Río Nizao, en la República Dominicana
Dice Bartolomé de las
Casas que el sevillano y conquistador Juan de Esquivel estaba orgulloso de la
matanza de indios que había ocasionado en la isla Saona[i] y
de haber aprisionado al cacique Cotubanamá, pero como al fraile dominico se le
ha colgado el sambenito de exagerado, vamos a dejarlo en una muestra de
oposición al conquistador por hechos ocurridos en 1504[ii].
Esto se enmarca en las dos guerras que tuvieron lugar en Higuey[iii]
contra los caciques y sus indios que no querían someterse a la dominación
española, y menos a sus abusos.
Hoy no podemos juzgar
con nuestra mentalidad la de los hombres del siglo XVI, pues se trataba de
seres hechos a la guerra, que tenían en el honor de la conquista una virtud y
ambicionaban hacerse ricos para salir de la pobreza de la hidalguía[iv] a
la que pertenecían o de la pobreza absoluta de los que ni siquiera eran
hidalgos. Pero esto hace aún más sobresaliente la actitud constante de
personajes como Bartolomé de las Casas o Antonio Montesino, por citar solo a
dos, que supieron sustraerse a la mentalidad dominante y pusieron por delante
una moral que sin duda procedía de sus convicciones cristianas.
En las guerras de
Higuey murieron no solo indios, sino también españoles que aspiraban a que se
les premiase con esclavos (aún no se habían dado las leyes de 1512 y 1513). El
cacique Cotubanamá murió ahorcado por orden del gobernador Ovando en 1504,
mientras unos años después Esquivel fue nombrado por Diego Colón para colaborar
con él en la gobernación de Jamaica. En este asunto se van a producir cambios
de situación, ambiciones, disputas y otras pendencias.
En 1511 se habían dado
en Sevilla los llamados pleitos colombinos, por los que se reconocía que
Jamaica entraba dentro del virreinato reconocido a Colón y, muerto este, a su
hijo Diego, pero un tesorero del rey Fernando, Miguel de Pasamonte, que contó
siempre con el apoyo del rey para velar por los intereses económicos de la
monarquía en Indias, así como para que se cumpliese con la cristianización de
los indígenas, va complicar las cosas a no pocos.
Por lo tanto Juan de
Esquivel gobernó Jamaica bajo la atenta mirada de su superior, Diego Colón, y
del tesorero del rey, dándose la circunstancia de que estos dos estaban también
enfrentados entre sí por entender de diferente manera la gobernación de la
isla. El rey confió en Esquivel en un primer momento, pero posteriormente,
probablemente por influencia de Pasamonte y del todopoderoso Juan Rodríguez de
Fonseca, cambió de opinión para volver a apoyar a Esquivel otra vez más. Corría
el año 1513 y Esquivel había invertido mucho dinero en pacificar La Española y
Jamaica sin haberse enriquecido aún. En ese mismo año murió y al menos este
asunto quedó zanjado.
Otro de los influyentes
en la Corte fue Lope de Conchillos, que a decir de Alfonso Franco Silva[v],
había estado durante algún tiempo en una mazmorra del castillo de Vilvoorde[vi],
donde le había encerrado Felipe el Hermoso “por haber formado parte de una
embajada a Flandes que trató de conseguir sin éxito de la reina Juana (…)
plenos poderes para dar la gobernación de Castilla a Fernando el Católico”. Cuando
la reina Isabel muere en 1504, Conchillos empieza a tener cada vez más poder, juntamente
con el entonces obispo de Burgos, Juan Rodríguez de Fonseca, “el verdadero
hacedor de la política indiana durante la regencia de don Fernando”.
La desmedida ambición
de Conchillos no se redujo a obtener riquezas de las Indias, sino también en
Castilla; no podemos aquí entrar en el detalle de los aprovechamientos de este
personaje sobre minas de plata, aguas, la encomienda santiaguista de Monreal y
otras dos más que el rey le concedió. Luego se dedicó a especular con los
oficios que se establecían en Indias gracias a la protección del obispo
Rodríguez de Fonseca: fundidor de la Española con cien indios y doscientos más
en Cuba, y luego fueron en aumento; más tarde consiguió beneficios
administrativos que dejaron en desventaja a Diego Colón.
Con la muerte del rey
Fernando en 1516, el cardenal Cisneros, como regente, paró los pies al rico y
avispado Conchillos, pues aquel impuso una nueva política en el Consejo de
Indias que trataba de corregir los abusos cometidos durante el reinado de Fernando,
y la primera “víctima” fue Conchillos. Cisneros sabía que aquel había
participado en muchas actividades ilícitas, y enterado Conchillos se reservó
para sí los papeles que conservaba del Consejo de Indias y se fue a Flandes
para buscar el favor del nuevo rey, que muerto Cisneros en 1517, volvió a
entregar a Conchillos sus poderes, auque por poco tiempo, pues al año siguiente
fue expulsado de la Secretaría de Indias por el gran canciller de Carlos I,
Sauvage[vii],
perteneciente a una familia de burócratas flamencos. Se dio prisa este, pues en
ese mismo año murió, pero ya habiendo cesado a Conchillos, el cual se fue a
vivir a Toledo donde fallecería tres años más tarde[viii].
El obispo Rodríguez de
Fonseca, valedor de tantos, tuvo quizá más influencia que nadie en la Corte de
los reyes y luego de Carlos I, habiendo aportado importantes innovaciones para
la gobernación del reino y del imperio, pero a decir de Bartolomé de las Casas,
“era muy capaz para mundanos negocios, señaladamente para congregar gente de
guerra para armadas por la mar, que era más oficio de viznaínos[ix]
que de obispos”. A Fonseca no le fue necesario hacer trampas en la Corte, o por
lo menos no se le han descubierto, porque sus inmensos recursos le venían de
una poderosísima familia con sede en Toro, y prueba de ello es su mecenazgo en
Salamanca, Burgos, Palencia y otros lugares.
En cuanto a Miguel de
Pasamonte, acostumbrado a recibir tantos apoyos de Fernando el Católico, se le acumularon los delitos y la artera maña para ocultarlos, y solo al final se supieron,
aunque Gaspar de Astudillo[x] y
otros ya lo habían advertido. Se aprovechó del trabajo indígena, fue acusado de
parcialidad beneficiando a los suyos y contra los partidarios de Diego Colón,
que protestando hasta la saciedad no le sirvió de nada. Los repartimientos de
indios que hizo constituyeron tantos abusos que las quejas llegaron a la Corte,
pero sin resultado por el momento, e incluso el rey Fernando siguió
favoreciendo a Pasamonte mediante varias Reales Cédulas (1515), y ello era posible
porque tenía una enorme camarilla de seguidores que se habían beneficiado de su
influencia ante el rey. Pero llegó el momento en que este le pidió los papeles
de su tesorería, lo que Pasamonte nunca cumplió, mientras se hizo con uno de
los mejores ingenios de azúcar en La Española. Cuando falleció en 1525 se
descubrió el gran desfalco que había hecho a la Corona, el cual continuó con la
gestión de sus herederos[xi]…
[i] Al sureste de la actual República Dominicana.
[ii] Siendo encomendero Bartolomé de las Casas, en 1514 renunció a ello, pero como se ve ya tenía una opinión negativa de lo que los conquistadores estaban haciendo en las Indias.
[iii] En el extremo oriental de la actual República Dominicana.
[iv] Cuando uno de estos pedía permiso para partir a las Indias solía alegar que no tenía recursos “acordes con su estado”.
[v] “El primer oro de las Indias. La fortuna de Lope de Conchillos, Secretario de Fernando el Católico”.
[vi] En Flandes.
[vii] Juan de Sauvage (Brujas, 1455 – Zaragoza, 1518.
[viii] Ver nota IV, en cuya obra se basa el presente resumen.
[ix] Sabido es que, en la época, “vizcaíno” era equivalente a hidalgo, como así se ve también en El Quijote.
[x] Fue regidor de la ciudad de Santo Domingo, habiendo nacido en Burgos en 1485, falleció en Santo Domingo en 1553.
[xi] Real Acaemia de la Historia.
Fotografía de "Diario Libre".
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