viernes, 23 de diciembre de 2022

Arqueología andina

 

                                                                       El lato Titicaca

Los pueblos y civilizaciones que se desarrollaron en territorio posteriormente incaico han dejado muestras notables de sus culturas, grado de desarrollo, actividades y mentalidad, entre otros aspectos[i]. Huancas, chinchas, lupacas, chancas, collas y charcas son algunos de ellos, pero es muy probable que estuviesen integrados en culturas superiores de las que ellos participarían en un grado u otro. Los huancas, situados en el centro del actual Perú, desarrollaron su cultura entre los siglos XI y XV, antes de ser sometidos por el Inca. Junto con otros pueblos de los que hablaremos aquí, utilizaron camélidos para sus actividades económicas y de transporte, conocieron la agricultura y se defendieron militarmente cuando fue necesario.

Los chincas se ubicaron en la costa suroccidental del actual Perú, y su cronología es muy parecida a la de los huancas, también sometidos por los incas, pero al vivir en la costa practicaron un comercio marítimo que la arqueología ha podido demostrar. Los lupancas fueron uno de los grupos aimaras que se localizaron al oeste del lago Titicaca; relacionados con los constructores de la ciudad de Tiwanaku, surgieron cuando esta entró en decadencia (siglos XI-XII d. C.). Los chancas estaban en el suroeste del actual Perú, adquiriendo importancia a partir del siglo XIII, siendo uno de los grupos (o conjunto de ellos) que más oposición hicieron a la dominación incaica. Los collas quizá sean los que han dado la lengua más antigua de todo el conjunto andino, la puquina, pero cayeron bajo dominación incaica que, en este caso, contó con la colaboración de los lupacas, enemigos de los collas. Los charcas habitaron en la actual Bolivia, al sur y en el centro del país, cayendo también bajo dominación incaica y dando su éponimo a la actual provincia de Charcas y a la Audiencia de época hispánica.

Son solo algunos ejemplos del expansionismo inca, sobre todo en el siglo XV, pues su imperio no se sostuvo más allá de ciento cincuenta años. Sucesivas migraciones de este pueblo guerrero les llevó al valle del Cuzco, desde donde desarrollaron un imperialismo agresivo sabiendo transmitir a los pueblos sometidos elementos culturales complementarios.

Pero mucho tiempo antes de que estos grupos humanos desarrollasen sus vidas, en los Andes se desarrolló la cultura Caral entre el tercer y el segundo milenio antes de Cristo, siendo su “ciudad sagrada” la que ha inspirado el pensamiento religioso y la tecnología por medio de su arquitectura monumental. Los pueblos anteriormente citados no habrán tenido noticia de esta civilización antiquísima, que tuvo lugar en un altiplano andino. Cerca de un valle se ha excavado una pirámide llamada “mayor” en cuyos muros se han esculpido relieves de seres humanos en diversas posiciones, todas ellas simbólicas. Otra pirámide escalonada, con una rampa como la de las zigurats mesopotámicas, sugieren un gran centro ceremonial. Los arqueólogos hablan, a tenor de los restos encontrados (treinta y dos conjuntos arquitectónicos), de un poder centralizado, pero además se han excavado dieciocho asentamientos más donde vivirian los funcionarios, los servidores y el resto de la población, toda ella muy jerarquizada.

¿Eran los jefes políticos de Caral intermediarios entre sus pueblos y los dioses? Lo que los expertos aseguran es que estado y religión estaban unidos, habiendo aparecido ídolos entre los que destacan estatuas de mujeres muy toscamente labradas en arcilla, con los brazos pegados al cuerpo, una acusada frontalidad y los peinados coloreados; en otras ocasiones son máscaras expresivas y objetos de adorno o de distinción social (prendedores, aves y colgantes…). Pudiera haber sido una sociedad injusta según nuestros parámetros, pero no guerrera, pues Caral parece haber sido ocupada ininterrumpidamente durante dos milenios, hasta que otros grupos provenientes del norte y del sur reemplazaron a sus habitantes. No lejos de la costa y dejando Lima al sur, los yacimientos de Caral siguen estudiándose en la actualidad.

Quizá la cultura chavín, no lejos de Caral en términos relativos, vino a sustituirla, perdurando hasta los últimos siglos anteriores a Cristo, pero aquella se extendió hasta el actual Ecuador. Una multitud de ríos recorren su territorio, lo que permitió la siembra, obras hidráulicas, el comercio y la pesca. Tiene interés el llamado “adoratorio Pachamacac[ii], junto al río Lurín; se trata de plataformas escalonadas con grandes piezas de piedra que permiten distinguir edificios para diversas funciones: religiosas, palatinas, etc. Como en el caso de Caral, todo el recinto era considerado sagrado según los especialistas.

Los aimaras se desarrollaron en la parte occidental del lago Titicaca, por lo tanto en territorio del actual Perú, pero es probable que extendiesen sus costumbres a la zona boliviana, y pobablemente constituyeron con el tiempo la cultura Tiwanaku, en territorios de Perú, Bolivia y el norte de Chile, habiéndose desarrollado entre mediados del segundo milenio a. de C. y el siglo XII de nuestra era. Se trata de la cultura más extensa en territorio de las vistas aquí, con una arquitectura adintelada, ídolos macizos y de orden gigante para ser expuestos en el exterior, cabezas empotradas entre los sillares de los gruesos muros[iii], etc. En realidad se trata de varios grupos humanos que hablaban varias lenguas, una de ellas el puquina[iv], unidos por la fuerza creadora de Tiwanaku, el origen del mundo en la cosmogonía de aquellas gentes, obra del dios Viracocha, que talló a los hombres en piedra y les dio vida.

Practicaron la agricultura en las pendientes de las montañas, para lo que tuvieron que desarrollar una tecnología de terrazas, crearon lagunas artificiales para disponer de agua con vistas a la agricultura y a las necesidades de los camélidos, cultivaron varios tipos de papas y desecaron carne, comerciaron sus excedentes y, por necesidades de espacio para estas actividades, llevaron a cabo una política expansionista. A partir de 500 d. C. desarrollaron las grandes construcciones que nos han dejado, con muestras de urbanismo y templos, para lo que necesitaron transportar la piedra desde las zonas serranas, pero también se experimentaron grandes convulsiones sociales cuando hubo dificultades por las sequías, una de ellas prolongada durante un siglo aproximadamente. Es entonces cuando Tiwanaku se desintegra en pequeños grupos y es abandonada.

La cultura chimú se desarrolló durante la primera mital del segundo milenio después de Cristo en las proximidades de la costa peruana. Sus muros de barro se compensan con el poderío militar que demostraron para controlar los cauces de agua, construyendo acueductos, acequias, canales y diques, lo que les permitió cultivar maíz, algogón, maní, ají, etc. Desarrollaron una artesanía utilitaria de una delicadeza y vistosidad extraordinarias: máscaras, vasos, recipientes cerámicos complejos con motivos animales, adornos, vasijas panzudas con materiales diversos: metales (oro), barro, y construyeron balsas y canoas.

Con estos chimús se encontró el Inca Pachacútec[v] a mediados del siglo XV, siendo vencido en varias ocasiones, pero a la postre también cayeron sometidos al imperio incaico gracias a la ayuda con que contó el Inca. Entonces se procedió al reparto de tierras entre los aliados.

En el valle de Lambayeque[vi] se desarrolló la cultura moche o mochica, que pronto se extendió a los otros valles comarcanos en los primeros siglos de nuestra era. Irrigaron el desierto y conquistaron a otros pueblos, sometiendo a los resistentes a la esclavitud[vii]. Su producciónn artística es de gran expresividad y delicadeza, utilizando metales preciosos y tejidos, arcilla para objetos decorativos o utilitarios, existiendo un común denominador con las obras de otras culturas citadas, pero en el caso de los moches desarrollaron también un realismo en los rostros como no se había visto antes, dándonos una tipología que aún se observa entre los pueblos indígenas andinos actuales.

Las obras de arte de los moches pretendían en ocasiones la simbología, el poder, los dioses; y la ornamentación de los personajes principales es extraordinariamente rica y “barroca”. Existía una fuerte diferenciación social, y el oro solo era empleado para dar vistosidad a los ornamentos de los jefes políticos y/o religiosos, no un metal para el comercio, sino solo para marcar la diferencia de los superiores. De igual manera se han hallado ajuares de oro en las tumbas de los personajes principales, y en cuanto a la cerámica representaron motivos abstractos, eróticos, la guerra, narrativos, etc. Eran agricultores del desierto, desviando el cauce de los ríos que bajan desde las montañas.

Obras de arquitectura monumental son las huacas[viii], principalmente la del sol y la de la luna, pirámides de gran envergadura con plataformas laterales, para lo que obligatorio el trabajo comunal y la participación en la guerra. Estas tumbas han sido saqueadas durante mucho tiempo, pero las autoridades y los arqueólogos están haciendo un gran esfuerzo por evitarlo.

Destaca la “cámara funeraria del señor de Sipán”, que en realidad conduce a otros muchos enterramientos encontrados, estos de menor categoría. Se trataría del séquido del señor de Sipán[ix] cuyos miembros habrían sido enterrados antes, al mismo tiempo o después de su señor, enterrado con toda la ornamentación que es posible imaginar (oro, plata, cobre y cobre dorado). En la parte supereior fue enterrado su “guardaespaldas” con los pies amputados para que no pudiese abandonar la función que le corresponde incluso en la otra vida. La arqueología ha dado a la luz varios cientos de objetos de un valor variable pero, en su conjunto, extraordinario, incluidas unas doscientas vasijas escultóricas. El complejo funerario es un recinto abierto con paredes e adobe; a los lados hay dos enterramientos de varones, quizá un jefe militar y otro del protocolo, y se ha encontrado también la tumba de un perro.

Una socied rica y desigual, donde se da la paradoja de que los edificios de adobe guardan tesoros de valor incalculable. Una sociedad de agricultores, servidores, soldados, cortesanos y sacerdotes que tenían en común creer en la condición eterna de sus líderes. En la cosmogonía mocha el tránsito entre la vida y la muerte se consideraba con naturalidad, conjetura que han hecho los arqueólogos y antropólogos a partir de los muchos trabajos en las últimas décadas.

[i] Ver aquí mismo “Tiwanaku” y “Caral de los Andes”.

[ii] Sería el creador del universo.

[iii] Se han hecho varias interpretaciones: cada una de las cabezas simbolizaría a un pueblo sometido; ensayos de Viracocha para elegir la pareja que originaría el mundo…

[iv] Otras el aimara y el quechua.

[v] Reinó entre 1438 y 1471. El origen de las dinastías incas está a mediados del siglo XIV en la región del Cuzco; en realidad se trató de la pugna de varias familias por hacerse con el mando hasta que una se erigió con éxito. Así comenzó su expansión, quizá para legitimarse.

[vi] Al norte del actual Perú, en la costa.

[vii] Probablemente ha existido en otras civilizaciones de las estudiadas aquí.

[viii] Tumbas.

[ix] La muerte del señor de Sipán no fue violenta.

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