Fotografía antigua de Quezaltenango*
En 1545 Bartolomé de
las Casas escribió al emperador Carlos diciéndole que si los indios se
levantaban era porque los conquistadores abusaban de ellos: “ellos son [los
españoles] y no los indios los que hacen alborotos y hacen levantiscos los
indios”, continúa el dominico. En muchas otras ocasiones Las Casas pone a los
indios como mansos y soportadores de la brutalidad de los conquistadores,
porque su intención era conseguir un trato justo para ellos; no tiene sentido
atribuirle la ingenuidad de que los indios soportaban todo con resignación.
Cuando nuevos
historiadores han querido investigar los movimientos de revuelta de los
indígenas americanos contra la colonización española, se han encontrado con que
han aparecido muchos más datos que los manejados por la historiografía
tradicional en dicha materia. Por tanto se han preguntado por las causas de
esos levantamientos en el siglo XVIII, que es cuando han sido más visibles: en
primer lugar por la revitalización de la represión de las idolatrías que
mantenían las comunidades menos aculturizadas; en segundo lugar por un
incremento de la presión económica en forma de impuestos que sufría, con mayor
intensidad, la población indígena.
Pero sabemos que
también en los siglos XVI y XVII hubo levantamientos indígenas que tuvieron
mayor o menor entidad contra la conquista y colonización española. Cierto que
durante la primera mitad del primer siglo citado, los ejércitos españoles
vencieron a los jefes indígenas con toda su panoplia de caciques y curacas;
también es cierto que los españoles consiguieron destruir sus estructuras
políticas, sobre todo allí donde eran más reconocibles, mexicas e incas.
Pero los indígenas
siempre trataron de conservar, en la medida de lo posible, algunos elementos de
su tradición cultural[i],
aunque esto no se pueda observar con carácter general, lo que llevó a
levantamientos como el de Taqui Onqoy[ii]
en Perú, al que se reconoce como una auténtica sublevación. Su duración abarca
desde 1564 a 1572, al considerar los indios que las huacas, o todos los elementos de la sacralidad indígena, eran suplantados
por el Dios cristiano; se trataba, pues, de preservar sus tradiciones
religiosas. El líder religioso Juan Chono fue el que dirigió la protesta, que
elevó al intento de expulsar a los españoles, pero estos consiguieron, no sin
esfuerzo, vencer a los indígenas y hacerles abjurar de sus creencias
públicamente (en la intimidad sería otra cosa).
Más conocida es la
guerra del Mixtón, en realidad una serie de levantamientos discontínuos durante
la segunda mitad del siglo XVI cuando los españoles quisieron extener su
dominio al norte de México, donde vivían pueblos seminómadas como los
chichimecas. Se ha considerado que la política brutal de Nuño de Guzmán en lo
que los españoles llamaron Nueva Galicia, provocó el levantamiento que luego se
extendería, y que tuvo motivaciones de reacción al sometimiento, tanto cultural
como económico.
Entre 1679 y 1820
encontramos otros levantamientos indígenas, lo que permite suponer que fue
compatible la legislación protectora de los indios con su explotación, como en
nuestro tiempo es posible esta aunque exista una legislación social. Durante
los años citados se produjeron levantamientos de diversa intensidad en las
tierras altas de los mayas, aunque en ocasiones no siempre cuajaron en
violencia armada, pero algunos consideran que la aculturación fue “el mejor
impulsor del levantamiento”.
A principios del siglo
XVIII se levantaron los tzeltales de Chiapas, que se extendieron a los Altos de
Guatemala (tzotziles, tzeltales y choleas) con una intencionalidad mesiánica y
contra la aculturación de la que eran objeto dichos indígenas, pero el más
conocido es el protagonizado por Túpac Amaru[iii]
desde Cuzco en 1780, siendo las motivaciones sociales, económicas y políticas,
pues incluso se planteó por parte del círculo más próximo al jefe rebelde la
independencia de la monarquía española. El movimiento se extendió por parte del
virreinato del Perú y del Río de la Plata, comunidados entre sí por las alturas
de la actual Bolivia.
En 1820 se produjo la
rebelión de los quichés de Totonicapán bajo el liderazgo de Atanasio Tzul[iv],
que aunque no llegó a ser tan violento como la guerra de castas en Yucatán[v],
estuvo entroncado con el movimiento independentista de Centroamérica.
Por lo que respecta a los pueblos mayas de los Altos sus levantamientos tuvieron el carácter de luchas campesinas más que de tipo cultural, cuestión esta que en el siglo XVIII aparece con fuerza como si se tratase de una maduración tras el largo período de dominación española. De hecho las comunidades corporativas campesinas cerradas perviven entre los mayas de los Altos en la actualidad[vi], quizá como recuerdo de los chinamit o grupos endogámicos de parentesco cuyos miembros tenían tierras en común[vii].
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[i] Elías Zamora, “Resistencia maya a la colonización: levantamientos indígenas en Guatemala durante el siglo XVI”.
[ii] El término hace referencia a una creencia.
[iii] Mestizo descendiente de Túpac Amaru I, último de los Incas de Vilcabamba, y por lo tanto situado en un plano de superioridad entre la población indígena.
[iv] Indígena guatemalteco que derrotó a las autoridades españolas e impuso durante un breve tiempo un gobierno en la región de Totonicapán.
[v] Protagonizada por los mayas de Yucatán a mediados del siglo XIX contra criollos y mestizos, lo que quiere decir que el sometimiento de la población indígena continuó después de la independencia de la América continental española.
[vi] Véase nota i.
[vii] Diccionario Histórico Biográfico, 2004. Ver aquí mismo "Estas son las gallinas que has de comer" y "Encerrar el sol en un corral".
* Fotografía de diariodelosaltos.com
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