jueves, 30 de mayo de 2019

Un Burgués de París

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A finales del siglo XVI, Étienne Pasquier[i] consideraba que el personaje que “se escondía” bajo la denominación “Un Burgués de París” era clérigo, pues el “Diario” de dicho burgués da algunas pistas sobre ello. En el siglo XIX, A. Longnon también habló de un clérigo y otros creyeron que se trató de un camarero de la catedral de París y canciller de la Universidad. Otros, en fin, también creyeron que se trató de un clérigo de la Universidad, posiblemente doctor en teología por la referencia que hace al debate que hubo en 1446. Mitre, por su parte, dice que era un clérigo de “discreto bagaje intelectual”.

El período que abarca el “Diario” que escribió el burgués al que nos referimos, comprende la batalla de Azincourt (1415), en la que el ejército francés fue vencido por el inglés en el contexto de la guerra “de los cien años” y el tratado de Troyes (1420), con la ocupación angloborgoñona de París y la reacción francesa. Contrariamente a otros, el “burgués” muestra simpatía por Borgoña al considerar justa su causa. Para los seguidores de Enrique VI, personificación de una monarquía dual anglo-francesa apoyada durante algún tiempo por el duque de Borgoña (Felipe “el bueno”)[ii], sus oponentes son armagnacs[iii], brigands[iv], ladrones, violadores, peores que sarracenos, seguidores del sedicente delfín del Vienesado[v], secuaces del sedicente rey Carlos…

Para los partidarios del delfín Carlos, sus rivales son “renegados” y genéricamente “ingleses”, aunque no sean de esa nacionalidad. El “Diario” refleja bien las penurias de una época vistas desde un París controlado políticamente durante casi veinte años por el bando borgoñón y en el que se asienta una guarnición inglesa desde 1420. Nuestro burgués podría ser considerado como un colaboracionista con las fuerzas de ocupación, pero no era el único, pues también un sector de la propia Universidad, los cuales consideraron a Juana de Arco[vi] como una simple armagnaque, representante de un mundo de visionarios. Por estos años actuó también Piéronne la bretona[vii], que tuvo el mismo fin que Juana, o Guillermo de Mende, conocido como El pastorcillo, un adolescente marcado por unos estigmas parecidos a los de Francisco de Asís. Fue hecho prisionero por los ingleses en 1431 y posiblemente ahogado en el Sena.

La liberación de Orleáns se menciona en el “Diario” con bastante menos épica de la que otros testimonios mitificadores de Juana de Arco, dando importancia, por el contrario, al frustrado intento de Juana de tomar París, circunstancia que el burgués rodea de un cierto halo de heroísmo ciudadano. Su animadversión hacia Juana sería similar a la de una buena parte de la población de la capital, que veía en ella un elemento de perturbación añadido a los que ya sufría la ciudad. Milicias parisienses filoborgoñonas fueron, en efecto, las que rechazaron a las fuerzas juanistas tras duros combates que obligaron a retirarse a los asaltantes, maldiciendo a la joven que les había prometido una fácil victoria. El burgués dice de Juana que era “una criatura con forma de mujer a la que los suyos llaman la Doncella. Pero quién fuera ella solo Dios lo sabe”.

De todas formas, la lealtad del burgués a su facción no será ilimitada, y con motivo del congreso de Arras de 1435, en donde el duque de Borgoña cambió de bando y se reconcilió con Carlos VII, se debilitará la posición inglesa y hará que París caiga, sin resistencia digna de mención, en manos de las fuerzas reales del condestable Arturo de Richemont[viii] en 1436. Desde este momento parece que los vecinos de París vieron la guerra no como una cuestión dinástica, sino nacional, y aquí el giro del burgués, que ya no usará el término armagnacs en sentido insultante, sino que los identifica con los franceses…

No fue el único que se acomodó a las nuevas circunstancias, como Jean Villiers de L’Isle Adam quien, como miembro del partido borgoñón, en 1430 fue nombrado gobernador de París, pero cinco años después se acercó a Carlos VII. Otros actuaron de forma menos descarada, como el prelado y cronista Tomás Basin, que fue obispo de Liseux (Normandía) en 1448, tras prestar juramento a Enrique VI de Inglaterra. A los pocos meses Carlos VII emprendió una demoledora ofensiva[ix] y, en 1449-1450 Enrique VI ya se encontraba en una situación insostenible; es el momento que el obispo se convierte en colaborador de Carlos VII y redacta una “Historia” de su reinado, aunque C. Beaune considera que siguió teniendo escasa simpatía por dicho rey.

Coherente fue Juan Gerson, canciller de la Universidad de París, filoborgoñón hasta 1400, pero partidario de fórmulas moderadas desde ese año, sobre todo desde el fracaso de la ordenanza Cabochien[x] en 1414, se retiró a un convento de Lyon en 1418. Igual hizo Cristina de Pizan, escritora y quizá precursora del feminismo, que agobiada por la situación de Francia, se retiró a un convento también en 1418. La política de acercamiento a Carlos VII representó un pacífico cambio, siendo la Universidad de París la que más perdió, pues tomando como pretexto su filoborgoñismo, sufrió ya desde 1436 la merma de sus privilegios. La reforma del cardenal Guillermo d’Estouteville en 1453 sirvió para que se impusiese el carácter regional de las universidades del bajo Medievo, frente al sentido internacional que habían tenido en el siglo XIII.

El “Diario” del burgués nos transmite información sobre la segunda mitad de la guerra de “los cien años” (1405-1449). Nos pone ante los ojos al París de la época, con numerosos monasterios, la abadía de Saint Denis en las proximidades de la ciudad, su embarcadero y la lonja, el mercado y la Universidad en el contexto de la guerra de los “cien años”. El estilo del “Diario” es, según E. Mitre, plano y frío, salvo en algunos momentos, siendo las fuentes del burgués, orales, así como su bagaje cultual. Hace comparaciones entre París y algunas ciudades bíblicas sitiadas, con las consecuencias del desabastecimiento de productos básicos para la población y la subida de los precios.

Las treguas firmadas en Meulan (en la región de la Isla de Francia) sirvieron para que entrasen en Les Halles grandes cantidades de tocino, pan, pescado y otros productos, pero ello no evitó el hambre y el frío en momentos determinados. Algunos pasajes son relatados con tintes dramáticos, como las matanzas borgoñonas en el París de 1418. No faltaron en el “Diario” noticias sobre los brotes epidémicos, que tuvieron efectos devastadores, comparando algún caso con la hecatombe de 1348 (peste negra). También relata episodios pintorescos, como la llegada a París de doce penitentes (quizá gitanos) en 1427, que procedían del bajo Egipto o del Peloponeso.

El clima de inseguridad espiritual está presente en el “Diario”, lo que llevó a la imposibilidad de algún obispo de tomar posesión, así como el recibimiento multitudinario, en 1429, del hermano Ricardo, sucesor de Vicente Ferrer, con sus predicaciones apocalípticas. Habla también de los lamentos por los ataques de los armagnacs en el entorno de París en 1420, “saqueando, matando, forzando mujeres, muchachas y religiosas”, quizá obra más bien de bandas irregulares que recorrían el país en el contexto del desorden existente. La inseguridad se haría endémica en los años de la ocupación o liberación (según el punto de vista) de Carlos VII. En 1439 el burgués se había hecho eco de las pesadas contribuciones que tenía que sufrir la población para hacer frente a la guerra.



[i] Político y jurista  partidario de un acercamiento entre protestantes y católicos.
[ii] Actuaba con total autonomía en sus territorios.
[iii] Los armagnacs siguieron al duque Luis II de Orleáns, consuegro de Bernard VII de Armagnac. Los borgoñones siguen a Felipe II de Borgoña, hermano del rey Carlos V.
[iv] Bandoleros.
[v] Carlos, regente entre 1418 y 1422 para los armagnac, rival de la facción anglo-borgoñona y Enrique V de Inglaterra.
[vi] Vauchez recuerda los contactos de Juana durante el episodio de Orleáns con el círculo del hermano Ricardo, el exitoso predicador en París. El séquito de Carlos VII se vio en el dilema de aprovechar el efecto movilizador promovido por la joven o el de refrenar cualquier interpretación heterodoxa que pudieran darse a su mensaje.
[vii] Decía tener visiones y quizá conoció a Juana de Arco en 1420. Aquella fue quemada en una hoguera en 1430, un año antes que Juana.
[viii] Militar servidor de Carlos VI y Carlos VII.
[ix] Treinta años atrás, Normandía había resistido a los invasores ingleses.
[x] Tendió a limitar el poder de la monarquía.


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