Vasija de la Cova de la Sarsa (Valencia) |
Una enorme cantidad de
estudios e intercambio de información se han producido durante el siglo XX,
sobre el origen del Neolítico en la península Ibérica y el camino recorrido
para que aparezcan aquí la primeras cuevas con población sedentaria, los
primeros poblados, los primeros cultivos y la cerámica asociada a ellos.
En el IV Congreso del
Neolítico peninsular, Bernat Martí Oliver ha publicado un trabajo[i]
que, aparte lo engorroso del mismo (quizá inevitable por las continuas
aportaciones y discusiones de los especialistas) trata de arrojar luz sobre el
origen, características y yacimientos del Neolítico ibérico.
En un primer momento se
supuso que las prácticas agrícolas y la domesticación de animales procedieron
del norte de África, lo que implicaría, al no ser este un foco originario, la
expansión neolítica por toda la costa sur del Mediterráneo desde Oriente Próximo
y Egipto. Dicha expansión ha sido costera, en todo caso, pero otra cosa es si
la agricultura entró en Iberia desde el sureste de Francia y la costa mediterránea.
El autor al que sigo dice que este asunto “tiene poco que ver con la
simplicidad”.
Pudo ocurrir que grupos
humanos en estadío epipaleolítico[ii] y
otros en estadío neolítico se influyesen. Martí Oliver señala que el primer
Neolítico ibérico guarda una profunda semejanza con el de Europa continental,
pero no se descarta, como dijimos antes, una difusión démica (culturas que se
influyen mutuamente).
En el primer Neolítico
ibérico cobran importancia las cuevas, los poblados y los santuarios, entendido
que allí donde el ser humano quiso asentarse para dedicarse a la agricultura,
podría no haber cuevas, como sí en otros lugares. Los santuarios tienen que ver
con el sentimiento trascendente o religioso del ser humano desde mucho antes, y
posteriormente el arte que los neolíticos dejaron en las cuevas y en objetos.
En la costa ligur se encuentra
la Caverna delle Arene Candide, donde en 1946 se encontraron unos estratos
cerámicos, de la misma forma que las regiones italianas donde las cerámicas
impresas se encuentran con particular riqueza son la costa oriental de Sicilia,
la costa adriática de la Puglia[iii]
y el Finalese[iv],
lo que sumado a la presencia en Arene Candide de obsidiana procedente de las
islas Lípari, demuestra su carácter mediterráneo. Parece que hubo un movimiento
de colonización que se dirigió desde la Puglia a la orilla opuesta del
Adriático a través de las islas Tremiti[v] y
de Corfú, de acuerdo con la presencia de cerámica impresa con cierta afinidad
en algunas estaciones de la fase de Sesklo[vi]
de la Tesalia.
Así se delimitó la
cultura de las cerámicas impresas como Neolítico inicial, entre el Mesolítico y la cultura de los vasos de boca cuadrada, cuyos estratos encontraban
paralelos en las culturas neolíticas del valle del Danubio y los Balcanes. De
origen externo, su difusión desde Egipto y el Próximo Oriente, se habría
producido a través del camino del norte de África, de acuerdo con lo cual, al
oeste de Arene Candide la cerámica impresa se detuvo en el arco alpino, pues
aunque está presente en algunas cuevas de la Francia meridional, como en el
abrigo Châteauneuf-les-Martigues, no puede pensarse que la civilización
neolítica haya llegado a Liguria atravesando los Alpes.
En 1946, sin embargo,
el panorama ibérico encajaba en su orientación africana, dos décadas después de
los hallazgos de cerámica impresa cardial en las cuevas de Montserrat (1925) y
en la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia), consideradas propias de períodos
neolíticos avanzados de acuerdo con su perfección y elaborada decoración, que
parecía acercarse al vaso campaniforme. Luego se publicó la estratigrafía en la
Esquerda de les Roques de Torrelles de Foix (Barcelona), que demostró que el
vaso campaniforme es muy posterior (calcolítico o eneolítico).
Después de 1939 el
Neolítico ibérico se dividió en dos etapas: las culturas hispano-mauritana e
ibero-sahariana, de forma que las cerámicas impresas cardiales serían
exponentes del Neolítico hispano-mauritano, con una primacía cronológica
respecto a las restantes especies cerámicas, al rechazarse la tosquedad como un
indicio de mayor antigüedad. Así se estableció un mismo lugar de origen para la
primera cultura neolítica de las cerámicas impresas, el norte de África, y dos
caminos para su llegada y proyección sobre el continente europeo, uno por
Sicilia y otro por Gibraltar.
En Iberia el Neolítico
primitivo con cerámica impresa corresponde a la fase cultural
hispano-mauritana, y su distribución fue costera con escasa penetración en la
Meseta, siendo su expresión más característica la cerámica cardial
montserratina.
Otros han considerado
que el Neolítico norteafricano podría ser un desarrollo provincial del
Neolítico del Nilo y, de este modo, la vía seguida por la nueva civilización
desarrollada en el Oriente Medio para alcanzar el Mediterráneo occidental,
España, Sicilia y la península italiana, pero este papel preponderante de
África deja paso, para otros, a la hipótesis de una influencia directa desde
Oriente mediante una difusión marítima, es decir, costera: el origen del Neolítico del Mediterráneo debería buscarse en el Próximo Oriente, donde se
encuentran los tipos cerámicos que lo caracterizan, y no parece verosímil una
propagación terrestre desde la zona sirio-anatólica al norte de África porque
falta la cultura con cerámica impresa en Egipto. La cerámica impresa que
caracteriza el nivel inferior de Arene Candide o Neolítico antiguo, se
encuentra en toda la cuenca mediterránea occidental, correspondiendo siempre al
nivel neolítico más profundo de las diversas estratigrafías conocidas.
[i] “Cuevas,
poblados y santuarios neolíticos: una perspectiva mediterránea”.
[ii] Antes
del Neolítico cronológicamente hablando, cuando individuos carroñeros pasaron a
ser agricultores en formas muy primitivas.
[iii]
Sureste de Italia.
[iv]
Nordeste de Italia.
[v] Al este
de Italia.
[vi] Al
norte del golfo de Corinto.
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