sábado, 29 de octubre de 2011

Los relieves de San Martín de Mondoñedo


Hoy en el municipio de Foz, la maciza iglesia de San Martín debiera de ser una de las visitas obligadas para todos los que gustan de las cosas singulares. No entrando aquí en su arquitectura, que corresponde a varias épocas y estilos, dominando la sobriedad del románico, los relieves son de los más notables para ver las características de esa plástica románica llena de misterio y simbolismo. En primer lugar el antipendio: en el altar de la capilla mayor, se debe al mismo maestro que labró los capiteles, por la unidad de estilo. Está formado por dos piezas perfectamente unidas que, para Chamoso Lamas, faltaría un tercer fragmento que centrase la representación de la Maiestas. El tema es, en efecto, la Maiestas Domini, Cristo sentado en el trono y bendiciendo con la mano derecha. El rostro alargado y el nimbo crucífero. La mandorla, sostenida por ángeles con alas extendidas y ceñidas al marco, siendo los vestidos litúrgicos.

A la izquierda, en un círculo, el Agnus Dei con una cruz; debajo, el águila y un personaje de perfil. A él se dirige un ángel bendiciéndole. Esta escena se repite al otro lado pero no de forma simétrica. Bajo la mandorla, un personaje frontal. Algunos consideran que se trata de una ordenación sacerdotal; otros, una consagración episcopal. Regal indica que se trata de San Juan dirigiéndose a los obispos de las siete diócesis de Asia; Yarza ve semejanza con los beatos, en alguno de los cuales se inspira el autor.

La presencia del cordero haría pensar en lo sacrificial y teofánico (manifestación de la divinidad a través de símbolos); ello es verosímil al encontrarse en el altar. La cronología más aceptada es 1100.


El capital del banquete de Herodes y la degollación del Bautista se encuentra en el crucero. En uno de los platos, la cabeza del degollado; a la derecha un águila y una mujer con sapos.


Otro capitel es el del rico Epulón y el pobre Lázaro, que también se encuentra en el crucero. Sirvientes escancian vino y músicos amenizan la velada a la derecha; delante, un personaje desnudo que pide limosna y un perro que le lame las llagas. Es casi seguro que el autor dispuso de un repertorio de miniaturas que ilustrarían libros.

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