Besalú (1) |
En uno de sus libros
Ramón Llull describe cómo Blanquerna, un niño imaginario, fue alimentado
durante el primer año por su madre solamente con leche: el niño “tuvo una
nodriza sana para que fuese criado con leche sana… Su nodriza era honesta y de
buenas costumbres…”. Las madres con recursos económicos, en la Edad Media,
entregaban sus hijos a nodrizas, pero según Llull los niños pobres crecían más
fuertes que los ricos, por lo que Blanquerna fue sometido a ciertas costumbres
para que aprendiese a padecer las dificultades de la mayoría de los niños, por
ejemplo, pasar frío y calor. Cuando el niño tuvo edad para alimentarse con
carne, pastel y queso, su madre tuvo mucho cuidado de que los productos fuesen
naturales y variados, donde no podía haber vino ni salsas (según el mallorquín
podrían perjudicar al cerebro).
En “Las Partidas” de
Alfonso X, se dice que hacia los siete años los niños comienzan a tener
entendimiento, por lo que los padres solían hacer fiestas donde se concertaban
matrimonios de los pequeños, que eran mercancía para otros negocios, de forma
que cuando llegaban a una edad en la que procedía que contrajesen matrimonio,
si uno de los dos contrayentes potenciales se negaba, debía esgrimir argumentos
de peso, por ejemplo, la entrada en un convento o la desaparición para escapar
al compromiso adquirido por sus padres. Una enfermedad grave solía servir, como
también el acuerdo de las dos partes para deshacer el compromiso, la
infidelidad de alguno de los jóvenes (fornicio)
o el casamiento de alguno de los dos, lo que impedía uno nuevo.
A los catorce años los
varones podían contraer matrimonio, la misma que podían ser armados caballeros
(si eran de familia escogida) o emanciparse de la patria potestad. En la edad
media se hablaba de niño, mozo, mancebo y
doncel. Los mozos, a partir de los tres o cuatro años, dependían de los
ayos (siempre entre familias pudientes), hasta ser donceles, cuando eran
armados caballeros. Pero en “Las Partidas” se distinguía también entre niños
legítimos e ilegítimos, siendo estos últimos los habidos con otras mujeres
distintas de la esposa mediante adulterio, incesto o fornicio, en cuyo caso no existía la obligación de criarlos si su
padre no quería. Pero alguien, ya fuese el padre de la criatura o no, podía
hacerse cargo de la misma. La madre en todo caso debía hacerse cargo del niño,
lo que era una tradición del derecho romano, donde se contemplaba que la madre
es siempre cierta, mientras que no así el padre.
Muchos niños ilegítimos
eran abandonados en las puertas de iglesias y hospitales, y aún algunos
legítimos, en cuyo caso los padres perdían la patria potestad. Jean Louis
Flandrin señala en una obra suya que estos niños ilegítimos realizaron luego
hazañas, como Guillermo, que llegó a ser rey de Inglaterra con el sobrenombre
de “el conquistador”. Igualmente Dunois[i],
bastardo de Orleáns, que llegó a ser compañero de Juana de Arco. En el reino de
Valencia, Pedro III estableció un pare
orfens que debía ocuparse de los niños abandonados, cuidarles y procurarles
un trabajo; más tarde, Martín “el humano” estableció una institución encargada
de juzgar y castigar a estos niños o jóvenes en el caso de que delinquieran,
extendiéndose luego a Navarra, Aragón y Castilla.
En las Partidas queda
explicado por qué a la unión de un hombre y una mujer se le llamó matrimonio y
no patrimonio. Matrimonio viene de matris
y munium, es decir, oficio de
madre, pues ella era la que sufría los trabajos con los hijos y no el padre.
Además de lo legislado por el derecho romano, que aceptaba la venta o empeño de
los hijos en casos de necesidad, en el Fuero Real de España[ii]
era lícito la venta o empeño de un hijo cuando el padre está rodeado
defendiendo un castillo sin víveres, antes que rendir el castillo de su señor[iii].
En las
Partidas se dice, no obstante, que si las bestias se cuidan de sus crías, mucho
más lo han de hacer los hombres, “que tienen entendimiento”. Luego entra el
legislador del siglo XIII en cómo educar a los hijos de los príncipes, a las
infantas y princesas. El autor al que sigo aquí[iv]
dice que los libros en los que los europeos aprendían a leer a partir del siglo
XII, se refleja que cristianos, judíos y musulmanes creían en la fatalidad del
sino. En una obra de Ibn ar-Rigal[v]
mandada traducir del árabe por el rey Alfonso XIII se manda consultar a los
astros antes de tomar una decisión de cierta importancia. El conocimiento del
destino de un niño dependía de una buena lectura de los astros por parte de sus
padres o de aquellos a quienes se encargaba esta misión.
El conocido como San Nicolás es un personaje legendario que ha sido tomado, en el mundo cristiano, como protector de los niños, de las jóvenes casaderas, de estudiantes, mercaderes, soldados, prestamistas, etc. Si el personaje fuese real se correspondería con unos restos de los siglos III-IV. Existe una leyenda según la cual unos estudiantes de Normandía, deseando estudiar en Atenas, pasaron por la isla Gemile Adasi, cercana a Rodas. Se hospedaron en una casa donde el posadero, por la noche, los mató troceándolos y dejando sus restos en sal. Cuando San Nicolás visitó dicha posada pidió la cena y vio que la carne que le ponían era de los estudiantes, obrando el milagro de devolverles la vida, y este es el origen, al parecer, de que el santo sea el patrón de los estudiantes.
En la
Edad Media hubo una abundante magia y superstición para proteger a los niños
varones de la muerte; había piedras maléficas y otras que constituían
verdaderos talismanes; algunas tenían propiedades profilácticas; existía la
piedra paridera, que ayudaba al parto; el azabache tenía propiedades para que
los niños varones no sufrieran el mal de ojo. En el País Vasco los primeros
dientes caídos a los niños se ofrecían a los murciélagos o a Mari, personaje
mitológico, y en otras regiones españolas se colgaba sobre los niños pequeñas
bolsas con dientes de erizo, gato montés o tejón. En “La Celestina” se habla de
numerosos amuletos y talismanes para toda clase de necesidades.
Los
escasos conocimientos pediátricos llevaba a las madres a acudir a todo tipo de
medios para evitar la muerte de sus hijos en caso de peligro, de forma que
cuando un niño pasaba, de la noche a la mañana, de la salud a la enfermedad, se
achacaba a personas que solo con la mirada podían enfermar a los niños. Era el
mal de ojo, al fascinio, del latín fascinum. Durante mucho tiempo se ha
creído que la fascinación afectaba sobre todo a los niños, de forma que los
familiares pretendían combatirla con una serie de gestos obscenos o poniendo en
el niño un amuleto consistente en una mano cerrada, como si se quisiese atrapar
el maleficio. Se pronunciaban fórmulas como la siguiente: Dios de tio/ Dios de engendró,/ y Dios te saque el mal de ojo/ si
alguien te lo echó.
Otros
amuletos “protectores” de los niños fueron el ébano, el coral, el ámbar y el
acebo, todos ellos escasos o caros, por lo que se les atribuían esas
propiedades. Pero de lo que no cabe duda es de que los niños –con excepción de
los de familias ricas o principescas- tuvieron una infancia de pobreza, de
trabajos, de sufrimiento y esfuerzos, sin protecciones especiales como no
fueran las de la propia familia o de algún personaje piadoso.
[i] Vivió en
el siglo XV siendo hijo ilegítimo de Luis de Valois, duque de Orleáns.
[ii] En 1255
Alfonso X dio a los vecinos de Aguilar de Campoo el texto de este título,
extendiéndose luego a varias villas y ciudades.
[iii] Recuérdese
el caso de Guzmán “el bueno”.
[iv]
Buenaventura Delgado, “Historia de la infancia”. En esta obra se basa el
presente resumen.
[v] Conocido
por los cristianos como Abenragel, vivió entre los siglos X y XI.
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