sábado, 8 de octubre de 2011

"Proceso histórico al conquistador"


El libro de este título, editado en 1988 (Madrid), y en el que participan una serie de historiadores dirigidos por Francisco Solano, es de una utilidad extraordinaria para comprender el fenómeno de la conquista de América.

Solo se conoce por conquistadores a los españoles en América, a diferencia de holandeses, ingleses, franceses y portugueses. Ello habla del papel determinante del conquistador español en el siglo XVI. La conquista -según los autores partícipes- está limitada entre los años 1506 (Puerto Rico) y 1573 (Nuevas Ordenanzas de Descubrimiento y Población de Felipe II). Los que participaron en la conquista española, de nacionalidad portuguesa, francesa, genovesa, toscana, alemana, flamenca, maltesa y griega fueron pocos, pero algunos de ellos de manera significativa. Las etapas cronológicas de la conquista fueron: Antillas y Caribe (1492-1520), grandes culturas (1520-1550), y cono sur (Chile, Río de la Plata: 1536-1580). Bien entendido que hubo vastas regiones que nunca cayeron bajo el dominio español, como es el caso del sur de Chile, varios territorios del Chaco y otros.

Hubo casos de conquistas rápidas, como en México y el mundo incaico, siempre que se entienda la conquista de los núcleos de estos imperios, pues luego quedó la dominación de los territorios chichimecas en Nueva España y otros en Chile; conquistas lentas como en Yucatán, y prolongadas como en Chile. El conquistador va acompañado del clérigo y del funcionario, y entre estos últimos podemos citar a Lucas Vázquez de Ayllón, Gonzalo Jiménez de Quesada y Gil González Dávila.

Los conquistadores tenían tres objetivos: riqueza, honor y extender la religión cristiana, probablemente por este orden en la mayoría de los casos. Hubo conquistadores rebeldes al rey, como es el caso de Lope de Aguirre y de Gonzalo Pizarro; y conquistadores rebeldes a sus jefes, como Hernán Cortés, Cristóbal de Olid, Pedrarias Dávila, González Dávila, Hernández de Córdoba, Núñez de Balboa y Almagro.

La fecha en la que se dan las primeras críticas por el trato dado a los indígenas es el año 1511, cumpliéndose ahora el quinto centenario, con el excelente y famoso sermón de Montesinos, máxime porque se puso en cuestión la licitud de la conquista. Luego vendrían las denuncias de Bartolomé de las Casas y los cuestionamientos teológicos de algunos pensadores de la llamada escuela de Salamanca.

Algunos ejemplos de la violencia ejercida contra los indios los tenemos en el entorno maya-quiché, con Alvarado como protagonista, precisamente entre pueblos desarrollados en relación a otros, como los que habitanban Costa Rica. Particularmente fueron muy duros los años 1524 a 1530, con la actuación de Alvarado en Guatemala. Las dos formas de resistencia indígena fueron la guerra y la huida a zonas apartadas por las que el conquistador no tenía interés, al menos de momento.

En realidad el conquistador no hizo otra cosa sino seguir con la represión y el sometimiento de las autoridades indígenas antes del siglo XVI (impuestos, mita, guerras...) pero con una tecnología más eficaz: artillería, caballería, espadas y la diplomacia, que puso a no pocos pueblos indígenas al lado de los conquistadores para intentar librarse del sometimiento en los imperios mexica e incaico, por ejemplo.

La colonización fue algo distinto, pues dándose los abusos mediante el sistema de encomiendas o de forma arbitraria, hicieron una extraordinaria labor los jesuitas, franciscanos, dominicos, agustinos y miembros de otras órdenes religiosas. La legislación castellana en defensa de los indios (Fernando el Católico en 1512, leyes de Valladolid en 1513 y leyes nuevas de Burgos en 1542) no se cumplió en muchos casos, pero sirvió de arma legal para los querían hacerse oir ante las autoridades en América.

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