sábado, 15 de octubre de 2011

Reformadores antes de la Reforma


El enriquecimiento de la Iglesia durante la Edad Media y los vicios en los que había incurrido, no pasaron desapercibidos para sociedades enteras que se rebelaron contra ello o, permaneciendo fieles a la autoridad eclesiástica, la satirizaban. La literatura está llena de ejemplos.
Entre los siglos XIV y XV hay dos reformadores religiosos que pueden considerarse como los verdaderos precedentes de la gran reforma del siglo XVI. Wyclif deseó una renovación moral de la Iglesia, la vuelta a la pureza evangélica y negó la jerarquía y ciertos ritos -sacramentos o devociones- acusando a la Iglesia de avidez por los bienes materiales.
Se dedicó a la definición del poder, tanto civil como eclesiástico, proponiendo algo cercano al libre albredrío. Para él, los príncipes tienen derecho a quitar al clero los bienes que la corrupción de la Iglesia había apartado de su primer destino. Wyklif llegó a la conclusión de una Iglesia meramente espiritual, sin papa, sin cardenales ni obispos, y en la que el poder de los sacerdotes, todos iguales y pobres, se limitaría a la predicación. Defendió la interpretación literal de la Biblia y señaló la inutilidad de invocar a la virgen María y a los santos, peregrinar, lucrar indulgencias e incluso confesarse. El fervor de la conciencia recta absolvería al pecador, según él, y Cristo, de modo parecido a la predestinación, sabría reconocer a los suyos. De la eucaristía negó la transustanciación y señaló que los sacramentos eran meros símbolos.
Esto ocurría en Inglaterra, pero en Bohemia, algo más tarde, Juan Hus defendió la comunión bajo las dos especies (el pan y el vino) lo que solo muy tarde la Iglesia ha reconocido (ultraquismo) y la figura de Jesús como único jefe de la Iglesia. Degradado y quemado, al igual que Jerónimo de Praga, esto provocó la sublevación husita, mezclándose los motivos sociales, económicos y nacionales. 


Los taboritas, en su forma extrema, eran una especie de república igualitaria de campesinos-soldados unidos en un puritanismo pietista, como los Pordioseros del siglo XVI y los Cabezas Redondas del XVII.

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