Estela de la falsa puerta en la necrópolis |
Ehnasya el Medina es el
nombre actual de la antigua ciudad egipcia Nen-Nesu, que los griegos llamaron
Heracleópolis Magna, al identificar al dios local Herishef con su Heracles. La
arqueóloga M. Carmen Pérez Die ha publicado en la revista Arbor un artículo
sobre dicho yacimiento arqueológico[i].
Ya en 1966 el Gobierno
egipcio concedió a España permiso para excavar en Ehnasya el Medina, al sur del
delta del Nilo, a la entrada del oasis de El Fayum. Desde entonces se han
sucedido una serie de campañas en las que también participa personal egipcio,
siendo uno de los elementos más importantes el templo del dios local Herishef,
en la necrópolis del primer período intermedio de la historia antigua de Egipto[ii],
cuando Heracleópolis (Nen-Nesu) era la capital de Egipto, y en la necrópolis
del tercer período intermedio[iii].
Los trabajos llevados a
cabo han permitido conocer algunos aspectos religiosos y de otro tipo de la
historia del Egipto antiguo, sobre todo por la gran extensión de la excavación.
En cuanto al templo de Herishef, el dios local representado con cuerpo humano y
cabeza de carnero (una de las divinidades más antiguas), fue descubierto a
finales del siglo XIX por Henri Édouard Naville (1844-1926) y excavado a
principios del siglo XX por William Petrie (1853-1942). En 1966 se encontró un
coloso del siglo XIII a. de C. y en 2004 se procedió a la limpieza del patio
del templo, que está construido en un sentido longitudinal N-S, por lo tanto
sin tener en cuenta el río Nilo (a 15 km. de distancia) como ocurre con otros
templos. El sol, en su cénit diario, coincide exactamente con dicho eje
longitudinal del templo.
En el llamado sector L
de la excavación, se han documentado varios niveles, desde el más reciente (siglos
VIII-VII a. C.) hasta el más antiguo (siglos XXII-XXI a. de C.). Los
principales hallazgos corresponden a los niveles más recientes, por ejemplo la
necrópolis monumental construida desde finales del siglo IX hasta el último
tercio del VIII a. de C. En esta época la ciudad se convirtió en un centro
estratégico y militar de importancia, cuyo control fue disputado por los
faraones del delta y los sacerdotes del dios Amón de Tebas.
El núcleo principal del
cementerio está formado por tumbas de familiares de los faraones de los siglos
X a VIII, sobre todo algunos de sus hijos, así como de los sumos sacerdotes de
Tebas, como es el caso de una sacerdotisa que fue superiora del harén del dios
Herishef, cuya tumba ha dado abundante y bellísimo material funerario. La
necrópolis del tercer período intermedio (siglos XI-VII a. de C.) son de piedra
o adobe, según los casos y se comunican entre sí. Estos recintos fueron
reutilizados y en ocasiones saqueados ya en la antigüedad. De todas formas han
conservado su ajuar funerario compuesto de vasos canopos (con las vísceras
embalsamadas de los difuntos), ushebtis
(pequeñas estatuas), collares de oro, escarabeos, etc., algunos con
inscripciones jeroglíficas.
Los difuntos de esta
necrópolis apenas fueron momificados, siendo aquellos anónimos, con ajuares
pobres de pequeños amuletos y escarabeos, pero las modernas técnicas
arqueológicas han permitido saber la edad, el sexo, las causas de la muerte de
muchos, la talla media (unos 165 cm.), la complexión (fuerte, sobre todo en los
varones), la esperanza de vida (no superó, por lo general, los 40-45 años), la
mortalidad infantil (en torno al 35%), la salud bucodental, que no fue mala
ante los pocos casos de caries, aunque los dientes presentan gran deterioro.
La necrópolis de los
nobles que vivieron en los siglos XXII-XXI a. de C. ofrece datos sobre la
identidad de muchos de los enterrados y sus tumbas son de piedra y de adobe,
encontrándose separadas entre sí por pasillos, constando aquellas de varias
estancias, en ocasiones decoradas con pinturas y relieves. En el exterior se
encontró la estela de la falsa puerta orientada hacia el este, con la mesa de
ofrendas delante. La epigrafía nos ha dado ciertos datos: uno de los enterrados
era intendente de los graneros, otras eran concubinas reales, otra era
sacerdotisa de Hathor. La tumba de un alto funcionario representa en sus
paredes al difundo sentado ante la mesa de ofrendas, y debajo una escena con
las ceremonias rituales: ritos de libación, la quema de incienso, la lectura de
libros, la ablación de la pata delantera de un buey… En otra pared se
representa la preparación de la comida funeraria: los porteadores avanzan
sujetando frutos, legumbres, panes, carne, cerveza y aves. Debajo aparecen
escenas de ganados que muestran el derribo de un toro y la conducción de las
reyes por los pastores[iv].
[i] “Excavaciones
en Heracleópolis Magna”.
[ii] Siglos
XXII a XXI a. de C.
[iii] Siglos
XI-VII a. de C.
[iv] El
presente resumen está basado en la información citada en la nota i.
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