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Entre 1940 y 1945 la
España de Franco tuvo unas relaciones comerciales con la Alemania de Hitler consistentes en suministrar a los nazis productos para su industria (plomo,
wolframio, blenda, mercurio, pirita, estroncio, espato-fluor, pieles, corcho y
lana, entre otros) y alimentos (aceite de oliva, conservas de pescado…). En
total, según Lucas Molina[i],
32 productos por los que Franco exigió el envío de armas modernas a España, pues no tenía sino un ejército anticuado y un armamento obsoleto.
A finales de 1942 se
firmó entre los dos países un Acuerdo Comercial que permitió reactivar el clearing (o compensación por el tiempo
que transcurre entre el momento de una compra y el que se paga). El Ejército
español, para regular los desfases de la balanza comercial germano-española (muy desfavorable a Alemania) en 1943 reunió en Berlín a una comisión con otra
alemana, reuniones que se prolongarían en el tiempo teniendo como sede también
Madrid. Los negociadores españoles no estaban dispuestos a que la elevación de
los precios de los armamentos por parte alemana le permitiese compensar las
muchas exportaciones que España enviaba a Alemania. Esto se consiguió por parte
española, pudiendo comprar las armas fabricadas en Alemania a menor precio del
pretendido por dicho país.
Según el autor citado,
entre 1940 y 1945 Alemania fue el principal destino de las ventas de productos
españoles, el 24,74%, mientras que a Gran Bretaña el 20,53%, con la mirada
puesta en el saldo definitivo de las deudas de guerra vigentes todavía. A
mediados de 1942, el incesante incremento de las importaciones de productos
españoles por parte de Alemania (700% en 1941 con respecto a 1940), no era
compensado por el aumento de las exportaciones alemanas a España (en el mismo período,
un 150%). Tras la invasión de la URSS por parte de Alemania estas cifras se
acentuaron, de forma que a finales de 1942 existía un gran desfase en la
balanza comercial entre Alemania y España de cerca de 200 millones de marcos
(152,8 millones de marcos a finales de 1941 y 198,3 millones de marcos un año
después).
Entre 1939 y 1942 la
cuenta compensadora del comercio exterior entre ambos países tuvo una tremenda
caída que perjudicaba a España, pues no vio compensado el desequilibrio en el clearing, cuestión que correspondió
corregir al nuevo ministro de Exteriores, el conde de Jordana, que vino a
sustituir a Serrano Suñer. Este era pro-nazi, pero Jordana era un militar que
tenía por objetivo defender los intereses de España en esta materia,
independientemente de sus responsabilidades como colaborador de las dos
dictaduras, la de Primo de Rivera y la de Franco[ii].
Su segundo mandato en el ministerio de Exteriores significó un vuelco en las relaciones
comerciales con Alemania, considerando que si España exportaba a Alemania y cobraba más tarde, estaba financiando gratuitamente el comercio alemán,
proponiéndose firmar un tratado que corrigiese esa situación, pues el
descubierto de los últimos años había crecido mucho.
El armamento alemán
sería la válvula de escape que utilizarían ambos países para mantener
controlado el déficit máximo aceptado en el Tratado Comercial firmado a finales
de 1942[iii].
Alemania accedió a suministrar armas a España, entre otras razones por los
rumores de que se preparaba un desembarco aliado en el norte de África, lo que
se conoció con el nombre de Operación Torch. España no estaba preparada ni para
defenderse ni para rechazar una posible invasión en su “protectorado” africano.
El Programa Bar
contenía cláusulas para salvar el desequilibrio monetario entre España y
Alemania, de forma que unos meses más tarde los alemanes presentaron un
proyecto de entrega en los dos próximos años de armamento por valor de 1.000
millones de marcos. La mayor parte de las entregas se realizarían durante 1943
y el resto hasta 1945. Esto hacía necesaria una revisión de los precios de los
productos de ambos países, sirviendo dichos 1.000 millones de marcos para
enjugar el desequilibrio del clearing
hispano-alemán.
Se produjeron una serie
de reuniones en Madrid, donde la delegación alemana propuso considerar un
coeficiente de aumento de los precios, el coeficiente de 4 sobre 1 (el valor de
las exportaciones españolas debía ser cuatro veces el de las importaciones de
armamento alemán). La delegación española no lo aceptó teniendo en cuenta el
diferente tipo de cambio que regía en España para la divisa alemana en los años
1939 y 1943, datos que señalaban un coeficiente muy inferior al propuesto por
los alemanes. Por ejemplo, en las relaciones comerciales de España con
Argentina, Estados Unidos o Brasil, no se empleaba aquel coeficiente. Los
españoles quería equiparar el valor de las exportaciones a Alemania con el de
las importaciones de armamento alemán, lo que no fue aceptado por los delegados
alemanes[iv].
Los españoles
plantearon entonces que debían ponerse sobre la mesa los datos exactos de las
materias primas que entraban en la fabricación del armamento, algunas de las
cuales serían de procedencia española, pues España fue siempre una fuente
importante de exportación de minerales a Alemania. Mientras tanto el General
Martínez de Campos era Presidente de la Comisión Interministerial para la
Adquisición de Material de Guerra en Berlín. Los alemanes argumentaron que para
calcular el precio del armamento que se enviaría a España no se podría tener en
cuenta el de la época de paz, siendo así que parte de dicho armamento se había
fabricado durante la guerra.
Como durante las
negociaciones sobre este asunto se había producido un parón en las
exportaciones españolas, Berlín quiso desbloquear la situación, mientras que
Martínez de Campos enviaba a Jordana un informe derivado de ciertas
comparaciones con los precios del armamento alemán en años anteriores: “De esta
comparación –decía Campos- … podrá vd. deducir que los precios actuales son
superiores, llegando algunos a cuadruplicar los anteriores…”. Los datos que
aporta Lucas Molina sobre el aumento de los precios del armamento alemán son
muy claros, lo que puso a los ministros de los tres Ejércitos españoles
(tierra, mar y aire) sobre aviso de este asunto, hicieron sus propias
valoraciones y confirmaron el aumento de precios que los alemanes habían venido
practicando y pretendían consolidar, lo que representaba una estafa (usando la
expresión del autor al que sigo), teniendo en cuenta la necesidad que Alemania
tenía de los productos de primera necesidad y para la industria por parte de
España.
A mediados de 1943 se
produjeron varias reuniones de miembros de los ministerios de Exteriores y de
los ejércitos españoles, llegando a ciertas conclusiones sobre el escrupuloso
estudio que había realizado la comisión técnica española para desvelar la
ventaja que Alemania había venido teniendo con respecto a España. El Director
General de Política Económica del Ministerio de Exteriores, Vicente Taberna, elaboró un informe sobre este asunto en el que se dice que las negociaciones se
estaban llevando con ventaja por parte española, pues había un déficit alemán
en el clearing comercial de más de
150 millones de marcos, muy por encima de los 115 millones reconocidos por
parte alemana.
Entonces se intentó por
parte alemana llevar el asunto al terreno político, es decir, no tanto a la
objetividad de los datos que se habían aportado, sino a la necesidad que
Alemania tenía de los productos que España le enviaba si quería mantenerse en
la guerra. A España no le interesaba dejar de recibir el material de guerra
alemán, y así el embajador alemán en Madrid envió un escrito al ministro
Jordana pidiéndole que hiciese valer su influencia para reconducir este asunto,
pero Jordana probablemente sabia que Alemania perdería la guerra, España
necesitaba petróleo (entre otros bienes) de los aliados, y el ministro español
no era pro-alemán sino muy pragmático, por lo que los aspectos políticos no
primaron sobre los técnicos, y así se firmó en agosto de 1943, en San
Sebastián, un Acuerdo Adicional al Convenio Comercial hispano-alemán de finales
del año anterior. Este acuerdo prorrogaba un año más el de 1942, manteniendo el
principio de equilibrio y el posible descubierto del clearing hispano-alemán de hasta 70 millones de marcos al final de
1944, autorizando la exportación a España de armamento alemán por valor de
216,5 millones de marcos.
Un aspecto poco o nada
conocido en el que la diplomacia española no permitió que al país se le
estafase como se había venido haciendo durante el mandato de Serrano Suñer.
[i] “1943.
Entre la estafa y el mito…”.
[ii] Fue
Ministro de Exteriores antes que Serrano. Falleció en 1944.
[iii] Un
Programa de Armamentos conocido con el nombre de Programa Bar, oso en lengua
alemana.
[iv] El que
presidía la delegación alemana era Ernst Eisenlohr, diplomático y político
alemán que había sido embajador en Grecia entre 1931 y 1936. Murió en 1958.
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