Río Tirón
Alfaro y Calahorra son
hoy ciudades riojanas que formaron parte de la o las vías romanas que
comunicaban Caesaraugusta con Astúrica, pero también cabe citar otros topónimos
como Varea (hoy un barrio al este de la ciudad de Logroño), Monte Cantabria en
las proximidades de la citada ciudad, en la margen izquierda del río Ebro, de
unos 500 m. de altitud; Agoncillo, en el norte de La Rioja limitando con
Navarra; Venta de Valpierra, un despoblado entre Nájera y Haro; Tricio, Libia
(antigua “ciudad” berona en las proximidades de Herramélluri[i]),
Murillo de Río Leza[ii],
Aranzana de Arriba (en las proximidades de Nájera), Cerezo de Río Tirón (actual
provincia de Burgos, en el límite con La Rioja), la no localizada Atiliana,
entre Briviesca y Barbariana, siendo esta una antigua mansión romana en Murillo
de Río Leza[iii]
que han estudiado P. Pascual Mayoral y P. Pascual González (1994).
Según Carmen Alonso
Fernández y F. Javier Jiménez Echevarría[iv],
las vías romanas que se construyeron en La Rioja actual estuvieron
condicionadas por el curso del río Ebro, y a lo largo de ellas se establecieron
las mansiones para descanso de los viajeros. Como en otros muchos casos, el Itinerario
de Antonino (el emperador Caracalla) es la fuente clásica fundamental, pero
deben tenerse en cuenta también los trabajos arqueológicos.
Dicen los autores
citados que el trayecto más importante en época romana era el que unía la
ciudad de Tarraco con el noroeste de la península pasando por Caesaraugusta, que
está representado en las vías 1 y 32 de la citada fuente, pero cuando se trata
de localizar las mansiones de las mismas no hay coincidencias siempre; por
ejemplo, se desconoce la situación de las mansiones de Atiliana y Barbariana.
Los miliarios son una
importante fuente de información, no solo por las epigrafías que en ellos se
contienen sino por su localización geográfica, siempre que se encuentren en el
lugar original. De los siete miliarios documentados en La Rioja, el de
Calahorra ha sido datado en el año 9 a. de C., que correspondería al tramo
viario construido en el mismo año en dicha localidad, y un fragmento encontrado
en el río Alhama, en Alfaro, es también de la misma época. Otro fragmento
encontrado en Arenzana de Arriba, relacionado con la vía a su paso por Tricio
es de la época de Claudio ( 43-44 d. C.) y los tres militarios restantes se atribuyen a la segunda mitad del siglo III, uno en Tricio y dos más
en el Barranco del Obispo, Argoncillo.
En cuanto a los puentes
de factura romana se han documentado dos: el de Mantible, sobre el río Ebro y
entre los municipios de Logroño y Lanciego (Álava); el
otro es el de Cihuri, sobre el río Tirón, al suroeste de Haro, pero ninguno de
los dos está en la vía objeto de estudio por Alonso Fernández y Jiménez
Echevarría. Estos autores consideran que hay tres lugares básicos para las vías
romanas en La Rioja: Agoncillo, Varea y Tricio, de este a oeste; desde
Agoncillo la vía cruzaba el río Leza, y a partir de aquí se establecen dos
hipótesis: hasta Varea por el Camino de la Pasada del Cuarto del Ahorcado (?) o
por el Camino Real a su paso por Villamediana de Iregua (al norte de La Rioja).
En todo caso –dicen los
autores a los que seguimos- “debe erradicarse la idea estereotipada […]
respecto a cualquier similitud de las calzadas de Hispania con las enlosadas
italianas”, aun tratándose de obras realizadas en los mismos momentos. En
general “las vías romanas son caminos estrechos”, aunque cuando el terreno lo
permitía superaban los diez metros de anchura. En Hispania se empleaban
materiales locales, siendo preferente la rectitud del trazado (salvo cuando no
era posible). En ocasiones el trazado obedecía a criterios de estrategia
militar, discurriendo a cierta altura, ya que era más fácil dominar visualmente
el terreno, además de que así se evitaban inundaciones.
Parece que hay acuerdo,
aunque no unánime, en que la vía romana en la actual provincia de La Rioja
comenzaría en Corella (Navarra) para llegar a Alfaro (la Graccurris romana
fundada en 179 a. C.) sobre la base de una “ciudad” vascona, “que figura como mansio de la vía XXXII del Itinerario de
Antonino”. Luego continuaría hasta Cascante (de nuevo en la actual Navarra),
aunque hay dudas sobre esto último; la vía cruzaría el río Alhama y se
dirigiría hacia Rincón de Soto (al nordeste de La Rioja). Luego llegaría a
Pradejón, Navarrete y Tormantos, en el extremo noroeste de La Rioja, viéndose
que el valle del Ebro es hilo conductor de la vía.
Se han realizado trabajos arqueológicos en San Torcuato (noroeste de la provincia), pudiéndose ver los diferentes estratos de la vía romana, pero solo mediante fotografía aérea es posible deducir el trazado de la vía en Herramélluri.
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