martes, 4 de abril de 2023

La importancia del "Índice"

 

En 1707 tuvo lugar con “católica, real y noble pompa” la ceremonia que precedió a la reunión de los inquisidores para la publicación del nuveo Índice de libros prohibidos, siendo el último de 1640. El documento en el que se lee lo que aquí resumimos[i], dice que que “este gran empleo de inquisidor” es el que ha posibilitado encargar “ a personas de la primera literatura [teología], prudencia y experiencia” el examen de los pliegos e impresos que se se publicasen o pretendiesen hacerlo.

Se consideraba a la Virgen de Santa Rosalía de Palermo la “especial protectora contra los accidentes contagiosos, [y] será antídoto contra la pestilencia fiebre de las heregías”. Para ello se congregaron en las casas del Tribunal de la Inquisición “mucha nobleza, ministros y ofiales de el Tribunal”, saliendo a caballo precedidos de timbales y clarines la congregación de familiares… y así llegaron hasta la plazuela de Palacio, “que no obstante estar cerrado el paso de coches y cavallos, a causa del feliz parto de la reina […] fue su Magestad servido de mandar se franquease a tan Católica función, saliendo al balcón a patrocinar con la Real presencia este religioso acto”.

Hubo misa en la real capilla “con todo el lleno de instrumentos y voces”, y el nuevo Índice se mostró después del Evangelio. Vino luego la consiguiente predicación, y al terminar toda la pompa, con no menos que como había comenzado, se produjo la procesión con todos los nobles, familiares, etc. para retirarse.

Unos años más tarde, en 1720, Don Diego de Astorga y Céspedes[ii], Arzobispo de Toledo e Inquisidor General, dio orden de que se retirase una publicación que ponía en duda creencia muy extendida entre los españoles: se había difundido un “papel” impreso en diez hojas que contenía cuarenta y seis números, cuyo título era “Examen de la Tradición del Pilar”, poniendo en duda el autor la venida del apóstol Santiago a España, lo que contravenía lo decretado por el Santo Oficio en el Índice de 1707, donde se había mandado borrar la propisición de dicha duda en otras obras.

“Y mandamos poner –dice el arzobispo toledano- y ponemos perpetuo silencio, para que nadie pueda escibir contra dicha Tradición” (bajo pena de excomunión), dando permiso al tiempo para que se pudiese publicar libremente a favor de la misma. Diego de Astorga se había mostrado contrario a ciertas formas de religiosidad popular que consideraba anticuadas e impropias del nuevo tiempo que -como vemos- era viejo en otros aspectos.

En 1703 se publicó la lista de las personas que habían sido condenadas en el Auto público de Fe, que se había celebrado en la iglesia del convento de Santo Domingo de Lisboa, siendo Inquisidor General el obispo Fray Joseph de Lancastro, y en 1722 se hizo pública la relación de los reos que salieron en el Auto de Fe que el Tribunal de la Inquisición había celebrado en el convento de Santo Domingo de Madrid, siendo Inquisidor General el obispo de Pamplona, Don Juan de Camargo[iii]. Este obispo presentó su renuncia al obispado en 1725 y se le asignaron diez mil ducados sobre caudales de la Santa Cruzada y una canongía en la catedral de Toledo, pero renunció a lo primero[iv].

En el mismo año tenemos ejemplos parecidos en Llerena, y en 1723 en Córdoba, Valladolid, Valencia, Coimbra, Murcia, Toledo y Sevilla. En 1724 en Madrid y al año siguiente en Granada… A medida que avanza el siglo XVIII van siendo más extrañas estas ceremonias.


[i] Bibliotheca Sefarad.

[ii] Nació en Gibraltar en 1665 (siendo todavía la plaza de soberanía española) y murió en Madrid en 1734

[iii] Era natural de Ágreda (Soria), nacido en 1663 y fallecido en Madrid en 1733.

[iv] Real Academia de la Historia.

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