Soldados de Silesia tras la primera guerra mundial*
¿Por qué no considerar el comienzo de la “gran guerra” con la anexión por parte de Austria de Bosnia y Herzegovina? Quizá porque no llevó consigo operaciones militares inmediatas, pero cuando Italia arrebató a Turquía Tripolitania y Cirenaica en 1911 se dio un nuevo paso para un conflicto que –sin embargo- no se vislumbraba. En 1912 los ejércitos de Montenegro, Grecia, Serbia y Bulgaria se movilizaron contra Turquía, que ya no era –dice Galdós- la que contuvo a Rusia en Plewna[i].
España, para protejer a
las colonias sefarditas, muchas de ellas todavía de nacionalidad española,
estableció en Malta el crucero “Reina Regente”, mientras en la capital turca
estallaba una revolución que suspendió las negociaciones de paz tras la guerra
de 1912. Había nacido un nuevo estado, Albania, mientras en los Balcanes
empezaron a actuar sociedades secretas con nombres como “Mano Negra”, “Unión o
muerte”, “Acción revolucionaria”... Puesta Bulgaria de acuerdo con Austria solo
faltaba el aniquilamiento de Serbia para realizar el imperio de los
pangermanistas.
Pero al mismo tiempo “el
lujo y el placer habían llegado a su cima en Europa aquel año de 1914. Todo el
Continente parecía girar en un remolino de valses vieneses, interrumpidos por
nuevas estridencias de jazz americano,
de música negra, en una orgía de tisúes, de plumas, de diamantes, de cigarrillos
turcos y egipcios, de fiestas doradas ahítas de faisanes y champaña, de
extravagancias infinitas, donde el cubismo levantaba su gesticulante geometría…”.
Las fiestas eran para algunos cosa corriente en los casinos, en las playas, en
las montañas, en los hipódromos, gastando verdaderas fortunas sobre el tapete
verde, en las carreras de Ascott y de Longechanps[ii].
Mientras tanto Alemania
era una potencia militar y había conseguido aumentar su flota, pero aún no
inquietaban a los grupos dirigentes las revueltas que habían comenzado en 1905.
Eran relativamente pocos los obreros sindicados, y solo en las minas estaban
asociados en mayor número, señalando Galdós que en Gran Bretaña y Alemania
rondaban los cuatro millones en cada caso. Se extendía la influencia del
marxismo entre esos grupos y entre los intelectuales, mientras que Europa
ejercía una supremacía indiscutible sobre el mundo; era el banquero y la
fábrica del mundo, y había heredado de Asia, hacía tres mil años, “la facultad
de dirigir la Historia”. En Europa habían nacido las corrientes de pensamiento
y los descubrimientos más fecuntos de los últimos siglos, mientras que Rusia y
Turquía se consideraban semisalvajes por el resto de europeos.
Los rápidos transportes
desde que se superó la depresión económica de 1873-1875, hicieron de Europa “una
república mercantil internacional” que funcionaba bajo la égida británica con
sus transportes marítimos y la explotación de las riquezas del mundo “en
beneficio de la raza blanca”. Después de Trafalgar, nadie se atrevió a
disputarle el señorío de los mares a Gran Bretaña, fue la primera en
industrializarse, pero a finales del siglo XIX había surgido el poderoso rival
que fue Alemania.
El gran territorio
social y lingüístico alemán se había hido formando desde la Edad Media,
mientras que los suízos se habían independizado con elementos latinos; los
holandeses, de procedencia frisia y franca, se desarrollaron mientras Alemania
había mandado a millones de sus hijos a la labor colonizadora, en el siglo XIX,
hacia Hungría, Rusia y Estados Unidos. Se había apropiado de territorios como
Schleswig, Alsacia-Lorena, Posen[iii]
y la Silesia Superior[iv].
Polonia había sido repartida entre sus poderosos vecinos, llamándose el
territorio adjudicado a Prusia, Posnania (la región de Posen).
Para el personaje del
que se vale Galdós, Ignacio Aymerich, los pecados de Europa eran los más
soportables porque se gozaba de la libertad que no existía en ninguna otra
parte del mundo (recuérdese la vida de la minoría negra y de los indígenas en
Estados Unidos). Había problemas internos, por ejemplo en Irlanda, en Polonia, en
Alsacia y Lorena, en Finlandia, entre las minorías eslava y latina en
Austria-Hungría, donde los nacionalismos estaban en su cúspide. Cualquier
guerra redundaría en perjuicio de Europa –razonaba Aymerich- y además aparecían
por oriente y occidente las grandes potencias de Japón y Estados Unidos.
Se estilaban las
alianzas secretas entre estados. Alemania, hostil a toda expansión eslava,
oponía su pangernanismo al paneslavismo. Rusia, dueña del Asia central desde la
ocupación de Siberia, codiciaba Constantinopla para tener salida al mar
Mediterráneo sin necesidad de combatir a los hielos nórdicos. Francia ocupó
Túnez y creció la rivalidad ruso-inglesa en Asia. Alemania agitó los países con
motivo de la guerra del Transvaal[v].
El rey Eduardo VII, a quien Galdós califica de “monarca que poseía un
conocimiento poco común de los hombres”, y Delcassé[vi]
llegaron a un acuerdo para preservar la paz, mientras que Guillermo II de
Alemania visitaba al emperador de Marruecos en Tánger reconociéndole como
monarca independiente. En 1907 desembarcaron los franceses en Casablanca y
Eduardo VII viajó a Berlín sin poder llegar al mismo acuerdo que con Francia,
muriendo poco después (1910).
La competencia de las potencias europeas por construir los ferrocarriles en Asia aumentó las tensiones, mientras Francia continuó su penetración en Marruecos y llegó hasta Fez. España, por su parte, desembarcó tropas en Larache y ello motivó la protesta de Alemania, que envió al crucero “Panther” a Agadir, lo que provocó el pánico en toda Europa. Los países alargaron el período de instrucción militar de sus jóvenes preparándose para la guerra[vii].
[i] En el contexto de la guerra ruso-turca de 1877-1878. Plewna está al norte de la actual Bulgaria.
[ii] Al oeste de Londres en ambos casos.
[iii] Provincia prusiana, hoy al oeste de Polonia
[iv] Hoy al sur de Polonia.
[v] Fue una república independiente durante la segunda mitad del siglo XIX, pero los bóeres tuvieron que defenderla contra el imperialismo británico, que se hizo con ella en 1900.
[vi] Del partido radical francés, fue Ministro de Colonias y de Asuntos Exteriores, a quien se reconoce un papel importante en la formación de la Triple Entente.
[vii] El presente resumen parte del volumen 6 de la obra de Galdós, “Episodios Nacionales Contemporáneos”, “España neutral (1914-1918”.
* Fotografía de wikiwand.com/es/Alta_Silesia
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