Se ha dicho, y con
razón, que la ruta portuguesa hacia las islas Molucas contó con la ventaja de
los vientos monzones, que soplan en una dirección durante el verano y en la
contraria durante el invierno, por lo que no tuvieron más que acompasar los
viajes de ida y vuelta al ritmo monzónico. Pero también es cierto que los
marinos portugueses tuvieron la sagacidad y destreza de vencer los miedos a navegar
al sur del Ecuador, pues había una serie de leyendas sobre los peligros que
ello entrañaba, más allá de que esas latitudes eran menos conocidas que las del
hemisferio norte.
Eratóstenes, en el
siglo II a. C., hizo un cálculo sobre la circunferencia máxima de la Tierra (el
Ecuador) en unos 40.000 km., pero Posidonio, un siglo más tarde, rebajó dicha
longitud a unos 29.000 km., y así se llegó al siglo XV, llevando a Colón al
error de que era más fácil llegar a Asia por el Atlántico de lo que la realidad
revelaría.
En cosmografía los
marinos portugueses llevaban ventaja sobre los castellanos y cualesquiera
otros, probablemente por los avances que desde la escuela de Henrique el
Navegante se habían producido. También parece que contaron con la primera
carabela, aunque de ser así enseguida se fabricó en Castilla, y conocían, con
alguna diferencia sobre los castellanos, algunos artilugios técnicos. En todo
caso, cuando Colón da comienzo a su primer viaje ya usaba el catavientos, imprescindible
para predecir si terminaría el tiempo de una “mar chicha”[i];
el arte de marear las velas, el cuadrante[ii],
la ballestilla[iii],
el cabrestante[iv]
y el astrolabio[v].
Si bien es cierto que la carabela fue una nave más sofisticada y capaz, fue
necesaria la utilización de naos para las grandes cargas.
Para garantizar la
alimentación durante grandes travesías marítimas se recurría a las salazones,
los ahumados, los frutos secos, la desecación de otros, el adobo y, sobre todo,
vino fuerte que, en caso de necesidad, se mezclaba con agua; esto siempre que
no escasease esta a bordo, para lo que las naves tenían que fondear en
determinados lugares (si era posible) para hacer aguadas (proveerse). El agua
obtenida no siempre era limpia y clara; en ocasiones estaba mezclada con
insectos e incluso putrefacta, razón de no pocas enfermedades. También se
llevaban animales vivos, particularmente cerdos, pero no solo, lo que
representaba una convivencia no extraña para la época, pero sí en espacios
reducidos como las naves.
Juan Escalante de
Mendoza[vi],
nacido a mediados del siglo XVI, escribió una obra titulada “Itinerario de
navegación…” en la que informa sobre muchos aspectos de su oficio (piratería,
salud de la tripulación, uso de la brújula, vientos dominantes en cada zona,
etc.) y también de las enormes pérdidas en vidas humanas que se produjeron en
altamar e incluso en el curso bajo del Guadalquivir cuando las naves surcaban
sus aguas para preparar una expedición marina. También nos habla en su obra de
las “sabandijas de abordo”, que no eran otras que las cucarachas[vii],
insectos, ratas, piojos (del cuerpo y de los vestidos). Los marinos del norte
llamaban a esos piojos “Juan de Garona”, pues en los frecuentes viajes a
Burdeos sufrían la presencia de los mismos. En cuanto a las ratas, había un
verdadero interés en capturarlas, pues en ocasiones no había otra cosa que
llevarse a la boca, y se vendían entre los marineros al mejor postor. Eugenio
de Salazar[viii]
fue un escritor e historiador que nos ha dejado una obra, “Los que surcan en
mar hablan de sus peligros”[ix],
en la que también es posible espigar datos sobre la vida en alta mar en el
siglo XVI.
Es posible que la
competencia entre Portugal y España en las exploraciones marítimas fuera
posible por la paz alcanzada entre los dos estados en Alcaçobas y Toledo entre
1479 y 1480, pero ello no evitó los peligros que se corrieron en una carrera
que puede parecernos alocada en no pocos casos. Hay un cálculo según el cual
los portugueses habrían sufrido, en la época moderna, 681 naufragios, por lo
que existen otros tantos pecios pendientes de la investigación correspondiente,
que no solo tiene interés histórico, sino por los metales que pueden
encontrarse. Debe tenerse en cuenta que los portugueses “rescataron” muy pronto
el oro guineano, pagado con caballos, para comprar esclavos y luego venderlos
en los mercados al efecto.
En cuanto a los
castellanos, siendo Pedrarias gobernador del Darién, recibió unos dos mil
colaboradores, entre soldados, monjes, esclavos, etc. para descubrir las
riquezas que supuestamente había en el mar del Sur[x],
recientemente descubierto por Núñez de Balboa. Fue una expedición
verdaderamente extraordinaria, y no solo por la cantidad de barcos que se
pusieron a la faena, sino por la importancia de algunos personajes, estando
entre la tripulación conocidos cronistas, clérigos, etc. Desembarcaron en Santa
María la Antigua en 1514 (el poblado había sido fundado recientemente y no
contaba con medios para tanta gente) y allí se produjo el encuentro entre
Pedrarias y Balboa, en la que aquel pidió explicaciones al descubridor de todo
lo menester: caciques aliados, lugares donde había encontrado oro, etc. El
carácter y ruindad de Pedrarias dividió a la población, haciendo fracasar todo
intento de sacar algo útil[xi].
En 1529 se firmó otro acuerdo en Zaragoza entre Portugal y España para determinar las áreas de influencia en el Pacífico occidental, quedando las Molucas y las Filipinas en la parte portuguesa, pero años más tarde no se respetó por parte de España[xii] en relación a Filipinas, como por parte de Portugal la posesión de la amazonia brasileña.
[i] Mucho tiempo sin avanzar las naves era sinónimo de agotamiento de los alimentos y el agua, entre otros males.
[ii] Servía para medir ángulos entre astros y conocer estos era útil a la navegación.
[iii] Para medir la altura del sol y otros astros sobre el horizonte. Se trataba, mediante dos varas cruzadas entre sí, de poner el relación el horizonte con el astro en cuestión.
[iv] Objeto que permite levantar o arrastrar grandes cargas en un barco.
[v] Permite conocer la posición y altura de las estrellas en el cielo.
[vi] Marino que llegó a ser Gobernador de Honduras. Murió en 1596.
[vii] Las de Indias eran volátiles.
[viii] Nacido en Madrid en 1530, murió en Valladolid en 1602.
[ix] “Qui navigant mare enarrant pericula eius”.
[x] Parece que la “noticia” fue dada por el hijo de un cacique, y lo cierto es que los indios estaban continuamente informando de fantasías a los españoles, sabedores aquellos de lo que buscaban estos.
[xi] En 1519 Pedrarias mandaría matar a Núñez de Balboa y a otros compañeros suyos. Véase aquí mismo “El mar del Sur”.
[xii] También Elcano y sus compañeros, supervivientes del viaje con Magallanes, viajaron de vuelta a España por mares “reservados” a los portugueses. Ver aquí mismo “Muertos más que vivos”.
La ilustración: Domicio Ulpiano, jurista romano de los siglos II-III.
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