viernes, 28 de octubre de 2011

Clero gallego y guerra (II)


La guerra de 1808, que tuvo mucho de guerra religiosa, pues las ideas venidas de Francia planteaban una laicización de la sociedad, hizo que buena parte de la población luchase, además de por librarse de la ocupación extranjera, por las tradiciones religiosas con las que se sentía indentificada. Un sector de la población podía apreciar que la Iglesia estaba en una situación de privilegio, pero como practicaba la caridad y ejercía un gran control ideológico, existía un cierto equilibrio entre quienes la criticaban por lo primero y quienes le eran deudores por lo segundo. Los campesinos que estaban bajo la jurisdicción del clero (un monasterio o un obispo) consideraban normal tal situación, aunque el pago del diezmo -que ya había empezado a ser contestado- les fuese oneroso.

Por ello cuando estalló el conflicto el clero en su conjunto no solo alentó la guerra desde los púlpitos, sino que aportó recursos para la resistencia. No se trataba de conseguir la libertad individual que predicaban los ilustrados de la época, sino la independencia de un ejército ocupante y de sus ideas. En Galicia hubo varias partidas de guerrilleros conducidas por clérigos, como es el caso de Acuña, Rivera, Carrascón, Valladares, Couto, el abad de Trives, el de Valdeorras y los de Cayoso, Cela y San Mamed. 

El cura de Trives reclutó a los paisanos para armarlos y dirigirlos en la Sierra de Queixa y en las aldeas próximas al río Bibei. El cura de San Mamed reclutó la partida entre vecinos de la Sierra de San Mamede, en Montederramo, Baños de Molgas y Villar de Barrio. El abad de Valladares, en las inmediaciones de Vigo, se destacó como combatiente, siendo quizá el que más eco ha tenido: Juan Rosendo Arias Enríquez.

El cura guerrillero, pues, ha sido una constante por lo menos durante el siglo XIX español, y también lo vemos durante la primera guerra carlista hasta el extremo de ser desaprobado por las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, ya que algunos llegaron a hacer alarde de sus cualidades militares antes que de las pastorales.

Fuera de Galicia también encontramos ejemplos, siendo el más conocido el del cura Merino,  Jerónimo Merino Cob, en las burgalesas Tordómar y Lerma. Incluso llegó a haber un Reglamento de las partidas de cruzada y las autoridades militares francesas hicieron varias veces serias advertencias al clero.


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