viernes, 20 de diciembre de 2019

Dos tiranos de Atenas

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Aunque suele considerarse que a mediados del siglo II a. de C., con la caída de Corinto, Grecia ya es una provincia romana, lo cierto es que todavía quedaban a Roma  por conquistar las islas del Egeo, y en el año 88 a. de C. sofocar un levantamiento de algunas ciudades griegas, Atenas entre ellas, en el marco de la primera guerra contra el rey Mitrídates del Ponto (sexto de este nombre), que gobernaba en un territorio desde Cólquida hasta Paflagonia, al este y sur del mar Negro respectivamente.

En el citado año 88 quizá estaba Atenas gobernada por el tirano Atenión, cuya historicidad se ha puesto en duda. Luis Ballesteros Pastor, en un trabajo sobre este personaje[i], aporta argumentos a favor de la existencia real del primero de los tiranos filopónticos de Atenas. Las fuentes son Posidonio[ii], Apiano[iii], Tácito[iv] y Plutarco[v], debiéndose a este una “Vida de Sila”, que fue el general romano que dirigió las operaciones en la primera guerra contra Mitrídates.

El hecho de que Atenas se sumase a la causa de Mitrídates –dice Ballesteros Pastor- dio una especial trascendencia a esta primera guerra, debido a la fama que la ciudad tenía desde hacía siglos. Ello implicó la aceptación de Mitrídates como monarca filoheleno por numerosas póleis, tanto en Asia como en Europa, y también la resistencia de los atenienses contra la embestida de las tropas de Sila.

Atenión, por su parte, habría sido el responsable de la adhesión de Atenas a la causa de Mitrídates, siendo Apiano el que suministra el único texto contemporáneo de los hechos que se nos ha conservado. Atenas llevaba unas décadas con dificultades económicas e irregularidades institucionales, dándose una serie de tensiones internas entre los dirigentes que desembocaron en la tiranía de Atenión en el año 88 a. de C.

Posidonio habla de los bajos orígenes de Atenión, a diferencia de otros tiranos que eran de noble estirpe, acusación que sufrieron otros príncipes en la época para privarles de cualquier derecho dinástico. Hijo de la esclava egipcia de un ateniense, Atenión fue ilegalmente inscrito como ciudadano, pero antes había sido educado en la filosofía peripatética y conseguido una fortuna como maestro de retórica y casándose provechosamente. Enviado como embajador ante Mitrídates por los atenienses, se vio obligado por una tormenta a atracar en Caristo (sur de Eubea), siendo auxiliado por Atenas y traído a la ciudad triunfalmente. Entonces aparece rodeado de lujos con los regalos recibidos de Mitrídates y pronunció un discurso en el que exaltó el poder de dicho rey, denunciando la situación de Atenas, fue elegido estratego de los hoplitas, paso previo para erigirse en tirano y reprimir a sus oponentes, mientras la población padecía una grave carestía de alimentos que aumentó el descontento. Quizá por ello, Atenión envió una expedición para recuperar el dominio de Atenas sobre Delos, en manos de otro peripatético (Apelicón de Teos), pero el ateniense fue derrotado por los romanos e itálicos residentes en la isla. 

El autor al que sigo considera que la versión de Posidonio presenta algunas dudas, porque este es un griego que simpatiza con Roma, es hombre cultísimo que no considera a un tirano de orígenes modestos, además de que el texto de Posidonio nos ha llegado a través de un autor muy posterior, que vivió entre los siglos II y III de nuestra era, Ateneo de Naucratis. Así se pinta a Atenión como venal y corrupto, además de no considerarle filósofo sofista; para Posidonio el carácter cruel y falso de Atenión provenía de su naturaleza de esclavo, y aún más de sangre egipcia (Egipto se tenía en esa época como un país decadente y corrupto), siendo su apoyo fundamental la masa que “irracionalmente”, apoya al líder. Además, el tirano aparece como un ser corrompido por el lujo oriental[vi].

Posidonio y Ateneo comparten el ser antiatenienses; el primero se había nacionalizado rodio y Rodas planteó la más dura resistencia a Mitrídates durante la primera guerra contra Roma, convirtiéndose la isla en refugio de romanos e itálicos huidos del avance póntico en Asia. El relato de Posidonio tendió a exaltar la traición de Atenas y a ridiculizar el glorioso pasado que reivindicaban los atenienses, pero este sentimiento contra Atenas continuaba en tiempos de Tito Livio, el cual se refiere a la ciudad no como tal, sino como parte de una provincia romana. Floro, en el siglo II de nuestra era, tildó a los atenienses de “ingratísimos”.

Posidonio y Ateneo también despreciaron a Mitrídates, a quien consideraban un bárbaro, pues tenía sangre persa, la gran enemiga de la Grecia clásica. El segundo autor, por su parte, se refiere a la deportación de los quiotas, a los que el rey póntico envió a la Cólquide (territorio suyo), además de relatar un grotesco concurso de comer y beber, en el que Mitrídates venció a otro[vii]. El personaje imaginario de Sosípatro sería el equivalente a Atenión, un déspota que mueve a los pueblos a su antojo.

También Posidonio habla de la deportación, por parte de Mitrídates, de quiotas al mar Negro, probablemente la misma deportación que tuvo por destino la Cólquide. Llamar capadocio al rey póntico también es un menosprecio, pues los capadocios eran tenidos por gente ruda y primitiva, no obstante tenerle como un gran rey oriental, igual que los seleúcidas, escoltados por “doríforos” o portadores de lanzas, lo que copiaron los tiranos griegos.

Solo queda hablar de si Atenión fue un personaje histórico o el mismo que las fuentes citan como Aristión, aunque la historiografía se incline hoy por la primera hipótesis. El segundo fue también tirano ateniense partidario de Midrídates, cuyo nombre habría cambiado Posidonio, pues un Atenión fue rey de los esclavos de Sicilia que se sublevaron a finales del siglo II a. de C., por lo que al autor sirio lo utilizaría como insulto[viii] para referirse a Aristión. Este se encuentra bien documentado (en textos y en monedas)[ix] pero se presenta el problema de que Atenión era peripatético, mientras que Aristión era estoico; Atenión llegó al poder aclamado por los atenienses, mientras que Aristión se convirtió en tirano gracias a la ayuda militar de Mitrídates; Atenión trató de contemporizar con Roma, mientras que Aristión se mostró abiertamente antirromano. Estrabón, por su parte, habla en plural de tiranos de Atenas durante la primera guerra contra Mitrídates, pero lo cierto es que Posidonio habla de hechos contemporáneos y Atenión fue tirano durante un breve período de tiempo en el año 88, mientras que Aristión ejerció la tiranía hasta que Atenas fue conquistada por Sila en el año 86.

El argumento que se suele considerar determinante –dice Ballesteros Pastor- es que los magistrados del 88 fueron perdonados por Sila, mientras que este mandó ejecutar a los responsables públicos durante el mandato de Aristión, por lo que Sila habría distinguido entre la personalidad de los dos tiranos.

Pero hay otras consideraciones a tener en cuenta: vencer a un esclavo no revestía gloria para los romanos, por lo que el vencedor de estos no solía celebrar el triunfo, sino solamente una ovatio, y diversos autores clásicos se esforzaron por diferenciar al guerrero enemigo del bandolero o el esclavo. Por lo tanto, si consideramos que la toma de Atenas fue una de las más alabadas hazañas de Sila, el haber vencido a Atenión le habría restado gloria. Pero si Aristión tuvo ayuda militar de Mitrídates, la victoria romana no sería ya sobre un tirano esclavo, sino sobre un estado oriental cuyo rey tenía sangre persa.



[i] “Atenión, tirano de Atenas”.
[ii] Fue contemporáneo de las guerras mitridáticas.
[iii] Vivió entre finales del s. I y el año 165 de nuestra era.
[iv] Vivió entre mediados del s. I y el año 120 de nuestra era.
[v] Idem nota anterior.
[vi] Se tenía el recuerdo de la riqueza del mobiliario persa como proverbial.
[vii] “El banquete de los eruditos” relata una cena de sofistas donde había juristas, gramáticos, músicos, etc., llevando el peso de la discusión Ulpiano de Tiro, un jurista romano.
[viii] También algún otro fue apodado Atenión.
[ix] El nombre de Aristión aparece junto al de Mitrídates en los tetradracmas atenienses del 87-86 a. de C.

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