grupos humanos estuvieron identificados con el medio en asentamientos de prolongada ocupación, sistemas de subsistencia eficaces basados en la explotación intensiva de los recursos vegetales, caza y pesca de especies fluviales. Esta es la época de la primera cerámica y del primer contacto con plantas cultivables (Secans, Pontet), pero no implicarían el inicio de una economía productora ni las modificaciones que supondrían un verdadero cambio social. El proceso fue muy lento, alargándose durante un milenio, hasta la fase que los especialistas llaman Neolítico II y la expansión al valle del Guadalope (afluente del Ebro, al oeste del Matarraña).

En el Alto Aragón el panorama es diferente (siempre según Rodanés Vicente), aunque igual que en el Bajo Aragón, se superponen niveles en los que aparecen rasgos neolíticos y epipaleolíticos, en el primer caso cerámica cardial de comienzos del séptimo milenio antes del presente (niveles V y VI). En el nivel VIII se documenta la existencia de animales domésticos y elementos líticos con pátina de cereal, pero todo esto solo en el yacimiento de Forcas, siendo muy distinto en los demás.

La cerámica impresa es el elemento más característico y otros materiales coinciden con los aparecidos en lugares del occidente mediterráneo. El yacimiento más significativo es la cueva de Chaves que, por la riqueza de los hallazgos, se puede comparar a los de la costa, con las que comparte casi todo. Estaríamos ante el “neolítico puro”. Al igual que en el Moro de Olvena, este yacimiento sin cerámicas cardiales pero con el resto de elementos coincidentes, sus habitantes conocieron la ganadería y la agricultura.

Hay variaciones respecto al valle de Matarraña; en el yacimiento Forcas II se refleja el intercambio de material entre distintos grupos, y luego aparecieron nuevos asentamientos (Chaves y Olvena). El Neolitico II supone la evolución lógica durante el sexto milenio antes del presente, con mayor intensidad en su primera mitad, viéndose una diversidad económica por el tipo de asentamiento y su territorio de explotación. En estos momentos el valle del Matarraña, que desde el Epipaleolítico había tenido una fuerte densidad de población, ve disminuir el número de asentamientos, excepto en Costalena y Pontet, en beneficio de tierras más abiertas en las proximidades del Guadalope, con mejores posibilidades para la agricultura.

Surgen asentamientos como Alonso Norte, Las Torrazas o Panizales y, en el Alto Aragón, la diversificación llega a asentamientos de montaña[ii] donde se dio la explotación ganadera, como en la Espluga de la Pluyascada, La Miranda u Olvena inferior, o en superficies muy llanas donde fue posible la agricultura (El Torrollón o Fornillos); recientemente se han encontrado yacimientos en las inmediaciones de Mequinenza y en la comarca de la Litera[iii], todos ellos al aire libre.

La ganadería y agricultura generó deforestación, lo que acarreó procesos erosivos, como estudiaron el autor al que sigo y P. Utrilla[iv]. En todo caso se produjo el abandono de las formas de vida “cazadores/recolectores” y se produjo el desplazamiento a nuevos ecosistemas, iniciándose el proceso de vertebración del territorio en lo que se llama Neolítico III, de plena economía agropecuaria. Comenzó esto en la segunda mitad del sexto milenio antes del presente y el final vendría marcado por rasgos de la etapa posterior que los especialistas han llamado Calcolítico (con los primeros objetos metálicos[v] y la proximidad de la cultura campaniforme).

El Neolítico III supone un espectacular aumento de los asentamientos al aire libre y las primeras manifestaciones megalíticas, como se ve en las proximidades del yacimiento Los Husos, en el municipio alavés de Elvillar (al sureste de la provincia). En la sierra de Toloño, que forma parte de la Sierra Cantabria, se llega a la cueva frente a un gran paredón rocoso. Antes han de pasarse caminos, prados y una zona de abundante vegetación. En las inmediaciones podemos ver varios dólmenes, algunos verdaderamente complicados y ciclópeos.


[i] José Mª Rodanés Vicente, “Neolítico”.

[ii] Posible por la evolución glaciar y postglaciar del clima y la vegetación.

[iii] Al este de la provincia de Huesca.

[iv] “La actuación del hombre sobre el paisaje durante la Prehistoria en el valle medio del Ebro”, 1997.

[v] Aunque en relación a la piedra, el hueso y otros materiales, el metal es muy escaso.

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